Dueña de restaurante que ha servido a presidentes retribuye a Miami un plato a la vez

La empresaria Shirlene Ingraham sentada en una de las cabinas de su restaurante Jackson Soul Food II, en Opa-locka, el 11 de agosto de 2022.

Todas las mañanas, Shirlene Ingraham, originaria de Overtown, se levanta a las 4 a.m. para hacer panecillos desde cero en el restaurante Jackson Soul Food II de Opa-locka.

Ingraham, de 61 años, es propietaria de la empresa Jackson Soul Food desde 1990, después de trabajar en el negocio familiar desde los 7 años.

Los padres de Ingraham, Jessie y Demas Jackson, abrieron en 1946 el primer local en el barrio de Overtown de Miami, donde sigue funcionando. El restaurante añadió el segundo local en Opa-locka en 2015.

La comida ha atraído a muchos fanáticos de la zona y fuera de ella. Los restaurantes han dado servicio a destacados políticos, como el presidente Joe Biden y el ex presidente Bill Clinton, así como a leyendas de la música soul como The O’Jays, quienes pasan a cenar cada vez que visitan Miami.

En diciembre de 2022 se abrirá un tercer Jackson Soul Food en el Aeropuerto Internacional de Miami. Al ser una franquicia de Chick-fil-A, el restaurante llevará la marca de Jackson Soul Food y de la popular cadena de comida rápida. Y el menú del restaurante del aeropuerto incluirá alimentos tanto de la empresa familiar como de Chick-fil-A.

Ingraham habló con el Miami Herald sobre su trayectoria como empresaria negra en Miami y la importancia de ayudar a los demás en la comunidad. La entrevista fue editada para mayor brevedad y claridad.

▪ ¿Cómo se inició en la industria restaurantera?

▪ Respuesta: Mis padres tenían un restaurante en Overtown desde 1946. Me fui a la universidad en Gainesville, al Santa Fe College, para estudiar Criminología y luego volví a casa. Empecé a trabajar en la Policía de Miami. Un día decidí que no quería seguir trabajando en las fuerzas del orden.

▪ ¿Por qué abrió un segundo local de Jackson Soul Food hace siete años?

▪ R: Un día pasaba por allí cuando vi un cartel de “se vende” en el edificio de Opa-locka. Me puse en contacto con el dueño del inmueble. Llegamos a un acuerdo y compré el edificio, que no estaba en buenas condiciones. Era un restaurante en ese momento, pero no debería haberlo sido. Tuvimos que tirar todo, reconstruirlo y poner un techo nuevo.

▪ ¿Cuáles son algunas de las cosas más importantes que ha aprendido durante décadas en el negocio restaurantero?

▪ R: Al principio me subía a una caja para tomar los pedidos de los clientes. Luego acabé cocinando. Cuando me hice cargo del negocio, hubo nuevas responsabilidades, como hacer las nóminas y pagar los impuestos, que tuve que aprender. Aprendí de muchos errores que cometí. Como nunca fui a la escuela para esas cosas, aprendí a través de la experiencia.

Como propietaria de un restaurante, uno va a pasar por algunas cosas. Solo debe mantenerse fuerte y tener mucha fe, porque eso es lo que me hizo seguir adelante en los momentos difíciles. Y no siempre es lo que parece. Hay que desearlo de verdad, porque a mí me llevó todo este tiempo llegar a la segunda ubicación. Hay que poner el corazón en ello. Eso me convenía porque soy práctica.

▪ ¿Qué valor tuvo para usted y sus empleados la capacitación y la asistencia del Condado Miami-Dade?

▪ R: Es muy valiosa. Tuvimos un maestro que vino a nuestra empresa para capacitar y certificar a los trabajadores. Y una subvención económica siempre es valiosa. No importa lo pequeña o grande que sea una subvención, siempre ayuda. Por ejemplo, no tuve que despedir a ningún empleado, ni a uno solo, durante la pandemia.

▪ ¿Qué importancia tiene para usted emplear a personas de comunidades como Overtown, Liberty City y Opa-locka?

▪ R: Normalmente empleo a personas que otros no quieren emplear. Siempre he contratado a personas que han estado en la cárcel o que tienen problemas para ser contratados. La mayor parte de mi personal es de la comunidad. Me gusta mucho intentar ayudar a la gente a la que otros no dan una oportunidad. Así soy yo. Me encanta ayudar a la gente.