Jugando golf con el traidor, festejándolo en Versailles. Así se comporta Miami con Trump, el acusado | Opinión

Tuvo problemas para encontrar un abogado de primera que le represente en su comparecencia en Miami. Sus colaboradores en la Casa Blanca son ahora testigos. Su vicepresidente se postula contra él.

Pero Miami, oh Miami —supuesta capital de los anhelos democráticos para el resto del hemisferio— protagonizó un festejo de amor para el caudillo de Estados Unidos en su hora más oscura.

El fiscal especial que llevó a Donald Trump ante la justicia dijo que el ex presidente “puso a nuestro país a riesgo”.

Pero que Trump haya sido encausado por 37 delitos graves documentados por actos de traición —tan peligrosos como jactarse de poseer un plan militar para invadir Irán; a sabiendas robar miles de documentos clasificados, almacenarlos en Mar-a-Lago y obstruir a la justicia en lugar de devolverlos— es solo combustible para mostrarle más adoración.

“Te amamos”, le gritó una mujer en inglés con un inconfundible y rítmico acento de Miami cuando Trump entró el lunes en su hotel de Doral antes de su comparecencia el martes ante el tribunal federal en el downtown de Miami, donde acamparon sus admiradores de Florida, incluidos Blacks for Trump.

La multitud de devotos no se dio cuenta —afirmando su fe en Trump como si una comparecencia fuera una confirmación católica— de que para conseguir que un jurado de instrucción de Miami encausara a este presidente, la abundancia de evidencia tenía que ser abrumadora, como indica el documento de acusación.

Pero, ¿por qué la gente iba a saberlo si los líderes republicanos de Miami están jugando al golf con Trump y mostrando todo tipo de comportamiento deplorable en apoyo a un delincuente acusado?

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Amor a Trump

Los políticos locales saben que Trump está acusado de infringir las leyes de espionaje y registros presidenciales y que obstruyó a los investigadores federales. Saben que están siendo hipócritas al defender al ex presidente dos veces impugnado y dos veces encausado criminalmente cuando le dicen a los electores que defienden “la ley y el orden”.

Pero desde sus puestos en Washington DC y en el Ayuntamiento de Miami, en lugar de culpar al único culpable —Trump— marchan al son de “Salven al presidente famoso”, que el martes alcanzó un nuevo hito, al ser el primer ex presidente a punto de comparecer por primera vez ante un tribunal en virtud de la Ley de Espionaje.

El representante federal Carlos Giménez alardeó en Twitter, después del anuncio de su encausamiento, que jugaba animadamente al golf con el ex presidente en su Club Nacional de Golf de Bedminster, Nueva Jersey,

“¡Golf [Tee time] con Trump!”, tuiteó Giménez, sin pudor.

Como diciéndole a los miamenses y al país: aquí no está pasando nada. Su gesto tampoco perjudica los negocios de su hijo cabildero, otrora asesor de Trump.

El representante federal Carlos Giménez publicó esta imagen suya con Donald Trump en el campo de golf del ex presidente en Nueva Jersey el viernes 10 de junio de 2023. Ese día, los fiscales federales revelaron un encausamiento de 49 páginas en el que se detallaban 37 cargos contra Trump.
El representante federal Carlos Giménez publicó esta imagen suya con Donald Trump en el campo de golf del ex presidente en Nueva Jersey el viernes 10 de junio de 2023. Ese día, los fiscales federales revelaron un encausamiento de 49 páginas en el que se detallaban 37 cargos contra Trump.

Para no ser menos, el alcalde de Miami, Francis Suárez, también investigado por el FBI por presuntos negocios turbios en el Ayuntamiento, confesó a Fox News un enamoramiento súbito con Trump.

No votó por él ni en 2016 ni en 2020, pero ahora está totalmente a favor de Trump y se le vio entrar en el tribunal federal el martes tras abrirse paso entre la multitud.

¿Por qué este cambio tan drástico ahora?

“Aquí el problema es el miedo al Estados Unidos de Joe Biden”, dijo Suárez. “Ya sabemos lo que puede hacer un gobierno disfuncional”.

Lo curioso es que “gobierno disfuncional” es una descripción más adecuada para su mandato como alcalde que para la presidencia de Biden.

Además, es probable que el ya postulado Suárez, se esté cubriendo las espaldas en caso de que no fructifique su delirio de ganar la nominación presidencial del Partido Republicano.

Todo por el partido

Ninguno de estos republicanos de Miami apoyaría a Hillary Clinton o Biden si fueran procesados por mucho menos de lo que se le acusa a Trump. Pero Trump es el hombre que, según las encuestas, los votantes del Partido Republicano quieren en la Casa Blanca, y eso hace que los políticos adultos se comporten como amantes traicionados que simplemente no pueden despojarse de una mala decisión.

Comprenden la gravedad de este momento histórico de desgracia para la nación, pero van a exprimir a Trump por todo lo que vale para el Partido Republicano.

En un Miami falto de ética, corrupto y dúctil, apoyar a Trump se traduce en ganacia política.

Es una regla tácita de la cultura y la historia política: el servicio público no incluye el pensamiento independiente ni el liderazgo valiente. Las elecciones se deciden a favor de quien pueda mejor avivar las heridas de los exiliados, transmitidas de generación en generación.

El caudillismo fanático, lección nunca aprendida, viene acompañado de la exigencia de lealtad a un solo partido, como en Cuba, Venezuela y Nicaragua, pase lo que pase.

De ahí que los que se manifestaron en la Plaza de la Revolución de La Habana a favor de Fidel Castro, que luego se arrepintieron y cruzaron fronteras, ahora consideren una obligación presentarse en el Edificio de Tribunales Federales Wilkie D. Ferguson, Jr., y aplaudir an encausado Trump en su vergonzosa parada política en Versailles.

El encausamiento de 49 páginas —que detalla cómo Trump trató de salirse con la suya mintiendo a sus propios abogados, durante una investigación del FBI, y en una investigación del jurado de instrucción— no importa.

Ni que se le declare responsable de abusar sexualmente de una joven escritora en una tienda de Nueva York. Ni que sea un acusado penal, encausado, arrestado y procesado por un caso de delito grave con varios cargos que implica pagos para silenciar a la stripper Stormy Daniels durante la campaña de 2016.

La ironía de que Trump troleara a Clinton con cánticos de “¡enciérrenla!” por un puñado de correos electrónicos en el servidor equivocado se les escapa a los leales del Partido Republicano.

Incluso un burdo intento de robar unas elecciones. Incluso un ataque al Capitolio. Incluso el auge del fascismo, la otra cara del comunismo, no son un problema.

Trump, un mentiroso crónico, calificó la exhaustiva investigación y la consiguiente acusación criminal contra él como “un engaño” en Truth Social, y esas fueron todas las órdenes de marcha que sus perennes aduladores necesitaban.