Cómo las drogas nos llevaron de una república a un narcoestado, parte III


DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS

En las dos entregas anteriores nos ocupamos de cómo se gestó, y fue creciendo, el negocio del contrabando de bienes, armas y drogas entre México y Estados Unidos. Desmenuzamos los sucesos para entenderlos. Hoy veremos cómo los intereses, el tiempo y las circunstancias modelaron el narcoestado en el que vivimos. Un monstruo que tenemos encima y amenaza con aplastarnos.

Nos quedamos en el final de la década de 1980, cuando Carlos Salinas de Gortari llegó a la presidencia de la república. En el libro La guerra perdida contra las drogas, Jean François Boyer da los detalles de cómo se introdujo el clan Salinas en el negocio del contrabando a través de su patriarca, Raúl Salinas.

Algo importante en el esquema que se armó fue que los Salinas no tocaban las drogas. Se limitaban a dar protección a los traficantes y cobraban por ello. Así, el negocio estaba dividido en compartimentos. Boyer1 va más allá y transcribe un informe del centro de inteligencia antinarcóticos del Ejército Mexicano que explica estos compartimentos:

“Para su investigación y seguimiento, estas organizaciones se dividieron en cuatro niveles de acuerdo al rol que desempeñan los que participan en ellas: estructura operativa; estructura de seguridad; estructura de lavado de dinero y tráfico de influencias; estructura de narcopoder.

“Esta división de funciones en el narcotráfico nos conduce a un centro de gravedad superior; que se agrupa en la estructura del narcopoder cuyas cabezas se concentran en los siguientes personajes de la política nacional: Carlos Hank González, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari”.

EL ASESINATO DE ENRIQUE CAMARENA

Dejamos a un lado la relación con Estados Unidos de la cual hay muchas evidencias, pero la más descarnada surge tras el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena. Crimen que hoy está en los diarios por la captura de Rafael Caro Quintero. Este episodio pinta de cuerpo entero la relación entre el narco y los yanquis.

Rafael Caro Quintero fue un agricultor de Badiraguato, Sinaloa, que en 1970 consiguió trabajo como chofer de carga en Culiacán. Ahí conoció a Miguel Ángel Félix Gallardo, y su asociación hizo que para 1984 hubiera reunido una fortuna de 100,000 millones de pesos. Nada mal para un chofer de carga.

Gallardo, Caro y Ernesto Fonseca controlaban el Cártel de Guadalajara, cuyos ingresos estimados eran de 5,000 millones de dólares anuales. De acuerdo con la versión oficial, en 1985 Caro Quintero tuvo la desafortunada idea de secuestrar, torturar y asesinar a Enrique Camarena, el Kiki, un policía encubierto de la DEA.

¿Por qué un individuo sagaz, con experiencia y acuerdos con las autoridades en un negocio tan complicado como el narcotráfico tuvo la estúpida idea de matar a un policía estadounidense? El asunto resulta inexplicable si no se analiza el entramado.

Para ello debemos hacer un paréntesis. Un elemento en la historia es la República de Nicaragua. Nicaragua es un país centroamericano que, en 1890, tras una serie de administraciones conservadoras, se convirtió en el país más rico de Centroamérica. Sus ingresos provenían de exportaciones y Estados Unidos era su principal cliente.

En 1893 el poder cambió a manos de los liberales, y en 1912 un movimiento conservador apoyado por Estados Unidos les devuelve el poder a los conservadores. Esto duró hasta 1979, cuando los liberales apoyados por Rusia recuperan el poder, y ahí es donde Nicaragua entra en nuestra historia.

ESTADOS UNIDOS, DROGAS Y LA CONTRA NICARAGÜENSE

Resulta que el Senado estadounidense, por serias violaciones a los derechos humanos, había bloqueado la ayuda económica y venta de armas a Nicaragua. Pero otra ala del gobierno estaba muy interesada en dar dinero y armas a la organización denominada Contra Nicaragüense para restablecer el control yanqui y sacar a los rusos.

Esto era un asunto de alta prioridad para el gobierno estadounidense, en el que había impedimentos legales, por tanto, se requería hilar fino. Para ello se discurrió un plan maquiavélico: pedir a los narcotraficantes del Cártel de Guadalajara que apoyaran la operación en diferentes áreas.

Por un lado, financiarían la operación con dinero de la venta de drogas. Por otro, prestarían sus instalaciones para entrenar a los soldados de la Contra. Y por último, mediante su red de contrabando, harían llegar la armas a Nicaragua.

¿Por que a los narcos? porque si algo salía mal, la culpa sería del Cártel de Guadalajara o de sus elementos. El plan contenía todo: financiamiento, instalaciones, armas, y había hasta tontos útiles para cargar con la culpa.

El asunto era un secreto de Estado. De manera que la CIA tenía que manejarlo. El secreto quedó entre la agencia, los narcos, y el más alto nivel del gobierno de México. La DEA estaba fuera de la jugada, pero se percató de movimientos sospechosos en los ranchos de Caro Quintero. Le encomendó la investigación a uno de sus agentes, el Kiki Camarena. Y aparentemente Camarena se percató de algo.

