Ghajar, el pueblo libanés-israelí de población siria que reabrió tras 22 años

Ghajar (Israel), 28 oct (EFE).- Existe un pueblo cuyos casi 3.000 habitantes se sienten sirios pero tienen ciudadanía israelí. Es un pueblo que según la ONU se encuentra mitad en Líbano y mitad en el Golán sirio ocupado por Israel.

Un pueblo, llamado Ghajar, que permaneció prácticamente sellado por 22 años, hasta que abrió sus puertas el mes pasado. Aquí su historia.

Jamal y Mamduj Khatib son padre e hijo. Jamal, maestro de 64 años, nació en Ghajar y se siente ante todo sirio. Mamduj, de 26, nació en el mismo pueblo, habla hebreo a la perfección, estudia ingeniería en Haifa y se siente, sobretodo, israelí.

Sentados lado a lado en un improvisado sofá de madera y protegidos del sol radiante por un imponente olivo, deshacen con su relato la intrincada historia que llevó a que su casa se encuentre hoy simultáneamente en territorio libanés, en el único pueblo musulmán alauí de Israel y en la repentina e inesperada nueva estrella del turismo local.

EN TIERRA DE NADIE

Esa historia dice que a mediados del siglo XX, Líbano y Siria, recién independizados, pactaron que este pequeño pueblo fronterizo quedara en manos sirias. Sin conocimiento de este acuerdo, las tropas israelíes no entraron al pueblo cuando ocuparon los Altos del Golán sirios en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Sí lo hicieron unos meses después, cuando el hambre y la sed de sus habitantes, aislados tras ser desconectados de Siria y no ser recibidos por Líbano, los llevaron a pedir al Estado judío que los incorpore a los territorios ocupados.

En 1981 llegó la anexión israelí del Golán (incluido Ghajar) y la ciudadanía para sus habitantes. Pero al año siguiente Israel ocupó el sur de Líbano, hasta el 2000, periodo en el que el municipio se expandió de forma natural hacia el norte de la frontera original, penetrando en territorio libanés.

Es por eso que la "línea azul" trazada por la ONU tras la retirada israelí en el 2000, basada en las líneas pre-ocupación y que hace las veces de frontera terrestre entre ambos países, parte hoy al pueblo en dos.

Esa separación fue rechazada en su momento por los habitantes y solo se materializó en los mapas, pero en la práctica llevó a que Israel -que ejerce soberanía sobre todo el pueblo pero controla solo la frontera sur- lo designara como zona militar cerrada para evitar que sus ciudadanos fueran objetivo de milicias libanesas con fácil acceso desde el norte.

"La política juega con nosotros como una pelota de fútbol", resume a EFE Jamal.

APERTURA SORPRESA

El último episodio de esta inverosímil saga ocurrió el mes pasado, cuando tras 22 años prácticamente cerradas a no residentes, las puertas de Ghajar amanecieron abiertas de un día para el otro.

"Nosotros no sabíamos, nos enteramos por los medios y cuando vimos que el control policial de la entrada ya no estaba allí", relata Hussein, encargado de un restaurante que desde entonces ha recibido un flujo imparable de curiosos turistas israelíes.

Desde la mesa de al lado, un grupo de visitantes llegados desde la vecina ciudad de Metula, que saborea la variante local del hummus y unas típicas bolas de queso con zaatar, explica que para ellos Ghajar siempre fue un misterio y que vinieron tan pronto como se corrió la voz de su apertura.

El primer día, menciona Jamal, vinieron 4.000 turistas. El siguiente, 6.000, luego 8.000 y un sábado llegaron a 10.000. No solo residentes de comunidades aledañas: llegaron desde Tel Aviv, Jerusalén, Nazareth, Haifa y hasta de los asentamientos en Cisjordania ocupada.

Drusos del Golán, árabes-israelíes, colonos judíos e incluso un grupo de turistas escandinavos hacen fila para sacarse una foto con el Líbano a sus espaldas y degustar productos locales en los puestos de comida y souvenirs que los habitantes de Ghajar abrieron de la noche a la mañana para abastecer la incesante demanda.

Un pueblo de 2.800 personas que se comportan como una gran familia, de pequeñas casitas de colores, calles limpias y silenciosas, plagado de imponentes estatuas y esculturas, y donde no entraban desconocidos, completamente revolucionado.

La pregunta que se hacen todos en Ghajar es por qué Israel decidió abrirlo al turismo. Algunos lo atribuyen a un nuevo cerco que está siendo construido en la frontera norte del pueblo, controlada además por fuerzas de Naciones Unidas y que casi no ha registrado incidentes en los últimos 15 años.

Otros creen que no es una cuestión de seguridad sino política, y lo vinculan con el acuerdo firmado esta semana entre Israel y el Líbano para fijar sus fronteras marítimas.

Pero para la mayoría, el porqué de la apertura es menos importante que la continuidad del turismo. "Antes acá no había casi gente, no había vida. Ahora no solo tenemos los beneficios del turismo, sino que nos sentimos libres", destaca Hussein-

"Esto parece un sueño y no me quiero despertar", resume.

Pablo Duer

(c) Agencia EFE