La hipocresía en México: satanizan la comida 'chatarra', pero no promueven el cubrebocas
El Congreso legislativo del estado de Oaxaca aprobó una ley, con 31 votos a favor, con la que se prohíbe la venta, regalo y suministro de bebidas azucaradas y alimentos con alto contenido calórico a los menores de edad. Con este instrumento se busca disminuir en la entidad, el índice de obesidad entre los menores de edad.
Según indicadores del Sistema Nacional Salud 34 por ciento de niños y adolescentes en México, tienen sobrepeso y obesidad. Oaxaca ocupa el primer lugar en el país en obesidad infantil y registra más de 60 mil niños y niñas de cero a cinco años de edad con desnutrición. (Sin Embargo, 2 de agosto de 2020
Desde que se presentó la iniciativa de ley en el Congreso de Oaxaca el subsecretario Hugo López-Gatell, a cargo de “administrar” la pandemia de Covid-19, la apoyó por considerar que coincide con iniciativas del Gobierno federal de promover la sana alimentación.
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Durante una gira de trabajo por el estado de Chiapas el subsecretario López Gatell, días antes, había cuestionado el alto consumo de azúcares y alimentos industrializados de la población mexicana, como los refrescos, dijo que no significan una sana alimentación ni fortalecen la salud. Al respecto planteó dos preguntas: ¿Para qué necesitamos el veneno embotellado, el de los refrescos? ¿Para qué necesitamos donas, pastelitos, papitas que traen alimentación tóxica y contaminación ambiental?
Explicó el subsecretario López-Gatell que el consumo de productos con alto contenido de sal y azúcar propician enfermedades como obesidad, diabetes e hipertensión y que durante la pandemia de coronavirus se había constatado que las personas que padecen, cuando menos una de estas tres enfermedades, estaban propensas a desarrollar complicaciones que podrían ser fatales.
Al intervenir en la conferencia de prensa mañanera del presidente, el subsecretario López Gatell, que pretende impulsar una estrategia nacional de salud alimentaria, señaló que más de 40 mil mexicanos mueren al año por enfermedades relacionadas con el consumo de refrescos. Afirmó que es necesario dejar su consumo y de otros productos industrializados, particularmente las personas que tienen COVID-19.
El tema del alto consumo de bebidas azucaradas y los llamados “alimentos chatarra” no es novedoso, aunque ahora sale a flote debido a la pandemia del coronavirus. La polémica relacionada con la orientación nutrimental tiene cuando menos 30 años, en los que el gobierno y los legisladores en turno han aprovechado para elevar los impuestos a los fabricantes que terminan afectando el bolsillo de los consumidores. La historia es idéntica a la seguida en los casos del consumo del tabaco y alcohol.
En la prohibición que se plantea para el consumo de bebidas azucaradas y “productos chatarra” de los menores, el Estado no asume la responsabilidad de imponer una determinación, para muchos de vida o muerte. Evade el conflicto y deposita la responsabilidad en los padres para que estos “regulen” el consumo de refrescos y demás de sus hijos. Parece una propuesta insuficiente y falsa desde ahora, pues los padres también son víctimas y han propiciado y promovido el consumo de estos productos.
En este episodio llama la atención la participación interesada del subsecretario López-Gatell que en el tema encontró un pretexto que le permite hacer responsables a los enfermos de obesidad, diabetes e hipertensión, de las consecuencias fatales del Covid-19 y evade reconocer que muchos de los muertos podrían estar con vida de haber propuesto una eficaz estrategia de contención de la pandemia.
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Hasta el momento no hay promoción del gobierno federal para el uso del cubrebocas. Las expresiones desacertadas y desorientadoras del presidente López Obrador, como decir que lo utilizará cuando se acabe la corrupción, son absolutamente irresponsables.
La visión de los legisladores de Oaxaca pone en evidencia su ignorancia sobre la forma en la que opera la industria que vende bebidas, que también envasa agua y la comercializa con enormes márgenes de ganancia. También muestra la hipocresía de López-Gatell ante el problema de salud de los mexicanos.
Muchos en México tienen problemas de autoridad y consideran que lo que se prohíbe se promueve. En el pasado se prohibió la venta de licores y tabaco a los menores. Después de tres décadas no hay menos alcohólicos ni enfermos de cáncer en los pulmones por fumar. Entregar a los padres la responsabilidad no es garantía de salud. Pero es conveniente para López-Gatell y su patrón.
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