La mediocre oposición de México que no puede parar a AMLO

Claudia Piedra Piedra, Rosario Piedra Ibarra y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador | Foto: Cuartoscuro
Claudia Piedra Piedra, Rosario Piedra Ibarra y el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador | Foto: Cuartoscuro

La Cámara de Senadores eligió a Rosario Piedra Ibarra como presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para el periodo 2019-2024. Su nombramiento fue impugnado por el grupo parlamentario del PAN que desconoció el proceso por el que fue elegida y exigió la anulación por considerar que hubo fraude y el grupo parlamentario de Morena se robó dos votos.

Los senadores del PAN documentaron que votaron 116 legisladores, pero la mesa directiva sólo contabilizó 114, lo que permitió que Piedra Ibarra alcanzara la mayoría calificada de dos tercios de los senadores presentes, lo que no habría sucedido de haberse contabilizado los 116 votos emitidos.

La senadora del PAN Kenia López Rabadan, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, afirmó que habían cometido fraude Morena y sus aliados “para lograr imponer a una candidata a modo en la CNDH”.

El coordinador del grupo parlamentario de Morena, senador Ricardo Monreal, rechazó que se hubiera cometido fraude y señaló que solo se trataba de una estrategia política de los senadores del PAN que se niegan a “aceptar que les gané la elección de manera limpia”.

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Comentó que se trataba de una “estrategia perversa del PAN, y dio a conocer fragmentos de un chat entre senadores de ese partido, en el que su dirigente, Marko Cortés, les ordena armar un desmadre y chingar a Monreal.” (La Jornada, 8 de noviembre de 2019)

Los senadores del PAN acusaron a Monreal de haber emitido dos votos, lo que posteriormente fue desmentido por el coordinador parlamentario de ese partido, senador Mauricio Kuri, al admitir que no depositó dos papeletas.

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Desde su creación en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, la CNDH ha sido considerada por los grupos de izquierda y por aquellos que no han logrado una respuesta de fondo a sus demandas, como una institución que simula justicia, despilfarra recursos y responde a intereses facciosos. A su consideración no ha logrado poner límites a los abusos de poder por responder a los intereses de quienes nombraban a sus titulares, para que emitieran recomendaciones sujetas a la aceptación de quien las recibía.

La capacidad de Rosario Piedra Ibarra para cumplir con la función de garantizar la justicia y respeto de los derechos humanos, para quienes son ofendidos por el poder, está por verse. Su elección fue antecedida por la manifestación del presidente López Obrador que en su conferencia de prensa mañanera describió el perfil que prefería para ocupar la CNDH.

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“Mi opinión es que no sean sólo profesionales de los derechos humanos, en el sentido de que estudiaron una maestría, un doctorado en derechos humanos, pero son académicos. Yo prefiero más a la gente que ha padecido en carne propia las violaciones de derechos humanos, entregarles a ellos la encomienda”.

Es el caso de Rosario Piedra Ibarra que, al lado de su madre, por 40 años, ha demandado la aparición de su hermano.

Sobre el nombramiento de Piedra Ibarra algunos organismos no gubernamentales comentaron que obedecía más a un acuerdo político que al reconocimiento de sus méritos personales.

Grace Fernández, de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México, dijo que, al margen de su opinión sobre Piedra Ibarra, lo que preocupa es el proceso, porque volvemos a ver que los indicadores y las preguntas sobre la idoneidad de los candidatos no sirvieron para tomar la decisión final sobre el tema.

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Por su parte, Blanca Martínez, del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, señaló que, si la llegada de la nueva ombudsperson se debió a acuerdos partidistas, la gran duda es si alguien que es militante del partido en el poder va a tener la ética y la valentía de pensar más allá de sus intereses de grupo. (La Jornada, 8 de noviembre de 2019)

La capacidad de Piedra Ibarra la conoceremos en el futuro. El episodio de su elección, desde el pronunciamiento de López Obrador, se convirtió en un deseo presidencial que sus adversarios del PAN en el Senado interpretaron como una orden que debían cumplir Morena y sus aliados. El resultado equivale a que los deseos del presidente son órdenes para los legisladores.

La oposición del PAN fue débil y mediocre, no cuestionaron el método empleado para la votación con la que estuvieron de acuerdo, hasta que perdieron. El senado dispone de un tablero para registrar las votaciones, una vez más se enredaron solos en su falta de visión práctica. Impugnan lo que deberían de haber visto de antemano. Se quejan como si su credibilidad estuviera por los cielos.