Una de las exposiciones más amplias de arte cubano en Francia. Entrevista a François Vallée: ‘Todo el peso de una isla’

Con una colección de más de 400 piezas, el investigador y coleccionista francés François Vallée abrió en Francia una de las exposiciones más amplias de arte cubano que se hayan realizado en los últimos años en Europa: Tout le poids d’une île. Collectionner l’art cubain (Rennes, 2023). Una exposición con 200 piezas, un monográfico de 16 obras de Segundo Planes, más 3 salas expositivas. ‘Todo el peso de la isla’, podría ironizar Ubu Roi, encima del gran huevo de Bretaña.

Francois Vallée delante del cuadro de Ernesto Leal, “ST”, carboncillo, 2018.
Francois Vallée delante del cuadro de Ernesto Leal, “ST”, carboncillo, 2018.

¿Cuándo comenzó todo, cuál es el ursprung que le da forma a tu colección?

El punto de origen comenzó durante mi primera estancia en Cuba, a principios de los años 1990, cuando ocupé el cargo de profesor de francés en la Alianza Francesa de La Habana, enviado por el Ministerio francés de Asuntos Exteriores. Esta primera estancia duró dos años, durante los cuales conocí a gente (alumnos míos, por lo general) que trabajaban en el ámbito del arte: artistas, críticos de arte, curadores, profesores en el Instituto superior de arte de La Habana, etcétera. Me fui introduciendo en un medio que por entonces me era ajeno pero que rápidamente se me hizo familiar y tomó una influencia preponderante en mi vida.

Fachada del Museo de Bellas Artes de Rennes, Francia.
Fachada del Museo de Bellas Artes de Rennes, Francia.

En la parte de la colección expuesta hay obras que vienen desde los años 1960 (Milián o Korda, por ejemplo) hasta la actualidad (Hamlet Lavastida, Leandro Feal…), ¿lo expuesto es lo que consideras más representativo de tu archivo?

Sí. Desde luego, una exposición implica una selección, pero globalmente las 200 obras expuestas reflejan lo esencial de la colección. Los tres curadores de la exposición seleccionaron las obras sin conocer el arte cubano, con una mirada virgen, sin preocuparse en absoluto por la fama ni la cotización de los artistas. Esto fue un aspecto muy positivo, seleccionaron las obras sin ningún prejuicio, fundamentándose única y exclusivamente en el valor intrínseco de las obras.

“Tautologías”, 2013-2017, materiales mixtos, de Henry Eric Hernández. Detrás: “Paisajes transformers”, 2022, acrílico, de Néstor Arenas.
“Tautologías”, 2013-2017, materiales mixtos, de Henry Eric Hernández. Detrás: “Paisajes transformers”, 2022, acrílico, de Néstor Arenas.

Esta exposición muestra que el arte cubano no se limita a la obra de Wifredo Lam; tampoco es un arte ingenuo, naïf, alegre, coloreado, folclórico, ni mucho menos. Esta exposición sirve en parte para romper los estereotipos sobre Cuba y su arte, la visión simple, reductora y a menudo falsa que los extranjeros tienen de este país y de sus habitantes. Cuba no se reduce al proceso sociopolítico definido como Revolución cubana y la observación ontológica más aguda que se puede hacer respecto a la cubanidad es que esta se opone a cualquier intento de imponer un orden unificador.

“Nkuyo nfinda”, 2022, materiales mixtos, de José Bedia.
“Nkuyo nfinda”, 2022, materiales mixtos, de José Bedia.

¿Qué significa construir una colección o archivo para ti?

Concibo esta colección de arte cubano contemporáneo como un eco, un reflejo de la esencia aglutinadora de la cultura cubana que tanto me cautiva. Las obras que me rodean contienen el pequeño asombro de un mundo encubierto o invisible, la secreta polifonía de lo real y constituyen una comunidad: son mis interlocutores, mis aliados sustanciales; me seducen, me apoyan, me forman, me inspiran, me mejoran. Es una aventura intelectual y emocional, un ensanchamiento de la conciencia, una inyección de inteligencia y belleza, una fusión sensual y afectiva, un proceso experimental y reflexivo que equivale a “renovar el mundo”, como bien mostró Walter Benjamin.

“Red Between the Lines”, 2010, acrílico y “Censura diagonal”, 2014, acrílico, de Ernesto Leal.
“Red Between the Lines”, 2010, acrílico y “Censura diagonal”, 2014, acrílico, de Ernesto Leal.

¿Qué quedó fuera de esta muestra y con los días te parece injusto no haber incluido?

Una exposición implica una selección drástica, rigurosa, subjetiva, parcial. Yo sufría mucho cuando me decían los curadores que tal o cual obra no les parecía adecuarse, por cualquier razón, a la muestra. Lamenté la ausencia de muchas obras, en particular unas de Gustavo Acosta, Tonel; Ricardo Rodríguez Brey, Alejandro Aguilera, Luis Gómez, Pedro Vizcaíno, Benito Ortiz, Armando Mariño, Yunior Mariño, Juan Abreu, Osvaldo González, José Antonio Díaz Peláez, Francisco Antigua, Andrés Montalván, Armando Guiller, Yunior Acosta, Eliseo Valdés, Gory y Frank Guiller, entre otros.

