Finlandia, el país más feliz del mundo, tiene un lado oscuro que no te han contado

El Informe Mundial de la Felicidad 2023 de Naciones Unidas coronó a Finlandia, por quinto año consecutivo, como el país más feliz del mundo. Este reconocimiento valora positivamente su esperanza de vida saludable, su alto PIB per cápita, su apoyo social, sus bajos niveles de corrupción o la generosidad de la comunidad.

Aspectos todos ellos en los que los finlandeses destacan y que convierten al país en todo un ejemplo a nivel global. Y es que la nación nórdica suele situarse siempre en los primeros puestos en todas las clasificaciones en las que se valora el bienestar social y los derechos y libertades.

Finlandia tiene un problema con la mortalidad por el consumo de drogas en menores de 25 años. (JONATHAN NACKSTRAND/AFP/GettyImages)
Finlandia tiene un problema con la mortalidad por el consumo de drogas en menores de 25 años. (JONATHAN NACKSTRAND/AFP/GettyImages)

Un panorama casi idílico que, sin embargo, no suele mostrar la otra cara de la moneda. Esa en la que Finlandia no sale tan bien parada. Porque al igual que el resto de países, también tiene un lado oscuro, aunque seguramente no hayas oído hablar de él entre tantas clasificaciones elogiosas.

El talón de Aquiles finlandés es el consumo de drogas entre los jóvenes. Más concretamente, la alta cifra de muertes de los menores de 25 años por el abuso de esas sustancias. El problema es tan grande que incluso hace que Finlandia tenga la tasa más alta de la Unión Europea, tal y como recoge Euronews.

De acuerdo al Informe Europeo sobre Drogas 2022, casi un 30% de las muertes por drogas en el país fueron en ese rango de edad. Finlandia lidera con el 27,91%, seguido de Hungría (25%) y Austria (23,56%). Países como España (4,76%) o Francia (4,09%) quedan a mucha distancia.

Además, los consumidores finlandeses mueren en promedio diez años antes que la media de los 27 miembros de la UE. Muchas de las sobredosis se producen por la presencia de múltiples sustancias en el cuerpo, como buprenorfina, benzodiazepinas o alcohol.

Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la sociedad finlandesa es que sus jóvenes inician el consumo a una edad muy temprana y luego es difícil recuperarse de estas adicciones. Existe un dato de lo más revelador al respecto: solo el 20% con trastornos por abuso de sustancias recibe tratamiento en Finlandia, mientras que asciende al 70% en la vecina Suecia.

De momento, las autoridades no están siendo capaces de dar respuesta a este problema de salud pública que amenaza el futuro de las generaciones más jóvenes del país, aunque ya hay quien propone soluciones.

Desde la fundación Blue Ribbon, que apoya a las personas sin hogar y a las que luchan contra las adicciones, se habla de las salas de inyección supervisadas. Al igual que ocurre en Alemania o Países Bajos, se trata de lugares en los que se pueden consumir drogas en un ambiente higiénico y bajo la vigilancia de un profesional. Lógicamente, este tipo de iniciativas han mostrado una reducción considerable de las complicaciones tras el consumo de sustancias.

Siga el camino que siga Finlandia, lo cierto es que esta realidad es insostenible a largo plazo, por lo que hacen falta soluciones inmediatas que eliminen ese lado oscuro del país.

Finlandia está considerado el país más feliz del mundo. (Photo by Francis Dean/Corbis via Getty Images)
Finlandia está considerado el país más feliz del mundo. (Photo by Francis Dean/Corbis via Getty Images)

Los suicidios, otra fuente de preocupación

Otro de los problemas sociales que supone una preocupación para el país nórdico es su elevada tasa de suicidios dentro de la Unión Europea. Aunque los indicadores han mejorado en las dos últimas décadas, la tasa finlandesa en 2019 era de 15,3 suicidios por cada 100.000 habitantes, según las cifras del Banco Mundial. Por ponerla en contexto, en México fue de 5,3 y en España de 7,7.

De los países que rodean a Finlandia también fue la más alta. Suecia tuvo 14,7 suicidios por cada 100.000 personas, Noruega, 11,8 y Dinamarca, 10,7. La media de la Unión Europea también fue sensiblemente más baja: 11,3.

Por tanto, el país más feliz del mundo tiene todavía varias tareas pendientes. Y es que por mucha calidad de vida que haya en un lugar, también existen aspectos negativos a los que hay que dar solución.

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