El día en el que Navalny firmó su sentencia de muerte con Putin
Dice el diccionario de la Real Academia Española (RAE) que un antagonista es la persona o cosa opuesta o contraria a otra. Así, el antagonista de Batman es Joker, el de Harry Potter es Voldemort o el de Sherlock Holmes es el profesor Moriarty. En el caso de Rusia, también ha existido esa relación en la última década, con Vladímir Putin y Alexei Navalny, que acaba de morir en cautividad en una prisión estatal.
El presidente ruso ha gobernado con mano de hierro el país desde hace más de 20 años y en la mayor parte de su mandato Navalny se ha erigido como el líder opositor más importante. Una persona muy crítica con el régimen que no dudó en denunciar la corrupción del Gobierno y las empresas estatales a través de las redes sociales.
Fruto de su activismo, ingresó en prisión en 2021 para cumplir una condena de 19 años por delitos que los opositores consideraban políticos. Lo hizo después de recuperarse en Alemania de un intento de envenenamiento con un agente neurotóxico del grupo Novichok. Y precisamente fue este momento el que terminó de marcar el futuro de Navalny.
"Llamé a mi asesino. Él confesó todo", publicó el líder opositor en las redes allá por el año 2020.
Se refería a una llamada que había hecho a Konstantin Kudryavtsev, un experto en armas químicas de la agencia de inteligencia nacional rusa, el FSB.
El activista se valió de una treta para conseguir toda la información sobre cómo se había producido su envenenamiento durante un vuelo de regreso a Moscú procedente de la ciudad siberiana de Tomskin. Las primeras hipótesis hablaban de que el veneno se había inoculado mezclado con su té, pero realmente no fue así.
Navalny ocultó su teléfono y se presentó a Kudryavtsev como asistente del jefe del Consejo de Seguridad ruso, Nikolai Patrushev. Aunque el agente en un primer momento se mostró reservado, lo cierto es que finalmente terminó contando exactamente lo que había ocurrido y por qué el opositor fue capaz de sobrevivir.
Un atacante había colocado el veneno en las costuras internas de la ropa interior de Navalny. Después, dos agentes volaron a la ciudad de Omsk, lugar en el que se produjo el aterrizaje de emergencia por la enfermedad de Navalny, para eliminar cualquier rastro que hubiera podido dejar el veneno. Tal y como reveló Kudryavtsev, precisamente ese aterrizaje fue el que salvó la vida del crítico con el Kremlin porque si el vuelo hubiera continuado, no habría sobrevivido.
El líder opositor publicó una grabación de audio y una transcripción de la llamada, haciendo públicas todas las confesiones del agente y señalando al régimen de Putin. Sin embargo, tanto el FSB como el Gobierno negaron las acusaciones y rechazaron su participación en este ataque, pese al largo historial de envenenamientos extraños que se han producido en los últimos años, como el de Aleksandr Litvinenko o el de Sergei Skripal.
Si los servicios especiales rusos hubieran querido envenenar a Navalny, “lo habrían llevado hasta el final”, fue la inquietante respuesta que dio el presidente ruso ante las acusaciones.
Una humillación para Putin
Pero lo cierto es que estas revelaciones fueron una humillación para Putin. La estrategia de las autoridades había salido a la luz y Navalny, para obtenerla, había demostrado ser más listo que todo el servicio de seguridad estatal. Un acontecimiento que supuso el principio del fin para el opositor porque la persecución de las autoridades se acrecentó.
Tras su ingreso en prisión, las condiciones del crítico con Putin empeoraron drásticamente y su salud se resintió: condenas, huelga de hambre y acusaciones de estar inyectándole una droga desconocida. A finales de 2023, fue trasladado a una prisión de máxima seguridad a más de 6.000 kilómetros, muy cerca del Círculo Polar Ártico, donde el día a día era durísimo, con temperaturas bajo cero y con solo 10 minutos para ingerir alimentos.
Finalmente, el 16 de febrero de 2024, el opositor murió en prisión. Sin embargo, lo que no ha podido quitarle Putin es el haberse convertido en un símbolo de resistencia en todo el mundo. Sin Navalny, desaparece el mayor crítico reciente con el régimen, pero su mujer, Yulia Navalnaya, amenaza con seguir su legado y denunciando la corrupción del Gobierno ruso.
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