Guantánamo sigue abierta, aunque no te acuerdes, y aún tiene demasiados prisioneros
Diciembre de 2008. El recién elegido presidente de Estados Unidos, Barack Obama, promete que en el plazo de dos años la cárcel de Guantánamo, ubicada en la isla de Cuba, será cerrada. Pero ni en 2010, ni en 2011, ni en 2012, ni en 2013, ni en 2014, ni en 2015, ni en 2016, el político demócrata fue capaz de mantener su promesa. Su mandato de ocho años terminó y el penal se mantuvo abierto.
De hecho, han pasado casi 15 años desde esas palabras y en pleno 2023, Guantánamo sigue a pleno funcionamiento, convertida en una de las cárceles más terroríficas del mundo. Un lugar mantenido por la principal potencia del mundo en el que no se respetan los derechos humanos y en el que cientos de personas han sido recluidas sin cargos ni juicio a lo largo de los años, tal y como denuncia Amnistía Internacional.
La leyenda negra sobre este centro de detención ha existido desde su puesta en funcionamiento en el año 2002. Tras los atentados del 11-S, George W. Bush reconvirtió esta base que tenía Estados Unidos en suelo cubano en la tan temida prisión. Desde entonces, cerca de 800 personas han vivido recluidas entre sus muros, en un limbo legal muchas de ellas, sin acusaciones, recibiendo torturas y viéndose privadas de la libertad. En el año 2003 se alcanzó el pico máximo de población: 660 reclusos al mismo tiempo.
Desde entonces la cifra no ha hecho más que bajar. Los intentos de Obama redujeron el número de reclusos a apenas 41, llegando incluso a contar con el apoyo de Bush, con el objetivo de cerrar "un capítulo negro de la historia del país".
Durante los cuatro años posteriores, Donald Trump firmó una orden para mantener abierto el lugar, al tiempo que solo se redujo en una persona la población del centro. Con la llegada de Biden, la maquinaria diplomática se ha vuelto a poner en marcha y se ha reducido en 10 reclusos, dejando la cifra en 30. ¿Son muchos? Sí y no.
Sí, porque hay que recordar que hace ya 15 años la idea era que este lugar estuviera completamente clausurado. Que tres lustros después siga abierto y con tres decenas de personas recluidas es un gran fracaso de los sucesivos presidentes estadounidenses que han ocupado el cargo.
No, porque ciertamente se ven los progresos y la unión de Obama y Biden ha conseguido reducir la cifra de 245 a 30. Es decir, Guantánamo está más cerca de ser cerrado. Lo único que está claro es que todavía hay demasiados presos en un lugar que probablemente nunca debería haber existido, algo en lo que coinciden tanto organizaciones internacionales como las autoridades locales y que no está en sintonía con la población estadounidense.
Una encuesta de 2015 señaló que el 50% de los consultados defendían que se mantuviera abierta, mientras que los partidarios del cierre solo llegaron al 27%.
Las dificultades para su clausura
Si Obama y Biden han hecho todo lo posible para cerrar este centro de detención, ¿por qué se mantiene abierto? Pues básicamente por la dificultad de reubicar a los reclusos que quedan. En un gran esfuerzo diplomático, Estados Unidos se ha dedicado en los últimos años a negociar con los países de origen de estas personas para proceder a la repatriación.
Actualmente, 16 de los 30 que quedan, son elegibles para ser transferidos, pero no pueden ir a sus países de origen (Yemen, Somalia, Libia...), por lo que se requieren negociaciones complejas con otras naciones. La opción de que esas tres decenas que quedan sean transferidos a una cárcel estadounidense está descartada.
El motivo es que una ley aprobada en el Congreso en 2015 prohíbe el traslado de detenidos a Estados Unidos, por lo tanto, la única manera de que Guantánamo reduzca su población es mediante acuerdos bilaterales en los que otras naciones acepten a los presos.
A Biden, al igual que a Obama, le gustaría culminar su mandato con el cierre de Guantánamo, pero para que esa posibilidad exista necesita reducir al máximo posible el número de inquilinos actuales. De esta manera, podría intentar presionar al Congreso para que los últimos fueran trasladados a Estados Unidos, aunque de momento, la institución no está muy por la labor.
Así pues, el cierre de Guantánamo sigue siendo la eterna promesa de los presidentes estadounidenses. No cabe duda que está mucho más cerca que hace una década, pero la realidad es que hasta que no termine esa agónica cuenta atrás del traslado de presos, esta cárcel seguirá siendo uno de los grandes motivos de vergüenza para Estados Unidos.
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