La frágil salud de Lula da Silva amplía las dudas sobre su futuro electoral
BRASILIA.- Era una semana decisiva para el gobierno brasileño. El dólar estadounidense alcanzaba una nueva máxima histórica, ante un mercado pesimista por las dificultades en el trámite parlamentario de un paquete de corte de gastos. El Congreso, furioso con el Ejecutivo, buscaba, en tanto, explicaciones por un fallo de la corte que limita el envío de recursos públicos a los parlamentarios.
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, mientras tanto, se recuperaba de una operación de urgencia en la cabeza luego de la detección de una hemorragia intracraneal, en una sala de cuidados intensivos en San Pablo, sin traspasar el cargo a su vicepresidente.
La delicada operación que debió atravesar el presidente de Brasil reavivó los interrogantes sobre la salud del mandatario, de 79 años, no solo por su disposición para enfrentar la segunda mitad de su tercer gobierno, sino sobre su aptitud para competir por un nuevo mandato en 2026.
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— Lula (@LulaOficial) December 14, 2024
La prensa brasileña y algunos analistas trazaron un paralelismo entre la situación de Lula, quien eventualmente comenzaría una cuarta presidencia en 2027 con 81 años, y el mandatario estadounidense, Joe Biden, cuya condición física deteriorada fue cuestionada y expuesta durante la campaña presidencial este año, de forma tal que lo forzó a desistir en medio de la carrera.
“Lula pasó por una situación que nadie esperaba. No muestra signos de deterioro tan evidentes como los del presidente Biden, ni está comprometido el fin de su mandato según diagnósticos médicos, pero esto aumenta considerablemente las dudas sobre si podrá ser el candidato de la izquierda en 2026″, dijo a LA NACION Leandro Cosentino, profesor de ciencia política del Insper de San Pablo.
Los médicos del presidente garantizaron esta semana que Lula, quien dejó el viernes la sala de cuidados intensivos del hospital Sirio-Libanés luego de tres días, no tendrá ningún tipo de secuela después del procedimiento para drenar una hemorragia intracraneal.
La cirugía, realizada en la madrugada del martes, requirió una segunda intervención el jueves para obturar posibles nuevos sangrados.
Se espera que el presidente de Brasil, quien esta semana conversó con su vicepresidente, Geraldo Alckmin, y con el jefe de Gabinete, Rui Costa, por videollamada, firmó decretos y sancionó leyes desde una sala de cuidados intensivos, tenga el alta médica y regrese a Brasilia a comienzos de la próxima semana.
El origen del sangrado, según los médicos, estuvo relacionado con una caída que Lula sufrió el 19 de octubre en la bañera de la residencia presidencial, mientras se cortaba las uñas. El golpe resultó en una herida que requirió cinco puntos de sutura en la región posterior y le impidió asistir a la cumbre de los Brics en Rusia.
Pocas horas antes de que se conociera la sorpresiva intervención de Lula, la presidente del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, Gleisi Hoffmann, había recogido el guante ante los interrogantes sobre la salud del mandatario, quien ya pasó por tres intervenciones -dos esta semana- desde que asumió el control del Palacio del Planalto por tercera vez, en enero de 2023.
“Quienes conocen a Lula saben que no tiene ningún parecido con Biden. Está bien predispuesto, es activo. No se puede comparar”, dijo Hoffmann, en una entrevista con O Globo.
El presidente de Brasil suele mostrarse vital en sus redes sociales, compartiendo sus rutinas de ejercicio. Se casó poco antes de disputar la presidencia en 2022 con la actual primera dama, Janja da Silva, 20 años más joven, a quien suele citar como fuente de su supuesto rejuvenecimiento.
Lula, quien en 2011 fue diagnosticado con un cáncer de laringe que superó con un tratamiento de radio y quimioterapia, pasó en septiembre del año pasado por una cirugía invasiva en la que se le colocó una prótesis para atacar frecuentes dolores de cadera.
La hospitalización de esta semana se presentó en un momento complejo para el gobierno, no sólo por las dificultades en el Congreso para avanzar su agenda fiscal. El Banco Central (BC) brasileño aceleró el miércoles la suba de la tasa básica de interés, Selic, a 12.25%, y anticipó dos nuevas subas para enero y marzo del año que viene.
El BC viene advirtiendo al Ejecutivo que, de no presentar medidas convincentes de control de gastos, la percepción de una falta de control fiscal puede profundizar la depreciación del tipo de cambio y presionar así la inflación, cuya perspectiva viene deteriorándose. El real perdió un 25% de valor frente al dólar este año, en unas de las peores performances entre los emergentes.
“El gobierno está en una situación de debilidad, esencialmente por cuestiones económicas y la percepción de que hay una escalada inflacionaria en el horizonte. Que el presidente salga de escena en un momento clave por la discusión del ajuste fiscal, contribuye a la imagen de un gobierno complicado”, agregó Consentino.
La evaluación del gobierno de Lula entre los brasileños se mantiene equilibrada. Un 33% ve a la administración del izquierdista como positiva, mientras que un 31% la evalúa negativamente, según un sondeo de la consultora Quaest publicado esta semana. El sondeo mostró una caída en la aprobación de 1% respecto a octubre.
Con una trayectoria política ligada a la resiliencia, que incluye tres elecciones perdidas antes de convertirse en presidente por primera vez, la superación de un cáncer y 580 días de cárcel antes de regresar al Planalto, muchos se preguntan si la vida política de Lula entró en su recta final.
Su partido no ha hablado sobre 2026, aunque recientemente surgieron especulaciones de que el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, quien paulatinamente viene cobrando mayor protagonismo, podría ser la principal espada del PT en caso de que Lula desista.
El presidente de Brasil sugirió en una entrevista televisiva reciente que le gustaría ser testigo de una renovación, aunque su candidatura estará lista para entrar en juego si es “necesaria” para “derrotar a un candidato de extrema-derecha”.
El pobre desempeño del PT en las elecciones municipales de este año suma otro factor de preocupación para la izquierda, que sin Lula no tendría un líder natural.
“Pese a su gran liderazgo y carisma, tendrá dificultades para vender su imagen para el elector” en 2026, opinó André César, analista de la consultora legislativa Hold en Brasilia.
“Su salud frágil será explotada por la oposición. El PT debe comenzar ya mismo un debate serio sobre quién podría sustituirlo”, concluyó César.