Juan Pablo Vojvoda, el DT argentino que hace historia en Fortaleza, estuvo a punto de dedicarse a la Medicina y ahora enfrentará a Boca
El argentino Juan Pablo Vojvoda es el segundo entrenador que más tiempo lleva en su cargo en el Brasileirao, donde está al frente de Fortaleza desde 2021. Sólo lo supera el portugués Abel Ferreira, llamado a marcar una época en Palmeiras. En este lapso, el DT cordobés de 48 años fue tricampeón del torneo estadual, llegó a octavos de final de la Copa Libertadores y alcanzó el subcampeonato en la Copa Sudamericana. Ahora, se le presenta un enorme desafío: trepar lo más alto posible desde el Grupo D de la Sudamericana, integrado por Boca, Nacional Potosí y Real Tomayapo, según el sorteo que se realizó en la noche del lunes en la Conmebol.
A fines de la temporada pasada tuvo varias ofertas de clubes mucho más importantes, pero decidió quedarse por su implicancia con el proyecto en el nordeste brasileño. Aquí, el retrato de un entrenador que estuvo a punto de ejercer como médico. Y un llamado telefónico de su representante lo llevó para el lado de los bancos de suplentes.
“Quiero estar en un entorno en el que me guste trabajar, en el que tenga poder de decisión, en el que pueda delegar. No es por comodidad. Exijo a la directiva que el club siga creciendo, pero yo elijo dónde quiero trabajar. Sí, tengo ambición”, dice Vojvoda en una entrevista con Placar, un medio brasileño. Y da más detalles de su identificación con el club, con la ciudad; con los hinchas: “Me han explicado que antes mucha gente sólo veía al Carioca y al Paulista, que mucha gente tiene un equipo en São Paulo o Río de Janeiro y otro aquí. Y eso está cambiando, quiero que cambie. Siento que este cambio está creciendo. Me gusta salir a la calle y ver a gente en bicicleta o en moto con la camiseta. Sentirse orgulloso de dónde venís es importante”.
Vojvoda no es un entrenador común y corriente. Él vive en Brasil y sus hijos en Rosario, donde jugó como profesional con la camiseta de Newell’s Old Boys y más tarde, una vez colgados los botines, dirigió en sus divisiones inferiores. “Cuando era jugador, íbamos juntos de un lugar a otro, pero cuando volvimos a la Argentina, decidimos vivir en una ciudad donde nuestros hijos tengan su propio espacio”, recuerda el DT. Y añade: “Empecé la vida de entrenador [en 2017] y sé que nos lleva a muchos lugares. Ellos siguen mucho todo, siempre están cerca de lo que pasa. Así fue cuando dirigí Defensa y Justicia, por ejemplo. Yo vivía en Buenos Aires, ellos en Rosario, pero era más fácil porque volvía todos los fines de semana. Yo tenía uno o dos días libres y ellos iban a ver los partidos, pero después me fui a Córdoba, luego a Chile... Ahora estamos en Brasil, a una distancia mucho mayor”.
Rosario y Newell’s son fundamentales en la vida del entrenador cordobés, que no descarta ni la posibilidad de dirigir a una selección, ni la de trabajar en culturas muy diferentes a la sudamericana. Está abierto a todo. Sobre su paso por la Lepra rosarina y su casi dedicación exclusiva a la medicina, Vojvoda recuerda: “Me fui a Newell’s Old Boys cuando tenía 14 o 15 años, dejando Cruz Alta. Tenía 18 y todavía no podía llegar a profesional, así que mi mamá me dijo: ‘Bueno, vamos a seguir trabajando, estudiando...’. Me gustaba la medicina y empecé la universidad, pero seguí jugando al fútbol. Cuando cumplí 20 años, conseguí hacerme profesional. Estaba en el segundo o tercer año de Medicina y mis padres me dijeron en una conversación que era el momento del fútbol, porque cuando tuviera 40 años ya no podría jugar, y la Medicina sí. Me mantuve cerca de la Medicina, incluso para mantener la mente ocupada. Me fui a España, dejé de estudiar y pasamos allí más de siete años. Cuando terminé la carrera, me hice entrenador, pero al mismo tiempo volví a la universidad. Hasta que terminé todas las asignaturas para hacer las PFO (Prácticas Finales Obligatorias): tres meses en una ambulancia, tres en un hospital y los tres últimos en centros de salud. Hice los tres primeros, luego tres más y me incorporé a los tres últimos. En ese momento me llamó (el representante) Christian Bragarnik con una propuesta. ‘¿Podés viajar a Buenos Aires? Quiero charlar con vos’. Yo estaba a un mes de recibirme de médico. Me gustaba estudiar, me interesaba, pero cuando estaba en el hospital no sentía las ganas que tenían mis compañeros. Me gustaba la Medicina por la lectura, pero no me apasionaba ejercerla. Tal vez, si hubiera continuado, habría seguido el camino de la investigación. Volví a casa y hablé con mi mujer, que me apoyó: ‘Si te gusta el fútbol, elegí el fútbol’. Y así fue: volví al fútbol”.
