Muchos hombres de la generación Z se sienten olvidados, y algunos ven en Trump su respuesta ‌

En cierta forma, estas elecciones presidenciales se han convertido en un referendo sobre los roles de género, y la generación que exhibe la mayor diferencia en opinión entre las mujeres y los hombres que van a votar es la generación Z.

Por un lado están las mujeres jóvenes, que constituyen un conjunto muy liberal y se han galvanizado políticamente gracias a bombas de género como el movimiento #MeToo, la anulación del caso Roe contra Wade y la candidatura de la vicepresidenta Kamala Harris.

Del otro lado están los hombres jóvenes, algunos de los cuales sienten que el ritmo acelerado al que han cambiado los roles de género los ha dejado en el olvido social y económico, además de que ven al expresidente Donald Trump como un defensor de la masculinidad tradicional.

Aunque una mayor proporción de mujeres que de hombres prefiere apoyar a Kamala Harris que a Donald Trump en todos los rangos de edad, la brecha es más marcada entre los electores más jóvenes.
Aunque una mayor proporción de mujeres que de hombres prefiere apoyar a Kamala Harris que a Donald Trump en todos los rangos de edad, la brecha es más marcada entre los electores más jóvenes.


Cuando el presidente Joe Biden todavía estaba en la contienda, los hombres de entre 18 y 29 años favorecían a Trump, en promedio, por 11 puntos porcentuales, mientras que las mujeres jóvenes favorecían a Biden por 28 puntos, según cuatro encuestas nacionales realizadas por The New York Times y Siena College entre diciembre y junio. Era una brecha de género de 39 puntos, mucho más considerable que la observada en el resto de las generaciones de mayor edad.

Ahora, en algunas encuestas Times/Siena realizadas en seis estados pendulares este mes tras la designación de Harris como posible candidata demócrata, se observa que los varones jóvenes prefieren a Trump por 13 puntos, mientras que las mujeres jóvenes favorecen a Harris por 38 puntos, una brecha de 51 puntos.

El mensaje de Trump ha resonado en particular entre los varones jóvenes sin títulos universitarios y los hombres jóvenes de color. Entre los varones de menos de 30 años que votaron por Biden en 2020, la mayoría de los que todavía lo apoyaban en las encuestas de estados pendulares en mayo eran blancos y con títulos universitarios, en contraste con los que habían cambiado a Trump.

“Económicamente, nadie los socorre; políticamente, nadie los beneficia; culturalmente, nadie protege sus intereses”, afirmó Daniel A. Cox, director del grupo de expertos de derecha Survey Center on American Life del American Enterprise Institute, quien ha escrito sobre la brecha de género entre los jóvenes. “Los atrae su mensaje, su imagen, el machismo orgulloso que intenta proyectar”.

Los hombres de la generación Z tampoco han dado un giro en masa hacia la derecha, y todavía es más probable que se identifiquen como demócratas que como republicanos, entre un 30 y un 24 por ciento, según datos de PRRI, una empresa de investigación de opinión pública (el resto son independientes). Las mayorías en este grupo apoyan el derecho al aborto y el matrimonio entre personas del mismo género, e incluso los hombres jóvenes que planean votar por los republicanos no tienen una ideología social conservadora en todos los casos.

En entrevistas con varones que planean votar por Trump, comentaron que no se sienten valorados. Lamentan que ahora es más difícil ser hombre. La fortaleza es una cualidad que valoran en un presidente. Sin embargo, no expresaron una misoginia recalcitrante ni alabaron los despliegues exagerados de fuerza que caracterizan a la campaña de Trump. La mayoría de sus inquietudes eran de índole económica, como lo viable que sería para ellos cumplir el papel masculino tradicional de mantener una familia.

En años recientes, según algunos investigadores, la opinión generalizada ha sido que ambos partidos les ofrecen a los varones visiones distintas de su lugar dentro de la sociedad estadounidense. Mientras que la derecha promueve la masculinidad convencional, la izquierda parece evadirla, por lo que muchos hombres jóvenes buscan una alternativa.

“Esto es lo que dice un feminista: Nosotros lo hacemos cuando intentamos dar a entender que las mujeres son brillantes y los hombres son el problema”, explicó Niobe Way, profesora de psicología del desarrollo en la Universidad de Nueva York que ha dedicado cuatro décadas al estudio de niños y hombres y en julio publicó “Rebels With a Cause: Reimagining Boys, Ourselves and Our Culture” (Rebeldes con causa: creemos una nueva imagen de los niños, de nosotros mismos y de nuestra cultura).

Way hizo notar que, en contraste, “lo que Trump dice, definitivamente, es: ‘Te veo, te valoro, veo tu masculinidad’”.

Ranger Irwin, elector de 20 años que apoya a Trump y trabaja en una tienda de neumáticos Discount Tire en el norte de Las Vegas, opina que la sociedad estadounidense ya no “deja que los hombres sean hombres”.

“A los hombres de mi edad, desde que éramos pequeños, nos han dicho: ‘No debes hacer esto, no debes hacer aquello, solo debes quedarte aquí sentado sin hacer ruido’”. Han hecho que ser hombre “sea un poco más difícil de lo que era antes”.

