El hechizo de la música: Jeff Beck

En su novela Todas las mañanas del mundo, el escritor Pascal Quignard decía que “la música está simplemente aquí para hablar de lo que la palabra no puede hablar. En este sentido, no es del todo humana”.

Ha muerto el guitarrista Jeff Beck. Su elegante forma de tocar la guitarra hablaba allí donde la palabra no alcanza a expresar emociones.

Tal vez muchos de ustedes no lo conozcan. Fue uno de esos guitarristas para guitarristas. Alejado de los laureles del éxito masivo, su música, su forma de acariciar las cuerdas de la guitarra, no parecía del todo humana.

Jeff Beck antepuso su independencia creativa a las presiones comerciales para poder experimentar con diversos estilos, desde el funk, el jazz, el tecno o el reggae hasta la ópera Turandot de Puccini. El lenguaje universal que es la música se aprecia con nitidez en la sutileza de un estilo inconfundible e inimitable.

Una historia sobre música

Según Friedrich Nietzsche, “la vida sin música es sencillamente un error”. La música es la expresión de una comunicación plena, ayuda a vincular a seres humanos en torno a lazos de reciprocidad y empatía. Como diría el filósofo y musicólogo francés Vládimir Jankélevitch, humaniza y civiliza: es capaz de expresar lo que no se puede transmitir de otra manera. Es encuentro con los demás y con uno mismo. A veces me pregunto si aprender a escuchar música no sería también un aprendizaje para saber amar.