Los odiadores del Super Bowl que cayeron en la trampa y ahora más con Taylor Swift

Tommy Townsend, de los Kansas City Chiefs, celebra con Taylor Swift la victoria de su equipo en el Super Bowl LVIII contra los  San Francisco 49ers en el campo del Allegiant Stadium en las Las Vegas, Nevada. Febrero 11, 2024. (Foto: PA Wire/PA Images via Getty Images)
Tommy Townsend, de los Kansas City Chiefs, celebra con Taylor Swift la victoria de su equipo en el Super Bowl LVIII contra los San Francisco 49ers en el campo del Allegiant Stadium en las Las Vegas, Nevada. Febrero 11, 2024. (Foto: PA Wire/PA Images via Getty Images)

La NFL y el Super Bowl generan una atracción que no se puede responder con indiferencia. Los fanáticos lo son hasta la médula: conocen todo de los equipos, de la liga, de los jugadores, de la historia. Y los detractores, que no conocen de todo eso, terminan por dejarse abrazar: el show del mediotiempo (aunque sea para criticarlo), la presencia de cientos de celebridades, Taylor Swift al mando este año, y el simple gusto de decir que no les gusta algo.

Nunca falta en los grandes eventos: esa actitud de supuesto desinterés. "A mí ni me gusta ver eso", "ni le entiendo". O las comparaciones: "el Mundial lo ven más personas", "sólo es importante en Estados Unidos". Pero hablan del tema. De cualquier forma, pero lo hacen. Aunque sea para presumir que no lo ven, según ellos, pero abonan a la conversación con su rechazo. Incluso, dentro del grupo de fans de la NFL, cada vez hay una actitud más receptiva para los que quieran subirse al barco. Pero, a pesar de eso, hay quienes prefieren despotricar contra todo lo que implique este evento.

Uno pensaría que sería tan fácil como ignorarlo. Si algo no te gusta, no lo veas y listo. De hecho, esa es la manera más efectiva de no contribuir a la propagación de cualquier contenido. Pero no, y quizá no sea tanto incongruencia de los odiadores como sí es un éxito de la NFL: hacer que hasta las personas que no te soportan estén atentos del evento más importante de tu año. Visto de ese modo, el mecanismo para captar atención está perfectamente aceitado y goza de una salud a prueba de tiempo. Más bien, conforme pasan las ediciones, parece que elevan el nivel: cada vez hay más afición por la NFL, y también más odiadores, pero eso no tiene por qué ser negativo. La NFL tiene un tesoro: es amada u odiada.

Y este año, Taylor Swift les dio mucha ayuda con su presencia, que generó un valor extra de 331 millones de dólares para una liga habituada a las cifras estratosféricas. La liga en general, pero el Super Bowl en particular, tienen la fórmula ideal para hacer que todos estén atentos. Y ese mérito lo tienen contadísimos eventos en el universo deportivo. Porque sí, hasta el rechazo suma en estos casos. También lo hacen las críticas al show de mediotiempo, una táctica que, por cierto, han intentado copiar en todos lados, incluido el futbol, sin tener el mismo impacto.

Nunca falta quien recuerda que nadie podrá igualar a Michael Jackson o que hubiera estado cualquier otro, menos exactamente ese que fue elegido. Otros, en cambio, defienden el show de Usher y así se perpetúan los debates que nutren a la NFL: estuvo bien, pero no lo van a entender porque sólo ven esto una vez al año. Cada quien tiene su show favorito, su época favorita, pero el común denominador es que nadie es inmune a la sorpresa, a ese festival cardíaco de quince minutos que tiene como misión entretener todos y cada uno de los segundos que permanezca al aire.

Así que pueden decir todas las veces que quieran que no les gusta la NFL, que no la entienden y hasta la repudian. Nada cambiará. O mejor dicho sí cambiará, pero para bien de la liga: más interés, más expectación, y nula indiferencia. El progreso de la NFL en el mundo es efectivo porque sus fans son leales y hay millones que pronto lo serán, pero aún no lo admiten.

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