Sentir que no tienen un lugar definido

Desde que las mujeres comenzaron a sumarse a la fuerza de trabajo y a cursar estudios superiores en grandes números en los años setenta, cada nueva generación ha logrado grandes avances hacia la igualdad económica con los varones. Hoy en día, las mujeres tienen mejor escolaridad que nunca antes y obtienen más grados universitarios que los hombres, además de que cada vez más mujeres son el sustento de su familia y alcanzan la cima del poder en la sociedad estadounidense.

Para los hombres, las últimas décadas han sido más complicadas. La proporción de hombres trabajadores ha bajado. Han desaparecido muchos de los empleos que antes desempeñaba una mayoría de varones, en especial trabajos manuales que no requerían un grado universitario. La proporción de hombres que no tienen pareja va en ascenso.

Con el cambio del guion antiguo del rol que les correspondía a los hombres, algunos han sentido que los han dejado sin un guion nuevo, sin saber qué hacer.

Alec Torres, de 21 años, quien terminó la preparatoria y trabaja en la industria minorista en Canton, Georgia, planea votar por Trump porque le preocupan los precios; según dijo, lo único que quiere es ser capaz de mantener a una familia.

“No podemos darnos el lujo de tener hijos; apenas podemos costear tres comidas al día”, aseveró. “Quiero poder ir al médico y cubrir el costo. Quiero poder comprar una casa. Quiero poder tener un auto. Quiero tener un empleo que disfrute. Quiero vivir, no solo sobrevivir”.

Apoya el derecho al aborto y es de ideología progresista en otros temas sociales. “¿Quieres ser gay o trans? Perfecto”, dijo. Pero comentó que a los chicos ya no los educan para que sean buenos padres o mantengan a su familia.

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Cuando el Centro de Investigaciones Pew les preguntó a algunas personas si el terreno que han ganado las mujeres ha sido a costa de los hombres, menos de un quinto de los encuestados respondieron que sí. Pero entre los hombres jóvenes que apoyan a Trump, el 40 por ciento respondió afirmativamente.

“En general, lo que pasa es que nos menosprecian”, compartió Daniel Romstad, elector de Lapeer, Míchigan, de 28 años que terminó la preparatoria, apoya a Trump y trabaja en el área de hojalatería y pintura. Relató que todo inicia desde pequeños: “El sistema escolar en general se enfoca más hacia las niñas, solo porque son más fáciles”.

La ‘fórmula de la testosterona’

Trump, con su campaña marcada por combates de artes marciales, camisetas rasgadas e insultos ofrece una versión alternativa y agresiva de masculinidad. Su compañero de fórmula, JD Vance, ofrece otra, con énfasis en la importancia de las familias patriarcales y que las mujeres críen a los hijos.

Juntos, opinó Christine Matthews, una encuestadora, han creado “la fórmula de la testosterona”.

“El propio Vance ha dicho que al frente del Partido Demócrata se encuentran señoras que no tienen hijos, pero sí gatos, y esa es su proyección de una especie de partido femenino, intolerante y nada típico de la vida estadounidense”, comentó. “Además, su partido exalta esta especie de versión masculina de un partido musculoso de clase trabajadora hecha en Estados Unidos que anda en camioneta pickup”.

En algunas entrevistas, muchos de los varones jóvenes que apoyan a Trump indicaron que admiran su fuerza y su conducta de macho.

Malachi Bohlmann, veterano de 23 años, estudiante y empresario inmobiliario de Phoenix, mencionó que la fuerza de Trump es positiva para el control fronterizo y la política extranjera.

“Lo que me gusta de Trump es su aura completa en lo que respecta a geopolítica y su capacidad de mostrar que Estados Unidos es una superpotencia fuerte”, señaló. “Así no te vas a querer meter con nosotros”.

Aunque los temas de género, como los derechos reproductivos, son centrales en la campaña presidencial de Harris, no ha hecho que el discurso gire en torno a su propio género. Más bien, su compañero de fórmula, el gobernador Tim Walz, fue quien lo hizo al ofrecer una versión distinta de masculinidad.

Es veterano, defensor de la Segunda Enmienda y fue entrenador de futbol americano en una escuela preparatoria. Sin embargo, trabajó en una profesión dominada por mujeres, el magisterio, y no tiene ningún problema en hablar sobre la paternidad y respaldar los derechos de las mujeres y las personas gay y transgénero.

“Representa una manera totalmente nueva de ser hombre, duro y suave, capaz de valorar por igual ambos lados de su humanidad”, indicó Way.

Para tener éxito, los políticos necesitan ver ambos lados de los electores también, opinó.

“Mi mensaje para los demócratas es que necesitamos incluir las necesidades de las personas que quieren votar por Trump y abordarlas de frente”, afirmó. “No intentar convencerlos de que deberían preocuparles los inmigrantes, los negros o las mujeres, sino preguntar qué es lo que les preocupa y qué podemos hacer para ayudarles a que su familia prospere”.

c.2024 The New York Times Company

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