Irán es un infierno en la tierra en el que no se puede ni bailar

10 años y seis meses de cárcel simplemente por bailar. Esto, que podría ser tranquilamente el argumento de una película distópica, es una realidad que se está viviendo hoy en día en Irán, uno de los regímenes más férreos y represores del mundo.

Una condena que ejemplifica a la perfección cómo el país persa se ha convertido en un lugar en el que puedes terminar entre rejas o incluso ejecutado por acciones sencillas e inocentes que en el resto del planeta se pueden hacer cada día sin ningún tipo de consecuencias.

Las mujeres de Irán protestan por sus derechos. (Photo by Fatemeh Bahrami/Anadolu Agency via Getty Images)
Las mujeres de Irán protestan por sus derechos. (Photo by Fatemeh Bahrami/Anadolu Agency via Getty Images)

Irán es, en definitiva, un lugar en el que tu vida está en peligro permanente si quieres ejercer cualquier derecho básico. Donde la única libertad de expresión que existe es no cuestionar al régimen ni ninguna de sus decisiones.

Desgraciadamente, hay ejemplos muy recientes que ponen de relieve que Irán es un infierno en el que cualquier palabra o gesto pueden condenarte de por vida. Astiyazh Haghighi y su prometido, Amir Mohammad Ahmadi, ambos de poco más de 20 años, acaban de sufrirlo en sus carnes. Fueron arrestados a principios de noviembre tras viralizarse un vídeo en el que bailaban de forma romántica frente a la Torre Azadi.

Ella no llevaba el pañuelo en la cabeza, algo prohibido en Irán, donde las mujeres tampoco pueden bailar en público y mucho menos con un hombre. La pareja ha sido condenada por "fomentar la corrupción y la prostitución pública", así como por "reunirse con la intención de perturbar la seguridad nacional".

Este caso no es un hecho aislado. También está el del futbolista, Amir Nasr-Azadani, condenado a la horca por supuestamente haber asesinado a tres miembros de las fuerzas de seguridad, aunque finalmente su pena se quedó en 26 años de prisión.

O el de las decenas de personas que han sido ejecutadas en los últimos meses, 55, según la organización Iran Human Rights, simplemente por apoyar las protestas por los derechos de las mujeres. O los miles, 14.000 de acuerdo a las cifras de Naciones Unidas, que han terminado entre rejas, desde destacados periodistas y abogados a simplemente gente inocente que salió a la calle dispuesta a evitar la última tropelía de su Gobierno.

Y es que el 16 de septiembre de 2022 algo cambió en Irán. Ese día murió Mahsa Amini, una mujer anónima de 22 años que se iba a convertir en un símbolo para la sociedad. Murió tras ser arrestada y torturada por la policía religiosa por no llevar correctamente el hiyab.

Su asesinato propició una ola de protestas multitudinarias a favor de los derechos de las mujeres y contra un régimen que ha marcado la vida del país persa desde hace más de 30 años.

Han pasado los meses, las manifestaciones se han mantenido y las autoridades han respondido de la única forma que saben: con más represión y violencia.

El asesinato de Mahsa Amini ha provocado una ola de protestas en todo el mundo. (Photo by BEHROUZ MEHRI/AFP via Getty Images)
El asesinato de Mahsa Amini ha provocado una ola de protestas en todo el mundo. (Photo by BEHROUZ MEHRI/AFP via Getty Images)

Las cosas van a ir a peor

Más allá de la ola de detenciones y ejecuciones, el Parlamento iraní planea criminalizar los comentarios en las redes sociales. Quieren agregar un artículo al Código Penal en el que se reprima aún más la libertad de expresión.

Tal y como señala IranWire, el proyecto de ley dice que las personas que ocupan "una posición social, política, científica y cultural" y usan las redes sociales para comentar sobre temas que "requieren" una respuesta oficial serán sentenciadas a prisión si sus publicaciones reciben "retroalimentación generalizada" e "interrumpen el orden público.".

Toda una declaración de intenciones de lo que está por venir en el futuro, con las autoridades ya interrumpiendo el acceso a Internet en numerosos lugares del país e impidiendo el uso de redes sociales y plataformas de mensajería para sofocar las protestas. Una triste realidad que pronostica unos meses muy duros para la sociedad iraní.

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