Tras el derrumbe del régimen, empieza la cacería para recuperar la incalculable fortuna del clan Al-Assad

Asma y Bashar al-Assad, en una foto de 2010
Asma y Bashar al-Assad, en una foto de 2010 - Créditos: @Getty Images

El domingo, una semana después de la caída relámpago del régimen de Bashar al-Assad en Siria, el diario británico Financial Times reveló que el hombre que gobernó el país con mano de hierro durante más de dos décadas transfirió 250 millones de dólares a Rusia en una operación realizada por el Banco Central entre 2018 y 2019.

Una fuente citada por el diario afirmó que la transferencia cubrió envíos de trigo, servicios de impresión de billetes y “gastos militares”, y explicó que se realizó con billetes de 100 dólares y 500 euros para esquivar las sanciones internacionales: según ella, “cuando un país está completamente rodeado, solo tiene efectivo” para hacer sus pagos.

Como era de esperar, no hay registros oficiales disponibles sobre la transacción, pero los analistas sospechan que puede ser parte de un plan amplio y de larga duración para distribuir la riqueza acumulada por la familia Al-Assad desde que su padre, Hafez, llegó al poder en los años 1970. La fortuna incluiría propiedades, cuentas en paraísos fiscales y vínculos con negocios ilegales, que van desde el blanqueo de capitales hasta el narcotráfico.

Y las nuevas autoridades responsables en Damasco no ocultan su deseo de recuperar ese dinero.

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“Habrá una búsqueda internacional de los activos del régimen”, afirmó Andrew Tabler, ex funcionario de la Casa Blanca vinculado a la investigación sobre los activos de la familia Assad, en una entrevista con The Wall Street Journal. “Tuvieron mucho tiempo antes de la revolución para lavar su dinero. Siempre tuvieron un Plan B y ahora están bien equipados para el exilio”, agregó.

Una de las residencia de Al-Assad saqueadas tras su caída
Una de las residencia de Al-Assad saqueadas tras su caída - Créditos: @OMAR HAJ KADOUR

El primer paso será averiguar cuánto dinero tenía realmente el exdictador, ahora asilado en Rusia. Un informe del Departamento de Estado norteamericano indicó, en 2022, que la fortuna de los Al-Assad, incluidos activos e intereses comerciales, se estima entre los 1000 millones y los 12.000 millones de dólares. En comparación, el PBI de Siria , donde más del 70% de la población vive por debajo del umbral de pobreza, fue de 9000 millones de dólares, según el Banco Mundial.

Las estimaciones independientes fueron más generosas y sugirieron que tenía “toneladas” de lingotes de oro, una lista de activos por valor de hasta 22.000 millones de dólares, e incluso una red oculta de cuentas bancarias, negocios turbios, aviones y departamentos de lujo estimada en 122.000 millones de dólares, se tiene en cuenta a todo el clan Al-Assad.

Al-Assad y su familia daban la imagen de que su vida no era opulenta. En un ahora infame artículo de la revista Vogue de 2011, Asma al-Assad, la primera dama, fue llamada la “Rosa del Desierto”, cuyo estilo “no es el deslumbramiento de la alta costura y el brillo del poder de Medio Oriente”. Tras la caída del régimen, los manifestantes que invadieron la residencia presidencial encontraron en el garaje ropa y accesorios de marcas famosas y autos de lujo.

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“Debido a su influencia indiscutible sobre el sector público como jefe de Estado, tenía poder irrestricto para dirigir y dirigir los negocios estatales a las empresas que controla a través de sus frentes comerciales”, afirmaron en un artículo publicado en agosto por el instituto Brookings el economista político sirio Karam Shaar y el politólogo Steven Heydemann.

Un engranaje central en la máquina financiera provino del lado de la familia de la madre de Al-Assad, Anisa Makhlouf.

A Mohammad Makhlouf, yerno de Hafez al-Assad, se le encomendó la tarea de supervisar el extremadamente rentable sector de importación de tabaco y más tarde asesoró a Bashar y recibió comisiones de empresas constructoras. A principios de siglo, pasó sus responsabilidades a uno de sus hijos, Rami. En una entrevista con el Wall Street Journal, William Bourdon, abogado de derechos humanos responsable de investigar algunos de los bienes familiares del exdictador, afirmó que el papel de los Makhlouf era “ganar dinero para financiar el régimen y la familia presidencial”.

