Dura batalla entre Pablo Iglesias y la vicepresidenta Yolanda Díaz por liderar la izquierda española

La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, interviene en el acto 'Empieza todo' de la plataforma Sumar, en el que presenta su candidatura para la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, en el polideportivo Antonio Magariños, a 2 de abril de 2023, en Madrid, (España).
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, interviene en el acto 'Empieza todo' de la plataforma Sumar, en el que presenta su candidatura para la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, en el polideportivo Antonio Magariños, a 2 de abril de 2023, en Madrid, (España).

BARCELONA.- Durante los últimos ocho años, el espacio a la izquierda del PSOE ha estado dominado por el partido Unidas Podemos y su carismático líder, Pablo Iglesias. Sin embargo, esto podría cambiar pronto si la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz consigue consolidar un nuevo proyecto político, la plataforma Sumar, que pretende federar todo el espacio de la izquierda española, incluidas varias escisiones de Podemos, bajo un mismo paragüas que ella liderará. El núcleo dirigente del “partido lila” ha expresado profundas discrepancias sobre el proyecto de Díaz. Según los analistas, una atomización del bloque de la izquierda serviría en bandeja la Moncloa al Partido Popular en las elecciones previstas para finales de este año.

El pasado domingo tuvo lugar la puesta de largo de Sumar en Madrid con la asistencia de más de 2000 personas. Entre los presentes, dirigentes de más de una docena de partidos a la izquierda del PSOE, entre los que solo faltaban las formaciones soberanistas periféricas como Esquerra Republicana de Cataluña o EH Bildu. También hubo representación de algunas federaciones regionales de Unidas Podemos, pero se ausentaron sus principales líderes, como las ministras Irene Montero o Ione Belarra, muy cercanas a Iglesias. Aunque oficialmente retirado de la política activa, Iglesias continúa gozando de una importante presencia mediática y condiciona la línea política del movimiento.

“Hoy creo que puedo ser útil a mi país. Voy a dar un paso adelante para ser la primera presidenta de mi país”, proclamó por fin Díaz, después muchos meses de sospesar su candidatura a las próximas elecciones generales mientras crecían los rumores. En su discurso, esbozó las líneas maestras de su proyecto, que todavía no ha concretado en un programa. Entre ellas, conseguir mejoras salariales y laborales para los trabajadores, invertir en una sanidad pública con una lista de espera para las operaciones quirúrgicas de casi 800.000 personas, defender las conquistas del feminismo y el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado. Ahora bien, la frase más comentada fue la que rechazaba cualquier tipo de “tutelas”, interpretada como una velada advertencia a Iglesias.

Yolanda Díaz, de 51 años, es una experimentada política que inició su carrera en 2003 como concejala de Ferrol, en Galicia, para Izquierda Unida, la refundación del antiguo Partido Comunista. En 2020 llegó al Gobierno como ministra de Trabajo después de haber ascendido pacientemente por todos peldaños de las instituciones españolas: fue teniente alcalde, diputada regional en Galicia y luego diputada en el Congreso de Madrid.

Hija y sobrina de dirigentes comunistas, ejerció durante años como abogada laboralista, donde se bregó en arduas negociaciones. Quienes la conocen bien advierten que detrás de su sempiterna sonrisa y su talante afable se esconde una política con una voluntad de hierro. Un hueso duro de roer para un Iglesias que, curiosamente, fue quien la encumbró como vicepresidenta del Gobierno tras su dimisión en 2021. En esta enésima reedición del mito de Edipo, es la hija quien quiere matar al padre.

La principal discrepancia política entre Díaz y Unidas Podemos gira en torno a qué estrategia adoptar en la relación con el PSOE de Pedro Sánchez. Mientras los dirigentes “lilas”, como la ministra Montero, apuestan por exhibir públicamente las discrepancias con su socio de gobierno para marcar perfil propio, Díaz prefiere la cooperación y abordar discretamente las diferencias en el Consejos de Ministros. Así, por ejemplo, Iglesias afeó a la vicepresidenta en unas recientes declaraciones su muda aquiescencia al envío de armas a Ucrania, anatema para un partido hostil a la OTAN como Podemos.

 La vicepresidenta segunda del Gobierno de España y Ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, sentada en la mesa de reunión para conocer el estado del empleo en Cádiz, a 10 de marzo de 2023 en Cádiz
La vicepresidenta segunda del Gobierno de España y Ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, sentada en la mesa de reunión para conocer el estado del empleo en Cádiz, a 10 de marzo de 2023 en Cádiz

Sin embargo, la verdadera manzana de la discordia es el reparto del poder dentro de Sumar, es decir, las cuotas para cada partido en una hipotética lista conjunta. Mientras Unidas Podemos quiere que se refleje -y mantenga- su hegemonía dentro de la izquierda, Díaz les insta a disolverse dentro del fluido magma de su plataforma. A menos de dos meses para las elecciones municipales y autonómicas del próximo 28 de mayo, parece inevitable que ambos proyectos concurran a esta cita por separado, y en base de sus resultados, se prosigan las negociaciones.

Desde el PSOE se sigue con inquietud las querellas de sus socios. Féliz Bolaños, ministro de la Presidencia, expresó tras el cónclave de Sumar su “deseo” de que “todas” las formaciones a la izquierda de su partido se agrupen en el proyecto de Díaz. Las preferencias socialistas son bien lógicas, ya que si Díaz liderara la izquierda, el Gobierno experimentaría menos turbulencias. Además, como el sistema electoral en las generales penaliza a los partidos con menos 10% de los sufragios dispersos, la presentación de dos listas a la izquierda de los socialistas dificultaría mucho a Sánchez repetir su mandato incluso con unos buenos resultados de su partido. Y es que las decisivas elecciones de diciembre están ya en juego muchos meses antes de la apertura de las urnas.