Por qué Helene causó tanto daño, incluso lejos de la costa
Los huracanes suelen debilitarse en tierra. Pero si el suelo ya está húmedo por lluvias anteriores, los ciclones pueden recibir un impulso adicional.
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Mientras prosiguen las labores de rescate en el sureste de EE. UU. tras el paso del huracán Helene, los científicos empiezan a entender por qué el ciclón pudo causar estragos tan lejos de las costas, en lugares como el oeste de Carolina del Norte, menos acostumbrados a la furia de los huracanes.
Para los científicos, Helene es el Katrina de 2024, un ciclón que se estudiará durante años, dijo Dev Niyogi, profesor de Ciencias Planetarias y de la Tierra de la Universidad de Texas en Austin. El huracán Katrina arrasó Nueva Orleans y la región circundante en 2005, y sigue siendo uno de los huracanes más costosos y mortíferos de la historia de EE. UU.
Helene llegó a Florida el jueves pasado como huracán de categoría 4 y se adentró cientos de kilómetros en el país, arrojando billones de litros de lluvia. Los vientos del ciclón se debilitaron en tierra, como suelen hacer los huracanes porque ya no tienen acceso a las cálidas aguas oceánicas que los impulsan.
En el caso de Helene, sin embargo, las lluvias precursoras habían dejado el suelo húmedo desde Atlanta hasta el sur de la región de los Apalaches. Esta humedad podría haber dado al huracán un impulso extra de energía, sobre todo después de un verano tan caluroso como el de este año, dijo Niyogi.
“Si el suelo está húmedo y caliente, estamos en realidad preparando la tierra” para fortalecer un ciclón, dijo. Los científicos llaman a este fenómeno “efecto del océano marrón”, porque hace que el suelo encharcado influya en un ciclón tropical del mismo modo que lo hace la superficie del mar.
Helene es el más reciente de una serie de fenómenos extremos de lluvias e inundaciones que han causado estragos en todo el mundo este año.
World Weather Attribution, una colaboración de investigación científica, estaba preparando un análisis de Helene que probablemente se publicaría la semana que viene, dijo una de las fundadoras del proyecto, Friederike Otto, científica del clima del Imperial College de Londres.
El grupo tenía previsto calcular cómo habrían variado las precipitaciones, la velocidad del viento y otras características del ciclón en un mundo que no se hubiera calentado por la quema de combustibles fósiles, dijo Otto. En las últimas semanas, World Weather Attribution ha examinado la influencia del cambio climático provocado por el hombre en los ciclones del sudeste asiático y de Europa central y oriental.
Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, los científicos afirman que el calentamiento por efecto invernadero afectará a los huracanes y las tormentas tropicales de varias maneras a medida que sigan subiendo las temperaturas.
Se prevé que los ciclones tropicales provoquen más inundaciones costeras debido al aumento del nivel del mar. Pueden provocar aguaceros más intensos porque el aire caliente puede transportar más humedad. Y es más probable que se intensifiquen rápidamente porque se forman sobre agua de mar más caliente.
La semana pasada, Helene pasó de ser un ciclón de categoría 1 a un huracán de categoría 4 en menos de un día, debido a la temperatura de las aguas del golfo de México. El número de huracanes que se intensifican tan bruscamente antes de tocar tierra en Estados Unidos ha aumentado considerablemente en los últimos siete años.
Los científicos no esperan que el número total de huracanes aumente globalmente a medida que el planeta se calienta. Pero entre los ciclones tropicales que se formen, se espera que una mayor proporción se intensifique hasta alcanzar la categoría 4 o 5, según la NOAA.
Otro factor que puede haber contribuido a la capacidad de destrucción de Helene es la lluvia que cayó en el sureste de EE. UU. la semana pasada, poco antes de que el huracán arrasara la zona.
El jueves, mientras caían varios centímetros de lluvia en Georgia, Marshall Shepherd, director del programa de Ciencias atmosféricas de la Universidad de Georgia, tenía una preocupación acuciante: le inquietaba que los georgianos pensaran que Helene ya había llegado.
De hecho, el centro del ciclón todavía estaba sobre el golfo de México en ese momento. Shepherd temía que la gente bajara la guardia antes de que llegara el verdadero golpe.
También se dio cuenta de que las lluvias previas podrían empeorar la devastación de Helene de dos maneras. En primer lugar, probablemente saturarían el suelo, haciéndolo más propenso a las inundaciones provocadas por las lluvias del huracán. Y en segundo lugar, parte de la humedad podría evaporarse durante el ciclón, brindando a Helene energía adicional para mantenerse estable y seguir girando.
Shepherd y sus colegas tienen previsto estudiar en qué medida este segundo fenómeno, el efecto del océano marrón, contribuyó a la fuerza catastrófica de Helene.
Investigaciones anteriores han descubierto que la evaporación en tierra ayudó a mantener el huracán Ida en 2021, la tormenta tropical Erin en 2007 y otras perturbaciones tropicales durante más tiempo. “En lugar de reducirse, mantienen su intensidad y, en algunos casos, tal vez se intensifican”, dijo Shepherd.
Según dijo Shepherd, un conocimiento más detallado del efecto del océano marrón podría ayudar a los meteorólogos a determinar con mayor precisión la cantidad de lluvia que producirán los huracanes para que los propietarios de viviendas y los gestores de infraestructuras puedan prepararse. También ayudaría a “acabar con la idea” de que los huracanes son peligros en los que solo deben pensar quienes viven en las costas, dijo.
“Creo que el hecho de que estos huracanes penetren más tierra adentro es un presagio de lo que puede ocurrir en nuestro estado e incluso en la región de los Apalaches”, dijo Shepherd.
Raymond Zhong
reporta sobre cuestiones climáticas y medioambientales para el Times. Más de Raymond Zhong
c. 2024 The New York Times Company