Eslovaquia, un firme apoyo de Ucrania que puede dar la espalda a Kiev tras las elecciones

Praga, 28 sep (EFE).- Eslovaquia, uno de los países de la UE que más decididamente ha apoyado a Ucrania ante la agresión de Rusia, podría dar la espalda a Kiev y adoptar posturas más prorrusas si el SMER, un partido socialdemócrata ahora populista y ultranacionalista, logra formar Gobierno tras las reñidas elecciones de este sábado.

El candidato a primer ministro del SMER es Robert Fico, jefe de Gobierno entre 2006 y 2010 y entre 2012 y 2018, quien pretender mejorar los lazos con Rusia.

Eslovaquia es un país centroeuropeo de unos 5,4 millones de habitantes, y es miembro de la Unión Europea (UE) y de la OTAN desde el año 2004.

Fico dimitió en 2018, junto con su ministro del Interior y el jefe de la Policía, presionado por multitudinarias manifestaciones que acusaban a la Justicia de bloquear la investigación del asesinato del periodista Ján Kuciak, que denunció los vínculos de la mafia con el poder político y económico del pequeño país excomunista.

Desde entonces, Fico ha radicalizado su discurso antimigratorio y difundiendo bulos sobre el coronavirus, acusa sin pruebas al magnate George Soros de desestabilizar al país y asegura que los "fascistas ucranianos" comenzaron la guerra contra Rusia en 2014.

Además, se opone a que Ucrania entre, al menos a corto plazo, en la OTAN y en la UE.

Si gana las elecciones, como apuntan los sondeos, y logra encontrar socios para formar Gobierno, Eslovaquia podría dejar de suministrar armas a su vecino invadido en 2022.

"Seguramente se mantendría la ayuda humanitaria", afirma a EFE el analista eslovaco Roman Joch, presidente del Civic Institute, un laboratorio de ideas en Praga.

Bajo el Ejecutivo de centro derecha que gobernó en Bratislava entre 2020 y finales de 2022, cuando cayó en una moción de censura, Eslovaquia cedió a Ucrania su flota de cazas Mig-29 y sistemas de defensa antimisiles S-300, ambos de tecnología soviética.

También el Gobierno interino, que ocupa el poder desde mayo pasado, ha continuado su apoyo militar a Ucrania.

Según una reciente encuesta, el 40 % de los eslovacos culpa a Rusia de la guerra, frente al 34 % que responsabiliza a Occidente y el 17 % a la propia Ucrania.

Algunos analistas ven en el giro prorruso de Fico un oportunismo político para aprovechar la histórica simpatía que Rusia genera en parte de la población eslovaca.

Además, muchos en Eslovaquia consideran que no les fue tan mal durante los últimos 20 años de la dictadura comunista en Checoslovaquia (1948-1989), cuando el país "experimentó un avance industrial", recuerda Joch.

Los sondeos dan a SMER un 21 %, gran parte de ellos entre los jubilados y las clases más vulnerables, que sufren especialmente la actual inflación del 10 %, una de las más altas en la UE.

Le sigue en las encuestas la formación liberal Eslovaquia Progresista (PS), liderada por Michal Simecka, con el 16 %, y que tiene su granero de voto entre la población joven y urbana.

Ambos partidos pueden tener problemas para encontrar socios de Gobierno, con al menos cinco formaciones pendientes de si logran el 5 % de votos necesario para entrar en el Parlamento.

La tercera lista en intención de voto, con un 15 %, es "La Voz" ("Hlas") del ex primer ministro Peter Pellegrini, que se escindió del SMER y que será clave en las coaliciones postelectorales.

Varios de los partidos con opciones de entrar en el Parlamento, como el democristiano KDH, han anunciado que no pactarán con SMER, debido a los escándalos de corrupción que arrastra.

De hecho, tras la llegada al poder de la coalición de centro derecha en 2020, se intentó luchar contra el clientelismo y la corrupción con la que se identifica los años en el poder de Fico, y que el periodista Kuciak denunció antes de ser asesinado.

En las últimas semanas fueron detenidos y acusados de corrupción altos cargos del Ministerio de Justicia, de la cúpula de los servicios de contraespionaje civil y militar, y agentes en la unidad de élite policial NAKA y varios altos cargos de la fiscalía.

Gustavo Monge

(c) Agencia EFE