La mujer rusa que tuvo 69 hijos pero que nadie recuerda el nombre

Ed and Heather Lavich's quadruplets, left to right, Janelle, 6lbs, one half oz., Maryn, 6lbs, 13 oz., Miles, 6lbs, one half oz., and Greg, 6 lbs, 10 oz., are all decked out for Halloween in their peas in a pod costumes made by their aunt Christine Carlyle in Winnipeg Wednesday Oct. 30, 1996. The two-and-a-half-weeks-olds will wear the costumes when they are presented by six-year-old sister, Caitlyn, at school for show and tell Thursday. (CP Photo/Winnipeg Free Press-Jeff De Booy)
Los cuatrillizos de Ed y Heather Lavich: (De izquierda a derecha) Janelle, Maryn y Greg en Winnipeg, Canadá, el 30 de octubre de 1996. (CP Photo/Winnipeg Free Press-Jeff De Booy)

No me asombran las familias numerosas. Después de todo, mi abuela Aurora parió 13 hijos entre 1940 y 1965: Aura Miguelina, José Rafael, María Esther, Carlos Alfredo, César Eduardo, Francisco Antonio, Myriam Josefina, Rosa Elvira, Rita Cecilia, Carmen del Valle, Luisa Helena y Juan José. No conozco el nombre de mi cuarto tío porque nació muerto después de que mi abuelita sufriera una caída a los 8 meses de gestación.

Pero la hazaña de mi abuela de traer al mundo a un niño cada dos años, sin asistencia médica ni la epidural, quedó eclipsada por la proeza de una campesina rusa que tuvo 69 hijos en 27 embarazos.

El primer aspecto alucinante e injusto de todo el asunto es que no hay registro del nombre de pila de la madre más prolífica de la historia. El Libro Guinness de Records Mundiales la registró como "la esposa de Feodor Vassilyev", nacida en 1707 en Shuya, una ciudad textilera a unos 325 kilómetros al noreste de Moscú.

Historiadores locales sugieren que podría llamarse Valentina, pero su identidad no aparece en los registros de su numerosa descendencia porque a los funcionarios de la zarina Catalina la Grande no le interesaba mantener datos exactos de las mujeres porque no pagaban impuestos.

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El segundo dato fantástico es que la señora Vassilyeva nunca tuvo un parto normal. Sus 27 embarazos fueron múltiples. En un lapso de 40 años tuvo 16 pares de gemelos, siete series de trillizos y cuatro tandas de cuatrillizos, afirma la página oficial de Guinness.

Y aunque la cifra parece estadísticamente improbable, la fecundidad de la señora Vassilvyeva fue corroborada por numerosas fuentes locales.

Las autoridades del icónico Monasterio de San Nicolás fueron las encargadas de llevar el cuidadoso registro de los nacimientos. El increíble total fue revelado en 1782, el año de fallecimiento de la matrona. Sólo dos niños no sobrevivieron la infancia.

El tercer dato extraordinario es que la señora Vassilyeva terminó de criar sola a sus hijos, porque su marido la abandonó para casarse en segundas nupcias con una mujer que también resultó muy fértil.

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La segunda esposa tuvo 12 hijos en seis partos de gemelos y seis hijos en dos partos de trillizos. Le bastaron 8 embarazos para tener a su lado a 18 hijos.

En la nota del Libro Guinness no explica cómo Vassilyev mantuvo 87 hijos siendo un simple campesino, protegiéndolos a todos del hambre y las enfermedades en una época particularmente difícil en las zonas rurales rusas. A los 75 años, 82 de sus hijos aún vivían y gozaban de buena salud.

Teoréticamente, no hay un límite al número de hijos que puede engendrar un hombre. Pero la cifra disminuye cuando se trata de las mujeres. No sólo tenemos un número limitado de años fértiles que comienza con la primera regla, entre los 12 y 15 años, y termina con la menopausia, alrededor de los 50.

Según las cuentas sacadas por en un reportaje de la BBC, la madre en cuestión no pasó embarazada los 40 años de su vida fértil sino que tuvo embarazos de 37 semanas con los gemelos, embarazos de 32 semanas con los trillizos y embarazos de 30 semanas con los cuatrillizos, que suman 936 semanas con bebés en su vientre. Al dividirlo por las 52 semanas que tiene un año, descubrimos que pasó al menos 18 años de su vida con una enorme barriga.

Quizás aún más asombroso es que recuperara la salud después de cada parto múltiple durante los años convulsos de Catalina II La Grande, cuando las revueltas campesinas estaban a la orden del día.

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Una investigación sobre las tasas de mortalidad rusas en el siglo XVIII y XIX reveló que entre 1745 y 1763, la tasa de mortalidad infantil era de 38,4 por cada 1.000 niños nacidos vivos mientras que la expectativa de vida rondaba los 24,2 años en el distrito de Moscú. El hecho de que los Vassilyev hubieran cumplido más de setenta rodeados de casi todos sus hijos y nietos es la excepción de la regla.

Nada se sabe de la personalidad de esta resiliente mujer del pasado. Lo que es seguro es que no tuvo una vida fácil. En los 1700, los campesinos rusos eran considerados parte de la servidumbre, que mantenían en pie la economía agrícola del imperio. Los siervos trabajaban día y noche en los cultivos de sus señores, lo que le dejaba muy poco tiempo para cultivar el pedazo de tierra que les era asignado para alimentar a su familia.

Si los Vassilyev en realidad tuvieron tantos hijos, los dueños de las tierras donde vivían tuvieron que ser personas generosas que les brindaron facilidades para levantar a su prole.

Dos siglos más tarde, y en un continente distinto, mis abuelos también contaron con ayuda para criar a su muchachada. No eran dueños de su casa ni de la tierra en la que vivían, pero los propietarios les permitieron sembrar, tener animales de granja para la leche y el espacio vital para que los chiquillos corrieran y crecieran sanos.

Pocas mujeres en el 2020 estarían dispuestas a destronar a Valentina o a competir con mi abuela Aurora. Sus hijas y sus nietas admiramos su dedicación y su amor, pero sabemos que pasar la vida pariendo obedece a creencias de otros tiempos.