La historia del abuelito mexicano que trabaja como repartidor de comida y causa emociones encontradas

Francisco Sánchez va dormitando en el asiento reservado para adultos mayores del Metro de la Ciudad de México, tiene puesto su cubrebocas y va recargado sobre la enorme mochila para cargar alimentos de la app Rappi. Así es la foto que ha conmovido a varios usuarios de redes sociales.

La historia del hombre ya se había difundido en 2019, pero por ésta fotografía que recientemente se hizo viral se ha levantado una discusión sobre la condición económica que viven los adultos mayores en México.

Fue en aquel año cuando una usuaria de Facebook, Mariana Santos, pidió que quien lo viera lo apoyara con una buena propina. "El señor es muy buen entrenador de natación. Él se ubica en la plaza Reforma 222 de 8:30 a 11:00 a.m. y después se va al Poliforum".

"El señor Francisco es un repartidor de Uber Eats que hace sus entregas a pie, se pierde un poco entre las calles, pero de que llega, llega. Por favor tengan paciencia y sean generosos con su propina, es bastante mayor y evidentemente tiene la necesidad de trabajar. Muy amable el señor, ¡lo hace con toda la actitud!", finalizó.

La historia de Francisco Sánchez le dio la vuelta al mundo e incluso el periodista y escritor español Daniel Bernabé lamentó que se romantizara la precariedad laboral de los adultos mayores, "Toda una generación con lo neoliberal inserto en el ADN: no perciben la aberración de que un anciano tenga que trabajar de repartidor, sino que expresan su simpatía con él mismo mediante el perverso sistema de valoraciones -disciplinantes- Atroz".

"Esto era el siglo XXI bajo el capitalismo: ausencia de derechos sociales como las pensiones, trabajadores controlándose unos a otros mediante la 'opinión', subempleos sin contrato mediados por la tecnología. Y muchas gilipolleces identitarias, emoticonos y puerilidad", remató el escritor.

Como suele pasar con estas historias que se hacen virales, poco a poco fue quedando en el olvido, aunque la realidad de Don Panchito, como también se le conoce no cambió, pues, como se ve en la imagen, pese a la pandemia el continúa con su labor, aunque es parte de la población que corre más riesgo de morir por COVID-19.

En una entrevista que el hombre de 75 años, que vive en Ecatepec, Estado de México, dio a la agencia AFP, contó la razón por la cual es repartidor, "Yo estaba en mi casa sentado en el patio, sin hacer nada, a mí me aburre estar sentado. Un amigo me dijo: ¿Por qué no te quedas a trabajar en Uber? Un día me agarró la loquera y fui a dejar mis papeles a las oficinas aquí en Hamburgo".

También explicó que no lo hacía por necesidad económica, "No lo hago porque lo necesite sino por caminar un rato, unas horas, tanto es así que me siento bien. Anteriormente me dolía todo, para mí era cansado y ahora me he sentido bien. ¿Por qué? Por el ejercicio, los doctores me recomendaron que caminara o que nadara, ando caminando".

El caso de Don Panchito muestra otra cara de la tercera edad, pues muchos adultos mayores quieren continuar laborando, pero las grandes empresas les cierran las puertas. Si una persona pierde su empleo como adulto mayor, difícilmente puede conseguir uno con una buena remuneración económica. En el caso de las aplicaciones de reparto de alimentos, la única condición que ponen es ser mayor de edad.

Según datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2018, en México viven cerca 15 millones de personas mayores de 60 años, de ellos, solo el 40 % de los hombres tiene pensión, el caso de las mujeres es más preocupante, ya solo el 20 % la tienen.

En Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), reportó que los adultos mayores que laboran llegan a ganar entre 3,000 y 6,000 pesos mensuales.

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