Katya Adaui: cuentos sobre la paternidad

CIUDAD DE MÉXICO, junio 25 (EL UNIVERSAL).- En los 16 cuentos que la escritora peruana Katya Adaui reúne en Geografía de la oscuridad (Páginas de Espuma, 2022) está el universo de la paternidad, hay padres culpables y salvados por sus hijos, e hijos autónomos e independientes, pero otros que naufragan sin brújula, "no es un reclamo a los padres, aunque uno debería poder hacerse cargo de lo que conscientemente trajo al mundo. Hacerse cargo es un gesto profundamente adulto, es complejo y no sé cómo hacemos, a mí solo me queda hacer ficción".

Katya Adaui (Lima, 1977) propone 16 historias sobre la paternidad y la maternidad, "siempre ando con ganas de inventar mucho, de tramar mucho y de crear padres complejos y diferentes, y de crear a hijas e hijos autónomos. Estas son historias donde los padres viven la paternidad como pequeñas catástrofes; estos padres no parecen completar el placer, no parecen darse la alegría hasta el final".

En sus relatos, Adaui partió de la idea de que cuando se está trayendo una vida al mundo, una vida que se deseó, los padres también están trayendo a los hijos en la angustia de estar vivo, les transmiten no solo la vida sino también les transmiten que hay que vivirla lo mejor posible.

La también autora de Aquí hay icebergs y Algo se los ha escapado cita a la escritora Natalia Ginzburg, cuando decía que quizás lo más importante que le podemos inculcar a un hijo no es la preocupación por la limpieza y el ahorro sino la alegría de vivir, por eso cuando a los hijos les ha faltado esa presencia paterna eso les causa un trauma, les causa una gran depresión, ante la que deben hacer mil vericuetos para salir.

"Para poder escribir estos cuentos tenía que darme absoluta cuenta de la fragilidad, de la vulnerabilidad, del desconocimiento, del prejuicio, de lo difícil que es ser padre, pero también ser hijo porque vamos a estar siempre en una sombra luminosa, no sabemos cómo hacerlo y solo podemos ponerlo en práctica cada día", señala la escritora.

Y es que sus historias están en los claroscuros. Explica: "Pensaba en que ser padre o ser hijo es un trabajo como cualquier otro, o sea, hay un periodo de prueba y error, de malentendido y luego de ir afinando diferencias".

Sus relatos nacieron de conversaciones, de noticias, de objetos encontrados, de su observación. "Hay un cuento que tiene una especie de Tsunami; hay otro de Papá Noel que tiene un montón de hijos, ese nació de la noticia de un Papá Noel que enterró a sus propios hijos en el jardín. Vengo del periodismo, adoro ver titulares, los titulares a veces están tan bien resumidos, son tan precisos, que me dan malas y buenas ideas".

Adaui siempre está tomando notas de diálogos, transcribe fragmentos, recopila objetos en sus caminatas en Buenos Aires, donde vive, a veces encuentra radiografías, diapositivas, fotos, archivos, cuadernos, cosas que la gente tira, "algunas cosas las guardo y con eso invento: 'voy a hacerlo como el tipo de la radiografía o el de la diapositiva', un objeto en el que vemos el alma y en otro los huesos por dentro".

Sus historias están también habitadas por la culpa, la culpa que se hereda, que se va transmitiendo y va generando un agujero negro en el alma.

"La culpa es casi una herencia, venimos de países profundamente católicos, religiosos, donde nos tenemos que bautizar para limpiarnos de la culpa con la que hemos nacido, es una culpa previa a nuestra propia vida y, sin embargo tiene muchísimo de real y cotidiano".

Adaui dice que la culpa también es como un lugar donde es posible el encuentro o el reencuentro o más bien la reconciliación siempre y cuando haya una reparación, "cuando decimos que 'ni olvido ni perdón' es cuando no hubo una reparación material, física, afectiva que consuele, alivie, traiga alguna alegría".

Sobre esa idea ha trabajado estas historias y también sobre la idea de que siempre que exista la posibilidad de un diálogo abierto entre padres e hijos, "existe la posibilidad del daño tanto como la reparación, es el lenguaje el que nos permite acercarnos y retomar. Nunca una palabra debía ser tan ominosa del todo".