Guerra en Medio Oriente: el ataque de EE.UU. y Gran Bretaña a los hutíes en Yemen amplifica el riesgo de una dramática escalada
WASHINGTON.- El ataque de Estados Unidos y el Reino Unido a los rebeldes hutíes respaldados por Irán en Yemen en represalia por sus continuos ataques a buques comerciales en el mar Rojo en una de las principales rutas comerciales del planeta expandió el conflicto en Medio Oriente, desató un nuevo pico de tensión en la región y amplificó una vez más los riesgos a una escalada dramática en medio de la guerra en la Franja de Gaza.
Aviones de combate, barcos y submarinos de Estados Unidos y el Reino Unido lanzaron decenas de bombardeos en Yemen contra los hutíes, un grupo de rebeldes chiitas respaldado por Irán que luchó contra el gobierno yemenita durante alrededor de dos décadas y controla el noroeste del país y su capital, Saná. Desde mediados de noviembre, los hutíes lanzaron decenas de ataques contra barcos que navegan por el mar Rojo y el Canal de Suez, una ruta marítima crucial del comercio mundial en respuesta a la ofensiva de Israel en la Franja de Gaza por el ataque de Hamas el pasado 7 de octubre. El ataque contó con el apoyo de Australia, Bahréin, Canadá y Holanda.
“Nos aseguraremos de responder a los hutíes si continúan con este comportamiento escandaloso”, dijo el presidente Joe Biden este viernes, que añadió que el grupo debería ser considerado como terrorista. “Creo que lo es”, respondió.
La ofensiva de Washington y Londres, justificada por los gobiernos de ambos países en la necesidad de resguardar el comercio global, le dio una mayor envergadura al conflicto en Medio Oriente, pese a los intentos y las reiteradas advertencias de la administración de Biden y sus aliados para calmar las tensiones y prevenir una expansión de la guerra. Al ataque de Hamas a Israel y la respuesta israelí en la Franja de Gaza ya se sumaron ataques de la milicia libanesa Hezbollah –también respaldada por Irán– en el norte de Israel, y ataques norteamericanos en Irak y Siria.
“No estamos interesados en una guerra con Yemen, no estamos interesados en un conflicto de ningún tipo”, dijo este viernes el vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, en un intento por poner paños fríos a una crisis que solo ha ganado temperatura desde el inicio. “De hecho, todo lo que el presidente ha estado haciendo fue tratar de evitar cualquier escalada del conflicto, incluidos los ataques de anoche”, insistió.
Biden, que enfrentó duros cuestionamientos de republicanos y demócratas por ordenar el bombardeo sin pasar por el Congreso, dijo que los ataques eran una respuesta a “ataques hutíes sin precedentes contra buques de transporte internacionales en el Mar Rojo, incluido el uso de misiles balísticos antibuque por primera vez en la historia”. Y el primer ministro británico, Rishi Sunak, afirmó que el Reino Unido debía enviar una “señal fuerte” de que los ataques en el mar Rojo no pueden llevarse a cabo con “impunidad”.
Un alto funcionario del gobierno norteamericano dijo en la noche del jueves que los ataques buscaban “quebrar y degradar” la capacidad de los hutíes para lanzar ataques a buques comerciales y “amenazar el comercio global y la libertad de navegación en una de las vías fluviales más críticas del mundo”.
“En el fondo, estas acciones representan una amenaza para nosotros y para el mundo entero. Y nuestras acciones se centran en los peligros que representan para las vidas y las tripulaciones de estos buques y la estabilidad y seguridad del comercio global en aguas internacionales”, indicó el alto funcionario.
El ataque de Estados Unidos y el Reino Unido generó una dura advertencia de los hutíes, quienes amenazaron con continuar con sus ataques en represalia por los bombardeos. “Todos los intereses estadounidenses y británicos se convirtieron en blancos legítimos de las fuerzas armadas yemenitas tras la agresión directa y declarada contra la República de Yemen”, afirmó el Consejo Político Supremo de los hutíes en un comunicado. Luego, lanzaron un misil balístico antibuque en represalia por la ofensiva.
Pero el ataque también tuvo una repercusión más amplia en la región. Una de las reacciones más categóricas fue la del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que dijo que los bombardeos habían sido desproporcionados y que Washington y Londres querían convertir el mar Rojo en un “mar de sangre”.
“No existe proporcionalidad alguna. Todas estas acciones constituyen un uso desproporcionado de la fuerza”, afirmó Erdogan luego de concluir la oración del viernes en una mezquita de Estambul. “Yemen y los hutíes dicen que usarán toda la fuerza contra quien sea para responder. Oímos de diversas fuentes que los hutíes están llevando a cabo una defensa muy exitosa”, agregó.
Ante la nueva arremetida de violencia y la posibilidad de que las hostilidades continúen derramándose en una región históricamente volátil, el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió a todas las partes “no escalar” la crisis en el mar Rojo, indicó su vocero, Stéphane Dujarric.
Amenaza al comercio global
La crisis desatada por los ataques de los hutíes a los buques marítimos forzó a la Casa Blanca a desplegar un amplio esfuerzo para frenar la amenaza al comercio global. Altos funcionarios del gobierno norteamericano dijeron en una llamada con periodistas que Biden estuvo “profundamente involucrado” en la crisis casi a diario a través de su asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, y el resto del equipo del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.
“El presidente habló sobre el tema con líderes de todo el mundo, incluidos nuestros socios en Europa y la región”, indicaron.
Para resguardar el comercio en el mar Rojo, Estados Unidos ya había puesto en marcha en diciembre último la Operación Guardián de la Prosperidad, una coalición de 22 naciones. Esta misma semana, el Consejo de Seguridad de la ONU había emitido una resolución que condenó “en los términos más enérgicos” los más de 20 ataques contra buques comerciales desde el 19 de noviembre, así como también a aquellos que proporcionan armas y asistencia a los hutíes en estos ataques. El principal proveedor es Irán, el gran denominador común en el conflicto regional.