Lula promete terminar de pavimentar camino que, según expertos, empeorará deforestación de Amazonía

BRASILIA (AP) — En una visita para ver los daños causados por la sequía y un incendio en la Amazonía, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva prometió terminar de pavimentar una carretera que, según ambientalistas y algunas personas de su propio gobierno, amenaza con incrementar considerablemente la destrucción de la selva tropical más grande del mundo y contribuir al cambio climático.

La carretera BR-319 es en su mayor parte un camino de tierra que atraviesa la selva tropical y conecta a los estados de Amazonas y Roraima con el resto del país. Termina en Manaos, la ciudad más poblada de la Amazonía con más de 2 millones de habitantes, y discurre en paralelo al río Madeira, uno de los principales afluentes del río Amazonas. El Madeira se encuentra en el nivel más bajo del que se tenga registro, lo cual ha interrumpido el transporte de cargamentos, y ahora la mayor parte de su cauce lo forman interminables dunas de arena bajo un cielo lleno de humo.

“Estamos al tanto de que, cuando el río era navegable y estaba lleno, la carretera no tenía la importancia que tiene hoy en día, mientras el río Madeira estaba vivo. No podemos dejar dos capitales aisladas. Pero lo haremos con la mayor responsabilidad”, dijo Lula el martes durante una visita a una comunidad indígena en la localidad de Manaquiri, en el estado de Amazonas. No especificó las medidas que el gobierno tomaría para tratar de evitar que la deforestación se incremente después de pavimentar el camino.

Horas más tarde, Lula supervisó la firma de un contrato para pavimentar 52 kilómetros (32 millas) de la carretera, y prometió empezar a trabajar en su sección más controversial antes de que concluya su mandato en 2026. Se trata de un tramo de 400 kilómetros (249 millas) que atraviesa un bosque antiguo.

Un permiso para el tramo más largo se emitió durante el gobierno del predecesor de Lula, Jair Bolsonaro, un derechista que estaba a favor del desarrollo en la región amazónica y debilitó las protecciones ambientales. En julio, un tribunal federal suspendió el permiso luego de una demanda presentada por Climate Observatory, una red de 119 grupos ambientalistas, de la sociedad civil y académicos.

El gobierno de Lula había apelado la suspensión, pero no fue sino hasta su visita del martes que el mandatario dejó en claro su plan para seguir adelante con la pavimentación. El Climate Observatory lamentó la decisión.

“Sin el bosque, no hay agua; está interconectado”, dijo Suely Araújo, coordinadora de políticas públicas del grupo. “La pavimentación de la sección media de la BR-139, sin garantizar una gobernanza ambiental y la presencia del gobierno en la región, derivará en una deforestación histórica, según lo han señalado muchos especialistas y la agencia federal del medio ambiente de Brasil en el proceso de concesión de licencias”.

Lula ha tratado de proyectar una imagen de ser un defensor del medio ambiente, y la deforestación ha disminuido significativamente desde que asumió la presidencia. Pero también ha sucumbido ocasionalmente ante la presión de naciones más ricas en cuanto a la preservación de la Amazonía, un recurso invaluable para el planeta en lo que respecta al almacenamiento de carbono que está impulsando el calentamiento atmosférico, y lo mismo sucedió el martes.

“El mundo que compra nuestros alimentos exige que preservemos la Amazonía”, declaró. “¿Y por qué? Porque quieren que cuidemos el aire que respiran. No preservaron sus propias tierras en el último siglo durante la Revolución Industrial”.

Brasil atraviesa su peor sequía de la que se tenga registro, la cual ha afectado al 59% del país, una zona equivalente a la mitad del territorio de Estados Unidos. En la Amazonía, los bajos niveles de los ríos han aislado a cientos de comunidades ribereñas que pasan escasez de agua potable y alimentos. Durante su visita a la región, Lula anunció una amplia distribución de filtros de agua y otras medidas.

En tanto, buena parte de Brasil se encuentra bajo una densa capa de humo, resultado de los incendios forestales en la Amazonía, la cual afecta a millones de personas en ciudades tan lejanas como Sao Paulo, Brasilia y Curitiba, e incluso ha llegado hasta Argentina y Paraguay. Durante el evento de Lula, la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, culpó a la sequía extrema generada por el cambio climático de los extensos incendios en un bosque tropical que suele ser resistente al fuego, diciendo que se trata de “un fenómeno que ni siquiera sabemos cómo abordar”.

Silva ha sido más cauta que Lula en lo referente a la pavimentación del camino. Durante una audiencia legislativa previa, calificó de “farsa” el permiso emitido en el gobierno de Bolsonaro y elogió el fallo judicial que lo suspendió.

Brasil es el quinto mayor emisor de gases de efecto invernadero a nivel mundial, contribuyendo casi el 3% de las emisiones globales, según Climate Watch, una plataforma en línea gestionada por el World Resources Institute, un organismo no gubernamental. Casi la mitad de esas emisiones son resultado de la destrucción de árboles en la selva amazónica.

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