Cuando esto sucedió, la CIA lo mandó secuestrar e interrogar para saber qué, y cuánto sabía, y lo que les había dicho a sus superiores. Una versión2 dice que fueron los de la CIA los que mataron a Camarena, y que armaron todo para que Rafael Caro Quintero cargara con la culpa.

EL PACTO DIABÓLICO DE LA CIA

Pero eso no es importante en nuestro estudio; lo que sí es importante es la evidencia incuestionable de que había un pacto entre la CIA, el narcotráfico, y la red gubernamental para que México surtiera de droga a Estados Unidos. Y que ese pacto producía carretadas de dinero que lubricaron toda la estructura y la llevaron a crecer.

Así, la red que armaron los Salinas solo obedeció a mantener bajo control un negocio ilegal, pero necesario para los estadounidenses.

Hubo un enorme escándalo, pero al tiempo las cosas se calmaron y el negocio siguió. Claro que los narcos estaban cansados de las traiciones ocasionales de las que eran víctimas, pero no había mucho por hacer. El sistema político era impenetrable; el PRI mandaba y los demás obedecían.

Tres sexenios vinieron a herir de muerte al sistema. Echeverría, López Portillo y De la Madrid. La siguiente elección, presuntamente, se perdió en las urnas y se recuperó en el fraude. Y todavía Salinas creó un espejismo, y volvieron a ganar la elección, pero la ilusión se rompió al mes de ganar el PRI.

Zedillo hizo un papel decoroso desde el punto de vista económico, pero hay evidencias de que para salir de la crisis le pidieron al narco apoyo económico que de mil amores dieron. Así, los grandes capitales del país sortearon la tormenta con dinero sucio y todos estuvieron embarrados.

Sin embargo, la suerte estaba echada y en 2000 llegó la democracia a un país que llevaba más de 100 años viviendo en dictaduras, cuando no de hombres, de partido.

UN ARTÍFICE LLAMADO PRI

La dictadura priista comenzó como un movimiento político de militares que, ante los desafíos administrativos, buscaron en la sociedad civil gente preparada para llevar las carpetas de cada secretaría de Estado. Así tuvieron un equipo de intelectuales, que le dieron un empaque filosófico al gobierno.

Pero, a la hora del cambio democrático, las reglas del juego debían cambiar forzosamente, y no hubo quién se molestara en determinar un nuevo marco filosófico. Eso dejó al país con un régimen democrático enclavado en la estructura de una dictadura de partido.

Eso abrió la caja de Pandora al propiciar un descontrol que de inmediato aprovecharon los cárteles para penetrar la estructura de poder. La puerta, que el PRI había mantenido herméticamente cerrada, se abría por fin.

Ahora podían comenzar a colocar estratégicamente sus fichas, y en lugar de financiar a un político como Salinas, que anteponía los intereses políticos a los narcocompromisos adquiridos, pondrían a su propia gente, que solo obedecerían a los narcointereses. Lo demás con dinero se arreglaría.

En España, en tiempos de Franco, cuando casó a su hija con un marqués, hubo una coplilla que se puede adecuar al romance entre la partidocracia y el narco al amanecer de nuestra democracia: “La niña quería un marido, la madre quería un marqués, el marqués quería dinero, ¡ya están contentos los tres!”

Aquí, en México, los elementos son el narco, los cargos, los partidos y el dinero, claro. La rima se la dejo a la imaginación de nuestros queridos lectores.

Por hoy es todo. Agradezco su atención, y los espero en la próxima y última entrega de esta serie, en donde veremos cómo los narcopolíticos entraron en el sistema. Hasta entonces.

VAGÓN DE CABÚS

El Fondo Monetario Internacional advirtió que en 2023 el crecimiento de la economía no será del 2.5 como se tiene proyectado, sino del 1.2 por ciento. Este argumento se maneja en varios despachos de asesoría económica en función de la recesión que se ve venir en Norteamérica.

El 2023 es un año político por la elección en Coahuila y en el Estado de México. Si esto fuera poco, es la antesala de la elección de 2024, a la que una recesión no le hará ningún beneficio. Habrá que estar muy atentos y prevenir para no salir muy lastimados del trance anual, que si se prolonga hasta el 2024 será catastrófico.

Si eso sucede, en lo económico este será otro sexenio perdido. N

—∞—

1. Boyer, Jean François; 2001, La guerra perdida contra las drogas, pp. 152-156, Ed. Grijalbo.

2. La versión tiene fundamento, pues es del exagente de la DEA Héctor Berrellez, jefe de la operación para investigar la muerte de Enrique Camarena. El nombre clave de esta fue Operación Leyenda. De acuerdo con Berrellez, el que ordenó el secuestro fue el agente de la CIA Félix Rodríguez. Los operadores, las cabezas del Cártel Guadalajara. Altos funcionarios del gobierno de México fueron enterados. La intención no era matarlo, pero se les pasó la mano.

—∞—

Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.

Newsweek en Español te recomienda también estas notas:

Cómo las drogas nos llevaron de una república a un narcoestado

Cómo las drogas nos llevaron de una república a un narcoestado, parte II

Sin juicio, Caro Quintero no puede ser extraditado a EUA