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Las advertencias sobre el COVID-19 en los cruceros que pocos escucharon (y hubieran salvado vidas)

FLORIDA, USA USA - APRIL 02: Media worker take photos as M/S Rotterdam Cruise Ship arrives at Port Everglades in Fort Lauderdale, Florida, United States on April 02, 2020. (Photo by Eva Marie Uzcategui Trinkl/Anadolu Agency via Getty Images)
Momento en que el crucero M/S Rotterdam llegaba al Puerto de Everglades, Fort Lauderdale, Florida, Estados Unidos el 2 de abril de 2020, para ser evacuado con pacientes contagiados con COVID-19. (Foto Eva Marie Uzcategui Trinkl/Anadolu Agency via Getty Images)

La fantasía de navegar en una ciudad flotante donde todo es placer, descanso y diversión se convirtió en una pesadilla para decenas de pasajeros que quedaron atrapados en cruceros infectados con COVID-19.

Las debilidades de la multimillonaria industria turística se hicieron evidentes al desestimar las advertencias de los expertos y no poner en marcha estrictos protocolos de seguridad con tal de no arruinar las vacaciones en barcos diseñados como resorts de lujo.

Dieron más prioridad al esparcimiento que al resguardo de las vidas de los viajeros.

Como resultado, miles de personas han tenido que permanecer en sus camarotes durante semanas en espera de conseguir un puerto en el que le permitan desembarcar.

Hace ya casi un mes el diario The New York Times analizó las fallas del Diamond Princess, un crucero que transportaba 2,700 pasajeros y donde al final del viaje hubo 700 contagios y 8 muertos.

El primer gran error fue el caso omiso que se hizo a un correo electrónico que advertía claramente que un pasajero de 80 años, que ya se había bajado de la embarcación y había dado positivo a la prueba de coronavirus.

El médico Grant Tarling, encargado de la salud de los pasajeros, leyó el comunicado un día después del zarpe. "Ofuscados por las confusiones y los errores, minimizaron el riesgo de contagio, ignoraron las prácticas médicas correspondientes para la evacuación de los pasajeros y activaron solo los protocolos de nivel bajo para tratar los brotes infecciosos", dijo el reportaje en el que participaron varios premiados periodistas del diario neoyorquino.

La crisis sanitaria del Diamond Princess destapó evidentes debilidades de la salud y la seguridad de la industria del crucero, que transporta 30 millones de pasajeros y genera 150,000 millones de dólares anuales.

Ni Japón ni la empresa naviera se responsabilizaron de limpiar y desinfectar de manera exhaustiva todo el barco, como pidió el 2 de febrero Albert Lam, un epidemiólogo del gobierno de Hong Kong.

La responsabilidad cayó en una tribulación sin capacitación que trabaja muchas horas con sueldos muy bajos.

"En el Diamond Princess, los miembros de la tripulación llevaban tres comidas al día a cerca de 1,500 camarotes. Al inicio de la cuarentena, servían los alimentos en vajillas. Aunque los miembros de la tripulación usaban guantes y cubrebocas, corrían el riesgo de diseminar —o contraer— el virus siempre que abrían la puerta de los camarotes y metían las bandejas de comida".

Pero antes de verse en la necesidad de confinar a los pasajeros, el Diamond Princess mantuvo el servicio de bufés, las fiestas y los espectáculos.

La mala racha del Princess

La compañía Princess Cruises no aprendió de esa amarga travesía y se enteró de que el barco Grand Princess se había infectado en un viaje anterior cuando ya había embarcado a un nuevo grupo de 2,900 personas de 54 países.

En pocos días de navegación, en el Grand Princess se habían confirmado 21 casos, lo que obligó a un gigantesco operativo para desembarcar a 2,400 viajeros y 500 tripulantes en el Puerto de Oakland, estado de California.

Las autoridades se vieron obligadas a desarmar algunas partes del barco para desinfectarlo con chorros a presión de agua con cloro. Las televisoras locales informaron que los pasajeros enfermos fueron internados en salas de aislamiento de hospitales regionales, mientras que los pasajeros fueron trasladados a bases militares para pasar al menos 14 días de cuarentena.

Y a principios de marzo, el crucero Coral Princess corrió con la misma suerte. Siete de los 1,020 pasajeros y 5 de los 878 tripulantes resultaron positivos al COVID-19, por lo que todos debían permanecer aislados en sus camarotes.

El confinamiento dentro de una embarcación puede resultar particularmente agobiante por su reducidas dimensiones y por la imposibilidad de aliviar el mareo que produce el movimiento de los barcos con un poco de aire fresco. Los privilegiados que pagan costosas suites con terrazas al mar pueden darse el lujo de permanecer durante días en esos camarotes más espaciosos e iluminados. Pero gran parte de los pasajeros viajan en diminutas cabinas interiores y sin ventanas, que a veces se encuentran bajo el nivel de flotación.

Le tocó el turno a Holland America

Desde la primera infección del Diamond ocurrida en febrero, el brote de coronavirus en Wuhan se esparció hasta convertirse en una pandemia.

Las últimas embarcaciones en navegar con contagios han sido los barcos Zaandam y Rotterdam, de la firma Holland America.

El Zaadam fue rechazado por 11 países desde el 14 de marzo. Luego de semanas de angustia por la confirmación de contagios y cuatro muertos abordo, las autoridades estadounidenses permitieron al Zaandam amarrar en un puerto de Florida.

La naviera agradeció al presidente Donald Trump que apoyara el desembarco pese a la férrea oposición del gobernador Ron DeSantis y varios alcaldes de la zona.

Nuevas órdenes

La crisis del coronavirus ha cambiado las normas para garantizar la salud del pasajeros. La Guardia Costera de Estados Unidos ordenó a los barcos con más de 50 personas a bordo a tener personal capacitado para atender por "tiempo indefinido" los casos de enfermedades respiratorias

Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades emitieron una advertencia nivel 3 en la que pide diferir los viajes en cruceros en todo el mundo.

"Los pasajeros de cruceros tienen un mayor riesgo una propagación persona a persona de enfermedades infecciosas, incluyendo el COVID-19...", dijeron los CDC.

Algunas empresas como Norwegian Cruise Line Holdings Ltd., que opera las marcas Norwegian Cruise Line, Oceania Cruises y Regent Seven Seas Cruises, han anunciado una suspensión de los viajes en crucero que tengan una fecha entre el 12 de abril al 10 de mayo de 2020.

Es muy pronto para saber el rumbo que tomará al industria de cruceros después de la pandemia. Pero muchos lo pensarán dos veces antes de elegir esa opción vacacional.

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