¿Cómo se puede detectar si una persona está en riesgo de abusar de fármacos opioides?
Actualmente, el dolor crónico es una de las principales razones por las que las personas buscan ayuda médica. Además de la carga económica directa e indirecta que supone para el sistema sanitario, los costes personales para quienes lo sufren son enormes.
Entre los tratamientos farmacológicos que existen para atajarlo, destaca el uso de los fármacos opioides, como la morfina, la codeína o el fentanilo. Por ejemplo, los últimos resultados obtenidos por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS, 2024) indican que su consumo ha pasado en España de 10,74 dosis diarias por 1 000 habitantes y día (DHD), en 2012, a 22,26 DHD en 2022, lo que supone un incremento de más del doble.
Y eso pese que a la literatura científica ha puesto de relieve los efectos adversos de la medicación opioide cuando no se usa adecuadamente o se abusa de ella. El problema ha alcanzado en Estados Unidos unas proporciones inimaginables, llegando a calificarse de “epidemia”.
La importancia de la prevención
En España, la situación no alcanza esas dimensiones, pero no se puede obviar. Por ello se diseñó el Plan de Optimización de la utilización de Analgésicos Opioides en Dolor Crónico no Oncológico en el Sistema Nacional de Salud, que fue aprobado en 2021.
Entre sus objetivos, definía la necesidad de establecer un método para identificar a los pacientes con mayores probabilidades de incurrir en el abuso y la adicción a estos medicamentos. Así pues, la evaluación previa de riesgos se ha convertido en un paso crucial para tomar decisiones informadas.
Hace tres años publicamos un artículo en The Conversation donde abordábamos los problemas derivados del uso indebido de opioides recetados a pacientes con dolor crónico no oncológico. Entonces formulábamos la siguiente pregunta: “¿Es posible, a priori, determinar qué personas están en riesgo de hacer un mal uso de los fármacos opioides que se les prescriban?”
El proyecto que está llevando a cabo el grupo Psicología del Dolor de la Facultad de Psicología y Logopedia de la Universidad de Málaga, y que coordinamos las autoras de este texto, se encuentra en fase de finalización y ya tiene algunas respuestas a ese interrogante. A continuación presentamos las más destacadas.
Perfil de una persona vulnerable
Resumidamente, hemos podido establecer que el perfil de un individuo en riesgo extremo de abuso de los opioides de prescripción sería el de alguien impulsivo y con un elevado miedo a los síntomas de ansiedad (lo que se denomina sensibilidad a la ansiedad). Estas personas magnifican la amenaza que supone tener dolor (pensamientos catastrofistas), no aceptan la condición crónica de su dolencia y muestran síntomas de depresión, ansiedad o estrés postraumático.
La impulsividad implica reacciones rápidas y no planificadas, propias de quienes no se paran a pensar en las consecuencias negativas de sus actos. En el caso de los opioides prescritos, hay que añadir el agravante de la facilidad de acceso a la medicación. Los otros dos rasgos –la sensibilidad a la ansiedad y los pensamientos catastrofistas— no solo aumentan el riesgo, sino que además se han asociado con niveles de dolor más elevados ante los que se trata de buscar alivio con los fármacos.
Adicionalmente, algunos estudios revelan que las personas con dolor crónico y niveles elevados de miedo a la ansiedad también toman los analgésicos para aliviar los problemas que les generan la tensión emocional, la depresión o el estrés postraumático, un claro ejemplo de mal uso de la medicación.
Por consiguiente, la combinación de algunas de las variables citadas podría ser suficiente para considerar a esa persona como vulnerable. En esos casos, sería imprescindible intervenir psicológicamente antes de comenzar el tratamiento.
En manos de profesionales capacitados
Partiendo de estos resultados, en una segunda fase del proyecto hemos desarrollado una Escala de Detección de Riesgo de Mal Uso de los Opioides de Prescripción (EDRIMO). Se trata de un cuestionario de 29 preguntas que evalúa la presencia de las variables señaladas.
La identificación y clasificación de personas en riesgo permitiría a los profesionales de la salud tomar decisiones informadas para prescribir los medicamentos más apropiados y hacer el seguimiento necesario, brindando así una atención personalizada. Esto supondría un cambio muy relevante en la atención prestada desde las unidades del dolor.
Dicha tarea debe ser realizada por profesionales de la psicología con capacitación específica en el manejo del dolor crónico. Por lo tanto, los resultados del proyecto también permiten concluir la necesidad urgente de incluir a estos profesionales como parte del equipo de atención de estas personas.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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Carmen Ramírez Maestre recibe fondos de la Universidad de Málaga, la Junta de Andalucía y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Alicia E. López Martínez recibe fondos de la Universidad de Málaga, la Junta de Andalucía y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Mª Rosa Esteve Zarazaga recibe fondos de la Universidad de Málaga, la Junta de Andalucía y el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.