De izquierda a derecha: Néstor Arenas, “Typologies”, acrílico, 2019. Ahmed Gómez, “Arkitektom 2”, acrílico, 2020. Carlos Garaicoa y Vladimir de León Llaguno, “Cuando el deseo se parece a nada”, tríptico fotografía, 1996. Juan Miguel Pozo, “Pripyat summer”, acrílico, 2018.
De izquierda a derecha: Néstor Arenas, “Typologies”, acrílico, 2019. Ahmed Gómez, “Arkitektom 2”, acrílico, 2020. Carlos Garaicoa y Vladimir de León Llaguno, “Cuando el deseo se parece a nada”, tríptico fotografía, 1996. Juan Miguel Pozo, “Pripyat summer”, acrílico, 2018.

A la vez que coleccionista eres un estudioso del arte cubano, como demuestra esta misma conversación. ¿Cuáles son las zonas que a tu entender quedan privilegiadas en tu colección actual y en cuáles debes continuar trabajando para que pueda convertirse también en un punto de referencia?

Mi colección le concede una particular importancia a la generación mítica de los años 1980, formados por la revolución cubana. Cuando vi sus obras en Cuba, estuve encantado por la calidad de su arte, un arte desprovisto de cualquier propósito mercantil o especulativo, un arte de ideas añadido a una dimensión alegórica, paródica, conceptual, antropológica y posmoderna. Se trataba de una generación de artistas que, influenciados por el expresionismo sombrío, irreverente, grotesco, violento de las figuras mayores del arte cubano de los años 1960 como Santiago Armada (Chago), Umberto Peña, Antonia Eiriz, Raúl Martínez, Jesús González de Armas, Manuel Vidal… transformó profundamente el arte académico, conservador, activista y moralista de la década anterior (“la década gris”), fundamentado en la ideología marxista-leninista, la lucha revolucionaria, el dogma estereotipado de la identidad nacional; una generación que renovó la escena cultural cubana y, cosa extraordinaria, la cultura de este país al llevar el arte más allá del arte.

Vista de sala del Museo de B. Artes de Rennes. Al fondo: Douglas Pérez, “Wikicolonial”, patchwork, 2017.
Vista de sala del Museo de B. Artes de Rennes. Al fondo: Douglas Pérez, “Wikicolonial”, patchwork, 2017.

Estos artistas entendieron que exigir que el arte tuviera una utilidad social, por muy revolucionaria que fuera, equivalía a negarla en su aspecto más específico: la afirmación de la libertad. Lograron elaborar un arte sin restricciones, imposiciones o consignas utilizando los lenguajes y las metodologías desarrolladas desde los años 1960 en Occidente, esto es, abriéndose al mundo a la par que defendiendo una autonomía y una ética de su producción artística. Fue un período de intensa energía creadora que engendró, tras el éxodo de sus principales componentes a causa de las innumerables tensiones con el sistema institucional y político llevado a cabo por el régimen castrista, una nueva generación de artistas, la de los años 1990. Ante una situación económica de pura subsistencia, esos nuevos artistas supieron conservar la solidaridad grupal de la generación anterior, su espíritu innovador y contestatario.

De izq a der: Carlos Rodríguez Cárdenas, “Filosofía de los mojones”, óleo, 1988. Hamlet Lavastida, “Las lacras”, “Severo Sarduy”, “Fidel con arma” (Tríptico), papel rotulado, 2018. José A. Vincench, “Paz, perdón y reconciliación” (tríptico), acrílico, 2018, entre otros.
De izq a der: Carlos Rodríguez Cárdenas, “Filosofía de los mojones”, óleo, 1988. Hamlet Lavastida, “Las lacras”, “Severo Sarduy”, “Fidel con arma” (Tríptico), papel rotulado, 2018. José A. Vincench, “Paz, perdón y reconciliación” (tríptico), acrílico, 2018, entre otros.

Respecto al segundo aspecto de tu pregunta, la verdad es que no sé. Dejaré que el azar, el azar concurrente, este azar poético y mágico que no dejó de perseguir al poeta cubano José Lezama Lima, siga rigiendo mi vida. El arte no cambia la vida, sino la sensibilidad con la que la afrontamos y espero que muchas obras de arte sigan aumentando en mí y en mi pequeño hijo Marcel el placer y la alegría de estar vivos, que sigan siendo pulsión de vida, que sigan disipando el caos, embelleciendo lo feo, eternizando el instante y llevándonos al paraíso perfumado de la pura voluptuosidad.

Obra de Segundo Planes, “Estructura ósea del cero”, óleo, 1988.
Obra de Segundo Planes, “Estructura ósea del cero”, óleo, 1988.
El coleccionista Francois Vallée rodeado de obras de Sandra Ceballos, Carlos García de la Nuez, Ernesto Leal y Ezequiel S. Suárez.
El coleccionista Francois Vallée rodeado de obras de Sandra Ceballos, Carlos García de la Nuez, Ernesto Leal y Ezequiel S. Suárez.