En la década de 2010, Rami y sus empresas, entre las que se encontraba el gigante telefónico SyriaTel, representaban alrededor del 60% de la economía del país, pero su suerte cambió en 2020, cuando perdió el control de las empresas, con un valor estimado de 10.000 millones de dólares, y acabó en prisión. Para Muhannad al-Hajj Ali, investigador del Centro Carnegie para Medio Oriente, su caída se produjo en medio de una disputa con Asma al-Assad, como se indicó en 2020 en el sitio web Arab News.

Captagon

En su tentáculo más ilegal, el régimen y Al-Assad y engordaron sus arcas mediante el tráfico de una de las drogas más populares en Medio Oriente, el captagon, similar a la anfetamina y que, según un informe del Observatorio de Asuntos Políticos y Económicos Networks, publicado el año pasado, movió más de 7000 millones de dólares entre 2022 y 2023.

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The Wall Street Journal señaló que el tráfico de captagon les permitió compensar las pérdidas por las sanciones internacionales y le aportaba al régimen 2400 millones de dólares entre 2020 y 2022, según el Observatorio de Redes Políticas y Económicas, una organización de investigación siria y árabe que rastrea el comercio de esta droga. Al frente del “negocio” estaba un hermano de Bashar, Maher, comandante de una brigada del ejército.

El presidente sirio y su hermano menor, Maher al-Assad
El presidente sirio y su hermano menor, Maher al-Assad - Créditos: @RAMZI HAIDAR

The Wall Street Journal informó que Maher al-Assad comenzó a invertir en el extranjero antes de la guerra civil y entre sus activos había un campo en la Argentina, según un exfuncionario de inteligencia europeo y asesor del extinto régimen. El exasesor citado por el medio norteamericano dijo que el activo argentino era una plantación de té o mate, aunque no precisó más detalles.

Difícil tarea

Si estimar el tamaño de la fortuna de Al-Assad y sus aliados es una tarea compleja, recuperar estos activos, obtenidos en gran medida mediante el desvío de recursos del Estado sirio, será aún más difícil. El dinero se enviaba a paraísos fiscales, como Suiza y las Islas Caimán , o a refugios seguros, como Rusia. Como señaló el Financial Times, el Departamento de Estado acusó a un banquero sirio, Mudalal Khouri, de facilitar grandes transacciones para instituciones rusas a través de empresas fantasma y vuelos cargados de billetes de dólares y euros.

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Las propiedades, salvo raras excepciones, fueron compradas en países no acostumbrados a cumplir con las solicitudes occidentales de incautación de activos, como Rusia y los Emiratos Árabes Unidos. Una de las raras incautaciones vinculadas a los Al-Assad se produjo en Francia, en 2019, cuando un tribunal local ordenó congelar 90 millones de euros en propiedades de Rifaat al-Assad, tío del exdictador, acusado de blanqueo de dinero. Una lección aprendida por el clan.

Una foto antigua de Al-Assad junto a sus familiares que los manifestantes encontraron en sus palacios
Una foto antigua de Al-Assad junto a sus familiares que los manifestantes encontraron en sus palacios

Al-Assad siempre supo que nunca sería una compañía aceptable, digamos, en París” dijo en una entrevista con el Financial Times David Schenker, ex subsecretario de Estado para Asuntos de Oriente Medio. “No iba a comprar edificios de departamentos allí, pero también sabía que si terminaba, terminaría mal. Así que tuvieron años para intentar conseguir dinero y crear sistemas que fueran refugios fiables y seguros”, agregó.

Y la historia reciente no ofrece buenas perspectivas para quienes intentan encontrar la fortuna de Al-Assad: según las Naciones Unidas, alrededor de 54.000 millones de dólares en activos, entre ellos oro, joyas, aviones y efectivo depositado, fueron robados del Estado libio por aliados y familiares del derrocado dictador Muammar Khadafy. Hasta la fecha, se han recuperado poco más de 100 millones de dólares.

“El régimen sabía que tenía que llevar a su dinero a un refugio seguro en el extranjero para poder utilizarlo para obtener una buena vida”, concluyó Schenker, en referencia a Al-Assad, pero que también se aplica a un gran grupo de autócratas en todo el planeta.

Diario O Globo/GDA