Más allá del resultado: las lecciones de la “Scaloneta” explicadas para los chicos

Lionel Messi abraza a Lionel Scaloni tras clasificarse a la final del Mundial
Lionel Messi abraza a Lionel Scaloni tras clasificarse a la final del Mundial - Créditos: @Richard Heathcote

Durante el desayuno posterior a los festejos del triunfo frente a Croacia, con la garganta un poco dolorida de tanto cantar y gritar con sus hijos de siete y nueve años, Estefanía Catán, de 37, apenas pudo decir la palabra “nada”. Fue cuando Ramiro, el más chico, preguntó qué pasaba si no ganamos el domingo próximo. Primero se hizo un silencio y, en seguida, la madre corrigió su respuesta: “Mejor dicho, sí pasa. Pero pensémoslo al revés. ¿Qué pasa si ganamos?”, dijo, redoblando la apuesta. “Nos traemos la Copa, nos la quedamos, porque es la tercera”, apuntó Lisandro, el mayor. “Ya sé”, dijo la mamá. “Y va a ser una fiesta hermosa. Pero, de hecho, ya estamos viviendo en esa fiesta, todas las semanas tuvimos alegrías, cantamos, festejamos, gritamos los goles, todos juntos. La alegría de ayer, la del viernes… eso no nos lo saca nadie. Todo eso es real, nos va a quedar en la memoria y en el corazón y eso no va a cambiar por un resultado”, les explicó.

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“No sé, se me ocurrió decirles eso. Porque sentía que estamos viviendo algo tan lindo que hay que atesorarlo. Les conté que hubo otras finales y que no en todas ganamos. Pero que la alegría se siente así tan intensa, no porque hubiéramos ganado, sino porque sentíamos que los jugadores lo habían dado todo, y nosotros también, alentándolos con toda nuestra fuerza y compromiso, con un seleccionado que supo trabajar en equipo, aprender de sus errores, cambiar cuando había que hacerlo e insistir hasta lograr sus objetivos”, explica Catán.

¿Cómo hablar con los chicos de los valores que se juegan en el Mundial, además de los partidos? ¿Cómo preservar lo aprendido como una lección aún mayor que los resultados? Los especialistas consultados por LA NACIÓN afirman que el campeonato, en general, y el rendimiento de la Argentina, puntualmente, representan una gran oportunidad para sacar en limpio un par de lecciones que nos deja la competencia. El compromiso, el trabajo en equipo, el valorar al otro y a sus capacidades, el tener confianza aún ante resultados adversos, la capacidad de adaptarse y cambiar cuando las cosas no salen bien y de aprender de los aciertos y de los errores, son algunos de los aprendizajes.

Los festejos de ayer en el Obelisco
Los festejos de ayer en el Obelisco

Valores en juego

“El partido de ayer fue muy esperado. Y a veces asusta pensar en el bajón emocional que podía llegar si no se cumplía con las altas expectativas. Para muchos adultos esto no es una victoria, sino una frustración menos. Y los chicos respiran el clima emocional de la casa. Lo que nosotros no podemos elaborar como adultos, a ellos también les va a costar. Por eso, es importante que rescatemos los valores, lo que aprendimos en este Mundial y que nos permite llegar a la final. Y no solo poner el énfasis en los resultados pasados y futuros”, reflexiona Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), especialista en infancia y vínculos familiares.

¿Cuáles son esos valores? “Por ejemplo, que ganar no depende de uno, que intervienen muchas variables. Podemos esforzarnos y no tener el resultado que queremos. Pero ganamos si lo intentamos. Este es un valor interesante. Ganamos en un sentido más amplio, si nos comprometemos a darlo todo. Justamente, si hay algo que tenemos que destacar de este Mundial es la pasión que le puso el equipo argentino y que eso es lo que les dio el buen desempeño. Ese es un valor para destacar, aplaudir y tomar nota”, dice Cruppi.

“El resultado frente a Croacia a todos nos puso contentos, pero más allá de los goles, esta selección mostró muchos valores. Hay selecciones que tienen muy buenos jugadores, pero no trabajan en equipo. Acá todos tiran para el mismo lado, incluso el entrenador. Y están mostrando una manera de organizase y de competir que no es la forma tradicional, pero que funciona mejor”, plantea Eva Rotenberg, directora de la Escuela para Padres.

