Un desafiante Navalny cuestiona las normas penitenciarias en una audiencia con un juez ruso

Un desafiante Navalny cuestiona las normas penitenciarias en una audiencia con un juez ruso

Por Mark Trevelyan y Filipp Lebedev

11 ene (Reuters) - El encarcelado líder opositor ruso Alexei Navalny compareció el jueves por videoconferencia ante un juez de la Corte Suprema para defender sin éxito el derecho a pausas más largas para comer y el acceso a más libros en prisión.

Navalny, de 47 años, vestido con un uniforme negro de presidiario y de pie tras los barrotes de una pequeña y desnuda sala, parecía demacrado, pero habló animadamente, largo y tendido y sin tomar notas.

En un momento dado dijo que algunos directores de prisiones eran "gente maliciosa y fascistas, lunáticos", lo que provocó la reprimenda del juez Oleg Nefyodov.

Navalny participó por segundo día consecutivo en audiencias judiciales desde la colonia penal del Ártico "Lobo Polar", una de las más duras de Rusia, a la que fue trasladado el mes pasado tras la ampliación de sus condenas acumuladas a más de 30 años.

Navalny dijo que las normas penitenciarias que limitan a los reclusos a un libro cada vez significan que alguien que elige tener una Biblia o un Corán no puede tener ninguna otra literatura religiosa o secular, incluidos periódicos o revistas.

"Un libro no es suficiente para mí. Viola claramente mis derechos religiosos", afirmó.

También argumentó que las pausas para comer eran demasiado cortas.

"Me dan dos tazas de agua hirviendo y dos trozos de pan asqueroso. Quiero beber esta agua hirviendo normalmente y comer este pan. Tengo 10 minutos para comer. Y me obligan a atragantarme con esta agua hirviendo", dijo.

Sus argumentos dieron lugar a una discusión detallada con Nefyodov y un representante del Ministerio de Justicia sobre las bibliotecas de la prisión, la organización de las comidas y el mobiliario de las celdas. Ambas quejas fueron rechazadas, según Mediazona, un sitio de noticias independiente ruso.

En el pasado, Navalny ha recurrido con frecuencia a este tipo de audiencias para desafiar a las autoridades, demostrar su resistencia y mantener un vínculo con el mundo exterior a pesar de las duras condiciones de su encarcelamiento.

Él y sus partidarios afirman que los numerosos cargos que se le imputan, que van desde fraude a extremismo, fueron inventados para silenciar sus críticas al presidente Vladimir Putin. Los grupos de derechos humanos y los gobiernos occidentales lo consideran un preso político.

El Kremlin se abstiene de pronunciar su nombre y afirma que es un delincuente convicto cuyo tratamiento es competencia del sistema penitenciario.

(Reporte de Filipp Lebedev y Mark Trevelyan; Editado en Español por Ricardo Figueroa)