‘El origen del mundo’, el escandaloso cuadro de Courbet en el que la identidad de la modelo se mantuvo en secreto
Considerado por un gran número de personas como uno de los cuadros más transgresores y escandalosos de la Historia, el óleo ‘El origen del mundo’, del artista francés Gustave Courbet, no ha dejado indiferente a nadie desde que lo pintó en 1866.
Pero a pesar de tener una antigüedad de un siglo y medio y haber pasado por numerosos propietarios, esta pintura se ha mantenido durante la mayor parte de tiempo sin ser admirada por el gran público (o al menos solo por reducidísimos grupos de personas) debido a que se mantuvo como propiedad privada de varios coleccionistas, además de ser uno de los cuadros que los nazis robaron durante el Tercer Reich, recuperado posteriormente por el Ejército Rojo y devuelto a su último propietario no fue hasta entrados en la década de 1980 cuando fue a parar a manos del gobierno francés (como pago de unas deudas fiscales) manteniéndose guardada en un almacén a la largo de casi quince años.
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No fue hasta 1995 cuando finalmente se autorizó a exhibirlo en público colgándolo en una de las paredes del prestigioso Museo de Orsay de París. Desde entonces, centenares de miles de personas han desfilado frente a la polémica obra de Gustave Courbet (junto a otras 28 pinturas de este genial artista, uno de los máximos representantes del ‘realismo pictórico’.
En lienzo se puede observar en primer plano la entrepierna desnuda de una mujer, la zona inferior del torso y uno de sus pechos (concretamente el derecho), quedando fuera del cuadro la parte que correspondería a al torso superior y la cabeza.
Y es precisamente ese último detalle lo que ha tenido entretenido a docenas de expertos en la obra de Coubert, quienes han hecho todo tipo de especulaciones y conjeturas sobre la identidad de la modelo que posó para el genial pintor francés.
Todo hace suponer que el hecho, de que decidiera pintar ese cuerpo sin un rostro, se debía al deseo del artista por preservar el anonimato de esa mujer.
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El cuadro fue pintado por encargo Khalil Bey, quien hasta 1865 (un año antes) había ejercido como Embajador del Imperio Otomano en Francia y había fijado su residencia, tras dejar el cargo, en París donde residió hasta 1868 cuando se vio obligado a retomar su carrera diplomática (acuciado por las deudas de juego y otros excesos) y ocupar el cargo de embajador en, la entonces capital del Imperio Austrohúngaro, Viena.
Muchos fueron los que apuntaron que tras la identidad de la mujer que había posado se escondía la joven Joanna Hiffernan, quien en aquellos momentos tenía 23 años de edad y se había convertido en la amante de Gustave Courbet, además de haber sido su musa y modelo en algunos cuadros pintados por el artista en aquella época (como ‘Jo, la bella irlandesa’ y ‘El sueño’).
Pero en el cuadro había un detalle que hacía que muchos fuesen los que negasen que la mujer del cuadro fuese Joanna Hiffernan: su vello púbico.
La modelo era de origen irlandés y su cabello (tal y como aparece en todos los cuadros que le pintó Coubert) era pelirrojo y sin embargo el vello público que aparece en ‘El origen del mundo’ era castaño. Hay quien dice que podría deberse a que el pintor, intencionadamente, cambió el color para no dar pistas sobre la identidad de la muchacha.
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Quien también estuvo en el punto de mira, como posible modelo del cuadro, fue una cortesana llamada Jeanne Detourbay (también conocida como Marie-Anne) quien fue amante, al mismo tiempo, de Gustave Courbet y Khalil Bey. Pero solo son conjeturas, ya que no hay pruebas de que realmente posase para el pintor. En 1872 la joven se casó con el conde de Loynes y pasó a formar parte de la aristocracia francesa.
Recientemente han aparecido nuevas evidencias que señalan a una tercera mujer como la modelo que posó en este controvertido cuadro. Se trataría de Constance Quéniaux, una bailarina de 34 años de edad y que se había retirado de los escenarios siete años antes. Pero da la casualidad que también fue una de las muchas amantes que el diplomático otomano tuvo durante su estancia parisina.
Parece ser que Coubert la pintó por encargo de Khalil Bey, pidiéndole total discreción al artista sobre la identidad de la modelo, motivo por la que se obvió el rostro en el óleo. Según cuentan algunas fuentes, se comentaba en el París de la época que quien había posado era Constance Quéniaux pero con el tiempo se olvidó el tema, debido a que el cuadro se mantuvo oculto durante largo tiempo. También figura en las crónicas que la exbailarina, con los años se convirtió en una respetable filántropa que ayudó en numerosas causas humanitarias, por lo que no convenía relacionar su nombre con el ‘turbio’ pasado que había tenido.
En los últimos meses (ya en 2018) el nombre de Constance Quéniaux como la identidad de quien posó para el cuadro de Gustave Courbet ha cobrado mucha fuerza y ha sido gracias a las investigaciones y amplio estudio que ha realizado el historiador francés Claude Schopp, quien dice haber encontrado una carta de la época enviada por Alejandro Dumas hijo que había dirigido a George Sand (seudónimo de la escritora Amantine-Aurore-Lucile Dupin).
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En la mencionada carta, Dumas escribe a Sand el siguiente párrafo (en relación a la obra ‘El origen del mundo’): ‘No se puede pintar con pincel más delicado y sonoro el interior de la señorita Queniaux de la Ópera’. Los responsables del Museo de Orsay de París, donde se encuentra expuesto el cuadro desde 1995, avalan las pruebas presentadas por el historiador Claude Schopp, dando como más que posible que tras la identidad del célebre cuadro se encuentre Constance Quéniaux.
Cabe destacar que el cuadro ‘El origen del mundo’ fue tachado como pornográfico y, debido a ello, Khalil Bey no pudo exponerlo. Por tal motivo, en el momento que necesitó dinero para hacer frente a sus numerosas deudas de juego (y vida licenciosa), tuvo que venderlo a escondidas en el mercado negro y a lo largo de un siglo el cuadro ha ido pasando de una mano a otra y por diferentes coleccionistas privado pero nunca fue expuesto públicamente hasta hace dos décadas, cuando se dejó de lado la absurda mojigatería y se decidió colgarlo en una de las paredes del Museo de Orsay de París, convirtiéndose en una de las obras más admiradas (a la vez que controvertidas).
Fuentes de consulta e imágenes: musee-orsay / franceculture / Wikimedia commons
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