“Esta selección valoriza mucho los vínculos y lo emocional. El técnico fue capaz de proteger anímicamente a los jugadores de los resultados. En el primer partido, los chicos se ‘bajonearon’, porque les anularon los goles. Era el primer partido, pero pudieron revertirlo. Messi pidió: ‘confíen en nosotros’. La confianza puesta en el otro, en su capacidad de recomponerse, y no en los resultados es un valor a destacar”, señala Rotenberg.

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Scaloni contemporáneo

El trabajo en equipo vale más que los resultados. También el brindarse al otro, indican los especialistas ¿Se puede jugar al fútbol desde la solidaridad? “Claro que sí, por ejemplo cuando en lugar de jugar para destacarse, se trabaja para que el equipo crezca, que todos tengan su oportunidad. Cuando se pasan la pelota, todos ganan”, agrega Rotenberg. “Se ve una evolución del trabajo en equipo. En el primer partido no se vio al equipo, pero después eso cambio y nos fue mejor. Interesante”, completa Cruppi.

“Hay algo muy contemporáneo en [Lionel] Scaloni, que hay que destacar. Escucha a los chicos jóvenes, habla con ellos, les pregunta cómo se sienten, qué es lo que les entusiasma. Es interesante pensar que puede entablar un diálogo horizontal sin perder autoridad, todo lo contrario”, dice Martín Glozman, licenciado en Letras y especialista en prácticas dialógicas.

“Veo que el entrenador consulta con el que está al lado, no hace lo que quiere, también escucha a los jugadores. No baja línea. Acá hay un aprendizaje para padres y docentes, sobre cómo, sin perder la autoridad, acompaña al equipo y ayuda a que cada uno saque lo mejor de sí mismo”, dice Rotenberg.

El trabajo en equipo, una de las lecciones que se puede aprender de la selección
El trabajo en equipo, una de las lecciones que se puede aprender de la selección - Créditos: @KIRILL KUDRYAVTSEV

El trabajo detrás del futbolista

“Tenemos que conversar con los chicos y hacerles ver el trabajo que hay detrás de cada futbolista. No son lo que son porque fueron tocados por una varita mágica. Hay talento, pero también mucho trabajo. Muchas horas de dedicación, entrenamiento. Y ahí también tiene que haber un aprendizaje: si queremos ser mejores, en lo que sea que hagamos, tenemos que practicar, nos tenemos que esforzar y habrá que hacer sacrificios. Pero al final, va a valer la pena. Eso es algo para destacar en una sociedad como la nuestra en la que se dice que se perdió la cultura del trabajo”, expone Cruppi.

Esta también es una gran oportunidad para reflexionar con los chicos sobre qué emociones se mueven en nosotros sobre el futuro, como una forma de aprender a manejar la ansiedad. “Supongamos que ganamos, ¿qué significa eso? ¿Y si salimos segundos? No es ningún fracaso, no hay que desdeñarlo. Porque el esfuerzo no vale por los resultados. Vale por el tamaño del esfuerzo”, insiste Cruppi.

Otros de los valores que los especialistas destacan de esta selección es que disfrutan con su familia. Lejos de la imagen de los futbolistas de los 90, de las fiestas y el descontrol, este grupo elige festejar y compartir la victoria con los suyos.

¿Qué más podemos aprender de la Scaloneta? Poder levantarse de una situación negativa, revertirla. Tener la capacidad y la plasticidad de hacer cambios cuando las cosas no están saliendo bien, indican los expertos. “Eso es fundamental. Scaloni resultó toda una sorpresa porque pudo armar distintas estrategias de acuerdo al rival que tuvo delante. Y nuestros hijos tienen que aprender a ser plásticos. Creativos. Capaces de hacer cambios. Esos son valores fundamentales en el siglo XXI. Tenemos que estar preparados para el cambio activo”, dice Rotenberg..

La gran pregunta, en la cancha y en la vida es: ¿cómo actuar cuando el resultado no acompaña? “Es importante ver que el resultado es algo temporal, que se puede remontar con esfuerzo, que no hay nada escrito en piedra. Si te metieron un gol no pasa nada, lo que importa no es el resultado, sino cómo llegás al resultado”, señala Cruppi.

“Esta selección expresa un nuevo paradigma que se sintetiza en los siguientes valores: dialogar y escuchar no es perder la autoridad y el respeto. No todo es hacer gambetas y lucirse. El trabajo en equipo y el saber cambiar a tiempo pueden hacer la diferencia. Y, uno de los más importantes: no tenemos que ver solo el déficit en los resultados. Tenemos que aprender a verlo en el proceso, mientras estamos a tiempo de hacer esos cambios. Y eso nos va a permitir hacer la enorme diferencia”, concluye Glozman.