La inaceptable violencia de algunos deportistas
Los deportistas son estrellas admiradas, queridas y seguidas por la afición. Sus logros son capaces de alegrar a una sociedad, de mostrar lo mejor de un país, una ciudad, una universidad. Ganan fortunas, hacen publicidad, firman autógrafos y son una especie de dioses en la tierra, pero también tienen que cumplir las leyes.
La violencia, que es aplaudida como una virtud en algunas disciplinas deportivas, es algo inaceptable fuera de las canchas, y los deportistas no solo viven dentro de un estadio, un gimnasio o una pista.
La brutal golpiza que el defensa colombiano Hanyer Mosquera propinó a su esposa en un ascensor debe ser condenada, sin complacencias, por el mundo deportivo. El jugador de las Águilas Doradas de Rionegro, club de la primera división colombiana, usó sus fuerza para agredir a Hindira Herazo. El video que registra el hecho es indignante. Patadas, golpes y gritos a una mujer llorando y encerrada en un ascensor.
Mosquera ha sido detenido por las autoridades colombianas. ¿Qué han dicho los clubes colombianos? ¿Qué dicen las autoridades del fútbol? ¿Han condenado el hecho o prefieren hacerse la vista gorda?
Una imagen similar generó un escándalo en la poderosísima NFL, la liga profesional de fútbol americano de Estados Unidos, en febrero de 2014. En ese entonces, Ray Rice, jugador de los Ravens de Baltimore, fue grabado noqueando a su prometida Janay Palmer. El equipo dio por terminado el contrato del jugador que no ha vuelto a pisar un terreno del fútbol americano. Y ahora se dedica a dar charlas en las universidades estadounidense contra la violencia que él mismo protagonizó. Una forma de resarcirse y ayudar a que no se repitan estos hechos.
La golpizas de Mosquera y Rice no han sido las primeras que han propinado deportistas, o gente ligada al deporte. En Colombia todavía está fresco el recuerdo del incidente de agosto de 2011 que protagonizó el técnico Hernán “Bolillo” Gómez, quien le propinó una golpiza Isabel Fernanda del Río Maya en un bar de Bogotá. Gómez fue destituido de su cargo de seleccionador de fútbol de Colombia.Ahora está a cargo del equipo nacional de Panamá.
En diciembre de 2011, Floyd Mayweather fue declarado culpable de acoso sexual y violencia contra Josie Harris, madre de dos de sus hijos. El boxeador llegó a decirle a la modelo que los iba a "hacer desaparecer". Mayweather estuvo ingresado en la cárcel durante dos meses, quedó en libertad en agosto de 2012. Por ahí aparece de vez en cuando fanfarroneando en sus redes sociales con arrogancia, egolatría y aires de matón.
En septiembre de 2011, el pelotero dominicano Manny Ramírez fue detenido por la policía en su casa de Orlando, Florida. Fue acusado de agredir a su esposa durante una discusión. Según el informe policial, el jugador la golpeó y esta tropezó y cayó al suelo. Ramírez luchaba por mantenerse en las Grandes Ligas, pero este incidente, y una suspensión por usar sustancias indebidas aceleró su retirada definitiva del béisbol.
No son los únicos casos, la lista de nombre es larga: el jugador de fútbol americano Chad “Ochocinco” Johnson, el boxeador estadounidense Mike Tyson, el púgil argentino Carlos Monzón, el nadador Brock Turner de la universidad de Stanford, el boxeador venezolano Edwin Valero. Son muchos. Sueñan con la fama, con los aplausos, con el reconocimiento masivo. A veces lo obtienen, pero también merecen el repudio universal cuando protagonizan un hecho violento que nunca debe ser llamado “doméstico”.
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