El 'outsider' que se ha vuelto un fenómeno en Venezuela y que podría derrotar a Maduro
Por Oscar Medina @oscarmedina1
La última vez que los venezolanos apostaron a un outsider llevaron al ex militar golpista Hugo Chávez a la presidencia. Eso fue en 1998. En aquel entonces el discurso de la antipolítica se impuso: los votantes se convencieron de que hacía falta una nueva figura en un escenario prácticamente monopolizado por los partidos Acción Democrática y Copei, desgastados ya, desconectados del pueblo y sospechosos siempre de prácticas corruptas y de conducir al país al descalabro económico.
Casi veinte años más tarde las consecuencias de esa decisión conducen otra vez a la búsqueda de un nombre ajeno a las trapacerías que el venezolano sigue asociando al ejercicio de la política. Con el país siempre ubicado entre los más corruptos y los de mayor índice de criminalidad, con uno de los peores desempeños económicos del planeta, con una inflación que podría llegar a las cinco cifras este año y en medio de una patente emergencia alimentaria y de salud, las esperanzas de un relevo en la conducción de la nación se han ido concentrando en alguien que nunca –al menos hasta ahora- ha dicho públicamente que esté interesado en la Presidencia de la República: el empresario Lorenzo Mendoza.
Desde 1992 Lorenzo Mendoza Giménez está al frente de Empresas Polar, la mayor corporación privada productora de alimentos y bebidas del país, fundada por su abuelo Lorenzo Mendoza Fleury y que hoy genera 30 mil empleos directos y cerca de 150 mil de forma indirecta. Polar no es solo un sólido grupo empresarial acosado por los gobiernos de Chávez y de Nicolás Maduro, es una referencia nacional gracias a dos marcas: la cerveza Polar y la harina de maíz precocida PAN, fundamental en la dieta del venezolano.
Mendoza, ingeniero graduado en Nueva York y con una maestría en administración del MIT, es considerado una de las personas más ricas de Venezuela, tanto por lo heredado como por lo hecho a lo largo de sus 52 años de vida. Casado, padre de seis hijos, afable, querido por sus empleados, deportista y bien parecido, a ojos del público parece encarnar las virtudes del hombre de éxito, del gerente que triunfa ante cualquier adversidad. Y sin haber entrado al juego político, su condición de empresario de elevado perfil le ha llevado a encontrarse directamente tanto con el propio Chávez en su tiempo y con Nicolás Maduro en ocasiones en las que ha hablado sin remilgos sobre la necesidad de corregir el catastrófico rumbo económico de Venezuela. Algo que, como se ha visto, no es cosa que agrade a los jerarcas de la revolución.
Al público general parece que sí. Algunas muestras del perfil presidenciable que ha adquirido sin buscarlo se han visto en estadios de béisbol coreando su nombre al grito de “presidente, presidente” o “sí se puede”, lo mismo que en la generación de incontables rumores al respecto esparcidos en las redes sociales. Y ahora, a comienzos de 2018 y tras el anuncio gubernamental de elecciones adelantadas para el primer cuatrimestre del año, esas ganas de ver al empresario enfrentando la aspiración de reelección de Maduro han cobrado nuevos bríos.
Henri Falcón, ex gobernador del estado Lara, al centrooccidente del país, y aspirante a la presidencia fue uno de los primeros políticos en poner el nombre de Mendoza sobre la mesa. También el ex diputado Richard Mardo le ha pedido que de el paso al frente. Y Jorge Roig, ex presidente del gremio empresarial Fedecámaras ha hecho lo mismo. ¿Capricho? Nada de eso. Hace rato que Mendoza aparece en las encuestas.
(En este vídeo de 2015 ya mostraba sus intenciones de no abandonar el país a pesar de las acusaciones de Maduro en su contra)
Un estudio de opinión de Hinterlaces –una firma muy cercana al gobierno- le ubicó con 23% de aprobación en noviembre del año pasado. Y la consultora Venebarómetro lo presentó como la cuarta opción con mayor aceptación de los líderes de la oposición, entre los que figuran dos que no pueden participar en la contienda electoral: Henrique Capriles y Leopoldo López.
El 21 de enero Hinterlaces divulgó un nuevo sondeo en el que 33% de los encuestados dijeron que apoyarían una eventual candidatura del empresario. El segundo en preferencias sería Henri Falcón, con 18%. Al presentar su decisión de competir por convertirse en el abanderado de la oposición el 24 de enero, Falcón apuntó: “Si un empresario como Lorenzo Mendoza genera una expectativa en el país sería absurdo desconocerlo. Le damos la bienvenida y una vez que exprese su voluntad de participar, si así lo hiciera, sería una materia de debate y discusión en el partido, pero nosotros jamás desconoceremos a un actor fuera de la política que pudiera ser efectivo, incluso eficaz, en la conducción de un proceso de transición”.
