López Obrador, el béisbol y el Tren Maya, ¿caprichos o un proyecto de nación?
Cuando la gente tiene necesidad de creer en algo o en alguien, está dispuesta a aceptar propuestas, como la Cuarta Transformación de México, como si la voluntad de una persona fuera suficiente para mover los cimientos a una nación y, tal vez, podría hacerse realidad si pensamos en la reedición del autoritarismo del pasado, en el que el principio y el fin de todo pasaba por los ojos del presidente y,
por la composición del poder que se está estructurando y las primeras determinaciones de López Obrador, como la de sus delegados en las entidades, todo indica que al PRI, lo relevó Morena.
La Cuarta Transformación de México podría ser producto de las ocurrencias y no de la planificación de un rumbo para el país. Van dos ejemplos de cómo el poder en grande hace que se cometan grandes abusos de poder, que se presentan como políticas de Estado, cuando son ocurrencias.
La diabetes y la obesidad son un problema de salud que afecta a parte de la población, con énfasis en la niñez y entre las acciones preventivas se encuentran una dieta sana y la práctica del deporte. La definición de una política deportiva es un tema importante, por ello llamó la atención que el presidente electo expusiera en su cuenta de Twitter su plan en la materia.
“No hay que pensarlo mucho. El programa deportivo 2018-2024 tendrá tres vertientes: actividad física y deportiva, en todos lados, para la salud y el bienestar; de alto rendimiento para ganar muchas medallas; y el béisbol, escuelas y formación de prospectos para grandes ligas.”
La prioridad de López Obrador fue cuestionada con la observación de que impone su gusto personal a los demás y no existen instalaciones deportivas apropiadas en las escuelas y las comunidades, para la práctica deportiva en general y mucho menos para el béisbol.
Otra propuesta reciente de Andrés Manuel López Obrador es la construcción del Tren Maya, que originalmente planteaba un trazo de 900 kilómetros, pero él anunció que se ampliaría a 1,500 kilómetros para abarcar paradas en los estados de Campeche y Yucatán, en adición a las de Quintana Roo, Chiapas y Tabasco.
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Los empresarios de la industria turística consideran que será un éxito que detonará positivamente al sureste del país. Jorge Hernández, presidente de la Federación Mexicana de Asociaciones Turísticas, comentó que “Lo de la ruta maya es un producto de un turismo cultural, arqueológico, que hace falta que se explote más porque a la fecha dependemos de sol y playa”. (El Economista, 15 de agosto de 2018)
Sobre el financiamiento de este proyecto López Obrador informó que una parte correría a cargo del Estado “con el dinero que se recaudará de los fondos de impuestos al turismo, que alcanzan 7,000 millones de pesos por año”. Se construirá en cuatro años, lo que significa 28 mil millones de pesos, y el resto del financiamiento, 122, mil millones de pesos será privado. (El Economista)
El representante del Consejo Coordinador Empresarial de Cancún, Miguel Ángel Lemus Mateos, manifestó sus reservas sobre la ampliación del Tren Maya, asegura que el único tramo rentable es el de Cancún-Tulum.
“El tramo que va desde Tulum, pasando por Campeche y desembocando en Palenque, Chiapas, debe estudiarse a fondo, pues no se conocen hasta ahora estudios sobre la rentabilidad de esa ruta. El resto del trayecto del Tren Maya se tiene que justificar con estudios de mercado a partir de los cuales se pueda determinar si es viable o no una inversión de esta envergadura”. (El Economista)
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Por su parte el subcomandante Galeano, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), considera que “los programas que quiere impulsar el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, como la plantación de mil hectáreas de árboles, la construcción del Tren Maya y el corredor del Istmo de Tehuantepec, no harán más que destruir los territorios de los pueblos indígenas.” (La Jornada, 15 de agosto de 2018)
Estos dos casos ponen en evidencia que la voluntad del presidente es la que cuenta y que de inmediato sus propuestas se convierten en mandato y son acatadas por su círculo inmediato. Si llegan a ser cuestionados por algún interesado, su difusión se pierde en el flujo de la información cotidiana. Las dos propuestas son relevantes para el futuro del país y por tanto, siguiendo la práctica
legitimadora de López Obrador, deberían de ser sometidas a una consulta pública, pero como son propuestas presidenciales no hay cuestión que las ponga en duda. Son palabras divinas.