Los disturbios en Nueva Caledonia están vinculados a viejas heridas coloniales

Nueva Caledonia, territorio francés de ultramar en el suroeste del Pacífico, se ha visto sacudida por los enfrentamientos más violentos desde la década de 1980. Los disturbios, desencadenados por los cambios constitucionales en el sistema de votación, también ponen de manifiesto la frustración por el largo proceso de descolonización.

Con información de Alison Hird

El 13 de mayo estallaron disturbios mortales en la capital de Nueva Caledonia, Numea, cuando París se disponía a votar la imposición de nuevas normas que podrían otorgar el derecho de voto a decenas de miles de residentes no autóctonos.

En virtud de la legislación acordada en el marco del Acuerdo de Noumea de 1998, que allanó el camino a la descolonización, el derecho de voto en las elecciones provinciales y los referendos locales se limitó a los nativos y a los que habían llegado al archipiélago antes de 1998, junto con sus hijos.

La idea era dar mayor representación a los indígenas canacos, que se habían convertido gradualmente en una población minoritaria tras las oleadas migratorias europeas.

En la actualidad, los canacos representan alrededor del 44% de los 270.000 habitantes del territorio. El 34% son europeos (en su mayoría franceses), y el resto está formado por otros grupos minoritarios, como valacos y tahitianos.

Excluidos del voto

Las restricciones al voto excluían de hecho a los recién llegados al territorio y a los nacidos allí después de 1998, alrededor del 20% de la población actual.

Mayoría frágil

El Presidente francés es el Jefe de Estado. Desde 2021 tiene su propio jefe de gobierno.


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