Fue un regreso con gloria: dirigió en Huracán, luego en Unión La Calera (Chile) y ahora este presente exitoso en Fortaleza, que aparenta ser su lugar en el mundo. ¿Qué lo lleva a disfrutar del fútbol en el nordeste brasileño? Lo cuenta el propio Vojvoda en la entrevista con Placar: “No podemos confundir lo que sale en los medios de comunicación con la verdadera esencia del fútbol. Me gusta sentir a los hinchas en el campo. Cuando no había redes sociales ni tantos programas de televisión, íbamos a la cancha a manifestarnos. Ahora los hinchas van a la cancha, y yo quiero eso, lo encuentro en Fortaleza. La verdadera esencia del fútbol está en la cancha, cuando la pelota rueda y los aficionados se manifiestan. Ese es el verdadero amor que la gente siente por los colores de su camiseta, por su club... Y eso es lo que he encontrado en Fortaleza. He conocido a aficionados que han sufrido mucho, pero que en los últimos años han disfrutado. Eso me emociona”, revela el DT cordobés.
En tiempos de globalización y de contratos multimillonarios, el entrenador argentino se rebela contra el sistema. No reniega del capitalismo, pero aporta otra mirada: “Sí, el dinero es importante. Nos hace crecer y nos ayuda en muchas cosas. Todos queremos tener más, ¿no? ¿Pero cuánto más? El dinero es importante para comprar comida, pero no se puede comer dinero. ¿Mucho dinero o mucha comida? ¿Qué preferís? Entonces responden: ‘Prefiero el dinero porque con dinero podré comprar comida’. Pero la esencia es la comida, no el dinero. La necesidad humana es comer. Así que no podemos confundir esto. No critico el dinero porque todos lo queremos. Yo incluido. Me gusta vivir bien, pero no podemos confundir los valores”. Y recuerda: “Mis padres siempre eligieron el trabajo; nunca el dinero”.
Más sobre su relación (e identificación) con Fortaleza: “He ayudado a crecer al club y ellos me han ayudado a crecer a mí. Es un ciclo, una retroalimentación continua. En muchos partidos siento un ambiente especial cuando el Castelão -el estadio donde juega el equipo, el cuarto más grande de Brasil- está lleno. Tenemos que seguir así por más tiempo. El Castelão tiene que ser nuestra casa. Tenemos que estar orgullosos de él. A menudo me encuentro con un tipo de hincha aquí en Fortaleza, ahora cada vez menos, que me dice: ‘Hey, Vojvoda, tenés que ir al Palmeiras, al Corinthians, al Botafogo’. Y yo digo: ‘¿Pero vos sos de Ceará? ¿Por qué me decís eso?’. Quiero que la gente del fútbol se sienta identificada con el club y que esa identificación sea fuerte. Es un sentimiento de pertenencia. Yo digo que Vojvoda pasará, Marcelo Paz -el director general del club- pasará, la directiva pasará, y lo que siempre quedará serán los aficionados. Puedo tener buenos recuerdos de 2021, de la conquista de la Copa do Nordeste en 2022, de momentos aquí, pero puedo tenerlos en otro club. Los hinchas también recordarán, serán hinchas del Fortaleza por el resto de sus vidas, y eso es lo más importante para mí”, cuenta.
Y sobre el futuro, Vojvoda aporta: “En 2021 nos clasificamos a la Copa Libertadores. Es verdad que me gusta la Copa, no sé si porque soy argentino, sino por que crecí viendo partidos los miércoles y los jueves a la noche. Recuerdo la década del 90, Newell’s en el Coloso del Parque. Perdimos la final del 92 contra el San Pablo de Telé Santana y yo siempre iba a los partidos. También fui a la final de 1988 con Nacional de Uruguay. Conseguimos clasificarnos en 2021 y planteé este objetivo al club y a los jugadores. Les dije que no se trataba sólo de estar, de disfrutar de los mosaicos que hacían los hinchas en las canchas, sino de clasificanos para la siguiente ronda. Quería jugar los octavos de final de la Libertadores. Que el equipo disfrutase, pero que también cumpliese la tarea. Pero fue una experiencia de aprendizaje, porque el Brasileirao quedó relegado. Cuando quedamos eliminados de la Libertadores y pensamos en escalar en la tabla, fue muy difícil. Pero sí, me gustaría ganar el título”, se entusiasma.
Y habla de la selección argentina y de Lionel Scaloni, y aporta su visión sobre la posibilidad de que un argentino dirija en algún momento a la selección brasileña (el italiano Carlo Ancelotti, después de todo, sonó para hacerse cargo del Scratch tras el interinato de Fernando Diniz): “Scaloni elogia mucho a los brasileños con los que ha trabajado, pero no parece haber esa reciprocidad por nuestra parte. Creo que primero tiene que haber una comunión. La selección tiene que tener eso. Hay que tener la comunión que Scaloni logró en Argentina, por ejemplo, porque la selección es de todos. Un extranjero podría entrar en la selección brasileña, pero antes tendría que darse ese proceso. ¿Sería aceptado o encontraría mucha resistencia?”, se pregunta Vojvoda, un entrenador diferente.