Luz Raquel Padilla, la mujer a la que todos ignoraron y fue quemada viva en Zapopan, Jalisco

Luz Raquel Padilla. (Animal Político)
Luz Raquel Padilla. (Animal Político)

La secuencia de los hechos es deplorable. Todo está mal. Todo en este país. Otra vez. Luz Raquel Padilla había pedido ayuda de todos los modos. Directamente con las autoridades, que se negaron a apoyarla, y masivamente en redes sociales, con una publicación en Twitter y diversos videos en TikTok. Nada de eso bastó para que las autoridades hicieran su trabajo. No les convenció que Padilla ya hubiera sobrevivido a una agresión previa con cloro industrial. Tampoco sirvieron las evidencias fotográficas de las amenazas que recibía.

El sábado, la mujer de 35 años fue quemada viva por un grupo de personas en Zapopan, Jalisco. Aunque los médicos intentaron salvarle la vida, todo fue en vano: falleció tres días más tarde. En mayo pasado, Padilla, madre de un adolescente autista de 11 años, publicó las fotos con las que su vecino la amenazó: "Te voy a quemar viva", "Te vas a morir, machorra". La molestia de esta persona surgía porque el menor tenía crisis episódicas que lo llevaban a patear puertas. De acuerdo con las autoridades locales, la participación del vecino autor de aquellas amenazas en el linchamiento no ha podido ser confirmada.

El colectivo Yo Cuido México, al que pertenecía Luz Raquel, recordó que ella ya había padecido una agresión con cloro industrial, a la cual sobrevivió. Presentó la denuncia en la comisaría de Zapopan y solicitó ser integrada al programa "Pulso de Vida". Este mecanismo, en teoría, brinda protección a las mujeres en situación de riesgo y que sufren violencia por parte de sus parejas. La solicitud fue rechazada con el argumento de que "las amenazas de terceros no eran causa suficiente". ¿La respuesta oficial? Palabrería de cajón. Juan José Frangie, presidente municipal de Zapopan, se limitó a hablar de condenas, seguimientos e investigaciones. Lo de siempre.

Todo es desgarrador. ¿En qué cabeza cabe perder la razón por el comportamiento de un menor con autismo, aun suponiendo que este persona no haya participado en los hechos del sábado? Es que ni siquiera caben las analogías con películas de terror. Esto supera el más retorcido guion que cualquiera se pueda imaginar.

¿Siempre hemos sido esta sociedad? Todos cuentan que antes no era así. Que antes había civilidad y límites claros en todos los ámbitos de la vida pública. Pues no. Tal vez la violencia se ha exacerbado en las últimas décadas, pero las raíces están. La violencia machista es centenaria en México. La discriminación, también. Hoy las mujeres pueden votar. Hoy no hay genocidios. Pero tenemos a un país con diez feminicidios diarios y escuchamos de un puberto en Querétaro que es quemado vivo por su origen indígena. Si ese es el progreso del que tanto nos jactamos, es mejor no imaginar el panorama que tendríamos si no hubiéramos salido de las tinieblas.

La burocracia, en lo suyo. Dedicados a la propaganda, las reyertas sin sentido, la futilidad de la política. No importa el nivel. A todas las autoridades las rige la misma inoperancia. No pueden prevenir, reparar ni resolver. Si tienen todos los indicativos de que una mujer, en este caso Luz Raquel, está amenazada; si ya sufrió una agresión directa; si las redes sociales ya le dieron visibilidad a su caso. ¿Qué más se necesita para pedir algo tan simple, una vida tranquila?

El matiz en cada caso agrava el horror y la indignación. Porque no, no son cifras ni números, porque la violencia no está normalizada en este país. Ese es un cuento que nos hemos comprado para encubrir la realidad, esa realidad que está en todos lados y que a diario nos otorga noticias que tendrían que hacer que se larguen todos. Sin banderas, colores ni ideologías. Ninguno sirve para nada.

Frecuentemente, la sociedad mexicana se conmueve ante casos como este, de Luz Raquel Padilla, o como el de Debanhi Escobar, que exhiben a un sistema podrido en el que resulta más fácil mentir que hacer un trabajo mínimamente decente. Esa es la impronta de la seguridad en México. Y después, a pesar de tanto coraje, de toda la indiferencia, ineptitud y colusión, soportar que nada cambie en este país de promesas y futuros perfectos.

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