La misteriosa historia del hombre de la máscara de hierro que Leonardo DiCaprio llevó al cine

La máscara que portó Leonardo DiCaprio en la película sobre este misteriosos personaje de 1998 (Photo by David Crane/MediaNews Group/Los Angeles Daily News via Getty Images)
La máscara que portó Leonardo DiCaprio en la película sobre este misteriosos personaje, estrenada de 1998 (Photo by David Crane/MediaNews Group/Los Angeles Daily News via Getty Images)

Leyenda o realidad, esa es la gran incógnita que se cierne sobre el hombre de la máscara de hierro, uno de los prisioneros más famosos jamás retenido en una prisión francesa. Fue Voltaire quien le puso en el mapa y a Leonardo DiCaprio le debemos el hito de mantenerlo vivo en el imaginario colectivo más de tres siglos después y hasta nuestros días gracias a la película del mismo nombre. Estrenada en 1998, en ella, un jovencísimo DiCaprio se mete en la piel de este reo cuya identidad continúa, a día de hoy, rodeada de misterio.

La primera referencia que se tiene de este hombre data de 1669, cuando François Michel le Tellier, secretario de Guerra de Luis XIV, remitió una misiva confidencial a Bénigne Dauvergne de Saint-Mars quien, por aquel entonces, era alcaide de la prisión Pinerolo, en el noroeste de Italia, perteneciente al vasto territorio francés. En la carta, el también marqués de Louvois informó al funcionario sobre la llegada de un preso de máxima relevancia para el devenir de la monarquía. “Es de máxima importancia para el servicio de Su Majestad que sea custodiado con grandes medidas de seguridad, así como que no pueda dar información a nadie de ninguna manera, ni siquiera por carta. Os aviso con antelación para que el en el calabozo nadie pueda comunicarse con él ni tenga acceso a otros. Que las puertas que lo custodien estén bien cerradas para que los centinelas encargados no puedan escuchar nada. Lo amenazareis con matarlo si alguna vez abre la boca para hablaros de otra cosa que no sean sus necesidades”, le advirtió.

En 1698, Saint-Mars fue nombrado gobernador de la Bastilla, la casi impenetrable fortaleza que protegía el costado oriental de la ciudad de París. Ahí se trasladó acompañado de uno de los presos. Se dice que era la misma persona desconocida de la que daba cuenta la carta que recibió del hombre de confianza del Rey Sol y cuyo motivo de encierro fue considerado secreto de Estado. A Voltaire le debemos el hito de popularizar su leyenda. El filósofo francés tuvo constancia de su existencia durante su propio encierro en la Bastilla. Ahí fue a parar por escribir una serie de versos satíricos que no sentaron nada bien en las altas instancias del poder y es ahí donde empezó a escuchar los relatos sobre la presencia de otro prisionero al que nadie se podía acercar, mucho menos hablar y al que nadie había visto el rostro, oculto bajo una máscara que impedía identificarle. Según relata el pensador en su obra ‘El siglo de Luis XIV’ (publicada en 1751), era un joven alto y de buena presencia al que no se le negaba nada de lo que pedía, tocaba la guitarra y solo mantenía contacto con un carcelero sordomudo. Voltaire concluyó que debía ser una persona reconocible y relevante, de ahí que se buscara mantener su identidad en secreto a como diera lugar.

Leonardo DiCaprio en la película 'El hombre de la máscara de hierro'. (Photo by United Artists/Getty Images)
Leonardo DiCaprio en la película 'El hombre de la máscara de hierro'. (Photo by United Artists/Getty Images)

La historia del hombre de la máscara de hierro llegó a oídos de Alejandro Dumas que lo convirtió en personaje de su novela ‘El vizconde de Bragelonne’, publicada en 1847. Según cuenta, el misterioso reo no era otro que el hermano gemelo de Luis XIV quien había tenido a bien ocultar su existencia por temor a que le disputara el trono de Francia. Otras teorías apuntan a que, debajo del hombre de la máscara de hierro que, por lo visto, nunca fue confeccionada en este material, sino que era de terciopelo, estaría Nicolás Fouquet, ministro de finanzas del monarca absolutista, o, incluso –y contra todo pronóstico–, D’Artagnan. Más que nada porque el mosquetero más famoso del mundo nunca existió más allá de las novelas de Alejandro Dumas.

La última versión apunta a que el misterioso prisionero era un tal Eustache D’Auger, ayudante de cámara de Jules Mazarin, sucesor del cardenal Richeliu. Es lo que defiende el historiador Paul Sonnino en su investigación ‘The search for the man in the iron mask: a historical detective story’, que lideró durante tres décadas. Pero ¿cómo se explica que las máximas autoridades del reino se tomaran tantas molestias por ocultar la identidad de un “don nadie”?

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De acuerdo con el investigador de la Universidad de California (Estados Unidos), Dauger conocía los tejemanejes de el cardenal Mazarino (como se conocía a Mazarin), que había acumulado una fortuna bestial gracias a sus actividades ilícitas y por medio de estafar al rey de Inglaterra, Carlos I. Sabedor de este hecho, Luis XIV mandó arrestar al vasallo del religioso coincidiendo con la firma de un tratado secreto entre Francia y el hijo de Carlos I, Carlos II, quien por aquel entonces ya estaba al frente de la corona inglesa. Gracias al acuerdo, Inglaterra se comprometía a ayudar al Rey Sol en la guerra franco-holandesa. El monarca no podía permitirse que Dauger se fuera de la lengua sobre cómo su señor se había hecho rico y socavar con la verdad la importante alianza. Así pues, lo encerró y prohibió a nadie acercársele y, mucho menos, reconocerle. De esta manera, se aseguró de que el secreto de Estado no viera nunca la luz y que la leyenda superase con creces la mundana conspiración.

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