El narco mexicano mostró su poder y doblegó al gobierno de AMLO

Cartel gunmen are seen outside during clashes with federal forces following the detention of Ovidio Guzman, son of drug kingpin Joaquin "El Chapo" Guzman, in Culiacan, Sinaloa state, Mexico October 17, 2019. REUTERS/Jesus Bustamante
REUTERS/Jesus Bustamante

El jueves 17 de octubre en la ciudad de Culiacán, Sinaloa se desató la violencia que envolvió a una extensa zona de esa población por más de seis horas. Las autoridades informaron que los hechos iniciaron cuando una partida de 30 elementos de la Guardia Nacional y del Ejercito realizaba un patrullaje de rutina en el fraccionamiento Tres Ríos y fueron agredidos desde una vivienda, por lo que repelieron la agresión tomando el control del lugar y capturando en su interior a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo Guzmán, preso en los Estados Unidos.

Conocido como “El Ratón”, Ovidio Guzmán está acusado en una corte federal de los Estados Unidos por conspirar para distribuir cocaína, metanfetaminas y marihuana desde México a ese país por diez años, de 2008 a 2018.

Momentos después de que la Guardia Nacional y el Ejercito capturaron a Ovidio Guzmán, fueron rodeados y superados en número y capacidad de fuego por los delincuentes que simultáneamente iniciaron en diversos puntos de la ciudad acciones que provocaron pánico entre la población, quemaron vehículos, realizaron balaceras, liberaron presos, robaron autos y buscaron refuerzos procedentes de la sierra de Sinaloa para confrontarse con la autoridad.

Transcurridas algunas horas las autoridades federales decidieron poner en libertad a Ovidio Guzmán, según informó el secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, “Con el propósito de salvaguardar el bien superior de la integridad y tranquilidad de la sociedad culiacanense.”

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Desde Oaxaca el presidente López Obrador declaró que respalda y avala la determinación de su gabinete de seguridad de liberar a Ovidio Guzmán. “Se decidió proteger la vida de las personas y yo estuve de acuerdo con eso. No se trata de masacres, no puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas”.

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La violencia que se desató en Culiacán puso en evidencia que los hijos de El Chapo Guzmán aprendieron la lección y no están dispuestos a correr la misma suerte que su padre de ser capturados y extraditados a los Estados Unidos y para ello mostraron su fuerza, rapidez de respuesta ante la Guardia Nacional y el Ejercito, potencia de armamento y fuego, pero sobre todo que no tienen escrúpulos para tomar como rehén a la población y que le sirva de escudo al dejarla en medio del fuego cruzado con las fuerzas armadas.

En esta ocasión la estrategia de Ovidio Guzmán y sus cómplices dio resultados, el gobierno federal dio un paso atrás y lo liberó. Para el cartel de Sinaloa fue un triunfo que fue posible porque la Guardia Nacional y el Ejercito fueron superados en número y capacidad de fuego. Llama la atención que en un conflicto con más de seis horas de duración la policía local y estatal no actuaron en apoyo a las fuerzas federales, lo que podría interpretarse como temor a las represalias de los delincuentes con los que conviven en el día a día.

Lo sucedido en Culiacán puso en evidencia que la política de pacificación puesta en práctica por el gobierno de López Obrador no esta siendo útil para dar seguridad al país. La violencia dejó ver que, en Sinaloa, como en Veracruz, Tamaulipas, Guanajuato, Guerrero, Morelos y otras entidades, las autoridades locales están rebasadas por el poderío que muestran las organizaciones de delincuentes en el país, notoriamente El Cartel del Pacifico y el Cartel Jalisco Nueva Generación.

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El Estado mexicano se enfrenta al reto que le impone la violencia de la delincuencia organizada, que confronta a las fuerzas armadas, como sucedió recientemente en Reynosa, Tamaulipas, Aguilillas, Michoacán, Iguala Guerrero y ahora en Culiacán, Sinaloa. La respuesta del gobierno federal de “Abrazos no balazos” no es viable frente a estos grupos que han escalado en el control del poder al acumular riqueza financiera, armamento que supera al de las fuerzas armadas, e influencia en el ámbito político y gubernamental donde ponen y quitan candidatos.

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La violencia por más de seis horas en Culiacán generó la percepción en todo el país de que el gobierno de la 4T esta siendo rebasado por el crimen organizado.

Que debe revisar lo hecho y lo pendiente en la política de seguridad. Diseñar con todo detalle sus estrategias para combatir al crimen organizado que, con sus hechos dice que no comulga con la filosofía pacifista del presidente de llevar a la práctica una intensa política social que abra oportunidades a los jóvenes para arrebatárselos a las bandas delincuenciales.

Y de manera urgente presionar al gobierno de los Estados Unidos para que frene el contrabando de armas hacia México. A ver si se atreven.