La dieta FAFO, una opción flexible y amigable para tratar el sobrepeso

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Casi todos coincidimos en las bondades de seguir una alimentación diversa y equilibrada, como la que proporciona la dieta mediterránea. O en los beneficios del ejercicio y los estilos de vida saludables. Pero, a la vez, todos conocemos y hemos vivido también lo complicado que resulta adquirir y, sobre todo, mantener esas prácticas de una manera regular.

Por esto, más que insistir en los detalles de cuál es la mejor dieta y la más completa, parece bastante útil conocer qué condiciones son las que favorecen y permiten lograr una buena adhesión a las correctas pautas alimentarias y de bienestar hasta convertirlas en hábitos.

Factores para afrontar el reto del cambio

Para ello, es fundamental hacer una aproximación integral y lo más completa posible a la realidad que viven las personas con sobrepeso u obesidad. Es necesario atender a los factores genéticos, metabólicos, nutricionales, psicológicos y emocionales, pero también analizar a fondo el entorno de cada paciente.

Se pone el foco de la atención en los condicionantes socioambientales, como el origen familiar, las tradiciones y costumbres gastronómicas en las que se ha crecido o el acceso a una mayor o menor diversidad de alimentos. Todos estos aspectos van a estar muy relacionados con la situación cultural y socioeconómica de la persona.

Este conjunto de factores puede dificultar, o incluso bloquear, los esfuerzos para reducir el sobrepeso. Las limitaciones de tiempo para comprar o cocinar, la conciliación de horarios laborales y de obligaciones domésticas, el tamaño familiar, el grado de apoyo disponible o el nivel de ingresos a menudo juegan en contra.

No es por falta de voluntad: herramientas de la dieta FAFO

La propuesta de la dieta FAFO (siglas de Flexible And Friendly for the Overweight) surge del encuentro de dos visiones profesionales. En primer lugar, de mi experiencia en el campo de la epidemiología nutricional junto al grupo de investigación EPINUT de la Universidad Complutense, basada en el interés por el abordaje multidimensional de la obesidad y los contextos sociales de la nutrición humana.

En segundo lugar, de la experiencia clínica del médico-endocrinólogo Rafael Gómez y Blasco, que acumuló durante muchos años evidencias de los problemas que surgen para que las personas con sobrepeso u obesidad perseveren en el cambio de hábitos prescrito.

Con el convencimiento de que la obesidad no se deriva de la falta de voluntad del individuo, comenzamos una línea de trabajo para evaluar las múltiples condiciones personales, familiares, sociolaborales, psicosociales, emocionales, metabólicas y corporales de cada caso. Se concretan en los siguientes instrumentos:

  • Cuestionario psicosocionutricional. Recoge extensa información del entorno y la cotidianidad de la persona: vida familiar, actividad y horarios laborales, sueño y descanso, dedicación a las tareas domésticas (preparación de comidas y gestión de las compras), actividad física, etc.

  • Evaluación de competencias. Esta herramienta se enfoca en varios aspectos: el autocuidado; el enfrentamiento a retos como los entornos obesogénicos (favorecedores de estilos de vida sedentarios y consumistas que nos predisponen al sobrepeso y la obesidad); la gestión emocional, o el manejo de las presiones de una sociedad con valores y discursos obesofóbicos.

  • Técnica llamada de “experiencia del paciente con sobrepeso”. Describe la secuencia de vivencias y emociones (positivas y negativas) de la persona a través de su proceso encaminado al cambio y la adhesión a nuevos hábitos y prácticas de autocuidado. Se expresa a través de una representación gráfica de la sucesión de momentos, estados emocionales y sensaciones vividas por el paciente durante el seguimiento del tratamiento.

  • Test de autoimagen corporal. Es una información de utilidad para valorar la autopercepción de la imagen y la experiencia afectiva del propio cuerpo. Sirve como marco para la confrontar esta referencia con valores antropométricos reales (índice de masa corporal).

  • Todo ello se complementa con la información clínica y biométrica de cada paciente, poniendo el énfasis en los indicadores antropométricos y metabólicos. Porque el método FAFO no se centra en el seguimiento del peso corporal (pesocentrismo), sino en la adiposidad, la composición corporal y la salud metabólica (niveles de colesterol, presión arterial…).

En su conjunto, esta propuesta se formula y difunde para la práctica clínica a través de la Guía FAFO y su actualización en la versión 2024, recientemente publicada. El objetivo es que la mejora nutricional y de la salud vayan de la mano y se adapten a las circunstancias de cada persona. Porque nadie dijo que fuera a ser fácil.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Rafael Tomás Cardoso no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.