76% de los venezolanos desconfía de los políticos, reveló el estudio Coyuntura País, de la compañía investigadora Datincorp que realizó el sondeo en diciembre y lo presentó a principios de enero. Y pese a que 70% de los consultados señalaron su desconfianza sobre los manejos del Consejo Nacional Electoral, 69% aseguraron que votarían en las elecciones de 2018. Aquí Mendoza despunta: 40% le dio su apoyo al presidente de Empresas Polar, mientras que solo 18% respaldaría a Nicolás Maduro.
¿El “fenómeno” Lorenzo Mendoza es producto del sentimiento antipolítica de venezolanos hastiados del socialismo del siglo XXI pero también de una oposición desgastada, dividida y sin mecanismos de articulación? ¿Es algo similar a lo que condujo a Hugo Chávez al poder?
Miguel Ángel Martínez Meucci, venezolano, profesor de estudios políticos en la Universidad Austral de Chile y doctor en Conflicto Político y Procesos de Pacificación por la Universidad Complutense, asoma una respuesta: “Indudablemente, pero la gran diferencia es que en aquel momento, a diferencia de hoy, sí existía una democracia como tal, a pesar de los problemas que se manifestaban. En 1998 la gente estaba cansada de una clase política a la que le endilgó con evidente ligereza toda la responsabilidad de los problemas del país, y no parece haberse valorado suficientemente el hecho de que el sistema contaba entonces con pesos y contrapesos, y que la institucionalidad vigente garantizaba, precisamente, un grado importante de alternabilidad en el poder. Hoy en día rige a Venezuela un régimen autocrático que, no obstante, se empeña en mantener su imagen de respaldo popular, y que por eso realiza simulacros de elecciones. La eventual búsqueda de un outsider refleja hoy en día la necesidad de unificar todos los esfuerzos de la nación para superar a la autocracia que preside Maduro”.
Martínez Meucci propone matizar la idea porque la irrupción de Lorenzo Mendoza obedece a una lógica: “Este tipo de figuras emergen cuando se produce cierto agotamiento del sistema político, entendido como el mecanismo natural de representación política en una democracia moderna. En el caso venezolano, el evidente descrédito e ilegal proceder del régimen, aunado a la división de una oposición que (absolutamente hostigada como se encuentra por parte del chavismo) no cuenta en estos momentos con un consenso importante con respecto a la naturaleza del régimen y la manera de enfrentarlo, implica un bloqueo de las aspiraciones de la población. Ese bloqueo hace casi natural, por un lado, que las personas vean a su alrededor en busca de un outsider, y por otro, que figuras que pudieran tener algún interés en cumplir con ese papel se ofrezcan para ello. No lo veo como una manifestación de antipolítica, sino como una necesidad de refrescar una política que ya no responde a las demandas de la ciudadanía, principalmente a causa del proceder autocrático del régimen”.
Este outsider no es cualquiera. Polar es un emblema de la venezolanidad, lo mismo que la harina PAN con la cual se hacen las arepas, el plato nacional. Martínez Meucci ofrece una rápida ponderación de atributos: “Como ventajas principales podemos enumerar las siguientes: no proviene de la política, de modo que no se le puede culpar de la situación actual; representa al consorcio empresarial que tradicionalmente produce la mayor parte de los alimentos básicos que consumen los venezolanos, con lo cual las marcas Polar y PAN significan mucho terreno ganado en materia de marketing, sobre todo en un país sin libre acceso a los alimentos básicos; y en tercer lugar, es joven y se le considera como un buen gerente, lo cual le podría ayudar a proyectar la imagen de ser alguien capaz de reordenar un país en absoluto caos”.
No todo, claro está, es positivo. Y a juicio del politólogo, Mendoza tiene aspectos en contra: “Desconoce el mundo de la política como área de acción habitual; tendría muchos intereses que salvaguardar y que pudieran condicionar su proceder, y le tocaría manejar a una sociedad en crisis total, enfrentando dilemas sumamente duros y con un apoyo dudoso por parte de los principales actores políticos de la nación”.
A esto habría que sumarle la misma naturaleza de la “orden” de realización de elecciones: la formuló la Asamblea Nacional Constituyente, una instancia de supragobierno diseñada y controlada por la cúpula del chavismo y que no es reconocida por buena parte de la oposición y de la propia comunidad internacional. Además están los manejos ventajistas: el ente electoral subordinado al Ejecutivo, las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia en contra de la coalición opositora, el condicionamiento del voto a favor del oficialismo a través del chantaje institucional por la vía de los programas sociales y el uso de los recursos del Estado en la campaña electoral.
Y, en todo caso, lo principal: Lorenzo Mendoza Giménez no ha dicho que saldrá al ruedo. La apuesta sigue abierta.