La WNBA no quiere vivir solo de Caitlin Clark

David Villafranca

Nueva York, 10 may (EFE).- Un potente acuerdo televisivo a la vista. Una futura expansión con cuatro nuevos equipos. Mejoras en las condiciones de las jugadoras. Las Vegas Aces como rivales a batir. Así es la WNBA que arranca la próxima semana su nueva temporada y que quiere crecer no solamente a partir del impresionante fenómeno de Caitlin Clark.

14 de mayo a las 20 horas, el Mohegan Sun Arena de Uncasville y contra las Connecticut Sun. Esos son los datos del inminente y muy esperado debut en la WNBA con las Indiana Fever de Caitlin Clark, la prodigiosa jugadora llamada a cambiar el baloncesto femenino tras reventar récords y convertirse en la máxima anotadora de la historia de la NCAA.

Todo en la WNBA gira estos días en torno a Clark, cuyos partidos de pretemporada también se están siguiendo con una atención asombrosa.

La liga, con la comisionada Cathy Engelbert a la cabeza, tiene muy claro que le ha caído un regalo del cielo con la estrella surgida de Iowa, pero la WNBA cuenta con argumentos para crecer no solo impulsada por el fenómeno de Clark.

Nuevos equipos, nuevas audiencias

Con Las Vegas Aces entrenadas por Becky Hammon defendiendo su doble corona de los dos últimos años y las New York Liberty como su principal rival, la WNBA, que tendrá un notable parón veraniego por los Juegos Olímpicos de París 2024, contará con 12 equipos pero para 2025 tendrá uno nuevo que se instalará en San Francisco como reflejo femenino de los Golden State Warriors.

Para 2028, la liga espera llegar a 16 franquicias y para esas tres plazas hay pretendientes como Filadelfia, Toronto, Denver, Portland, Nashville…

Falta concretar todos esos planes, pero las tendencias en la competición son favorables: en 2023 y solo contando la temporada regular, la audiencia televisiva fue la más alta en 21 años (505.000 espectadores de media) y la asistencia a los pabellones en total fue la más elevada en 13 años (1.587.488 fans).

Evidentemente, estas cifras probablemente se queden en nada con el 'huracán Clark', que solo para su debut de pretemporada ya logró vender la semana pasada las más de 6.000 entradas disponibles del College Park Center de Arlington (Texas, EE.UU.).

"Es realmente la confluencia de muchas cosas positivas uniéndose tanto en el lado del baloncesto como en el de negocio", aseguró en abril Engelbert a la cadena CNBC.

"Es el ascenso del deporte femenino. Es Caitlin y otras como Angel Reese, con una rivalidad desde el año pasado en la final de la NCAA. Son talentos generacionales con un gran seguimiento en las redes sociales y con una atención creciente en los medios", añadió.

Nuevas estrellas, nuevas oportunidades

Como número uno del draft y con 2,2 millones de seguidores en Instagram, Clark es la punta de lanza de la nueva promoción pero ni mucho menos llega sola.

Reese, la estrella de LSU, es también ya una personalidad muy conocida en EE.UU. (3,1 millones de seguidores en Instagram) y esta semana acudió como invitada a la muy exclusiva y prestigiosa Met Gala de Nueva York.

Además, Cameron Brink tiene la misión de reflotar a Los Angeles Sparks y la brasileña Kamilla Cardoso viene de conquistar el título de la NCAA sin perder ni un solo encuentro con South Carolina.

La 'nueva' WNBA también está provocando cambios a su alrededor y la televisión ha movido ficha: el debut de Clark así como el primer partido de las campeonas Aces se podrán ver en Disney+, en lo que será la primera retransmisión deportiva en directo en esa plataforma.

2025 será el año en el que la liga pueda hacer caja, ya que en ese momento acaba su actual contrato de derechos televisivos, y Engelbert ya ha dicho que espera "al menos duplicar" lo que la WNBA recibe ahora (unos 60 millones de dólares al año en televisión tradicional y 'streaming', según las estimaciones de CNBC).

"Los derechos de los deportes femeninos han estado minusvalorados durante mucho tiempo así que tenemos esta enorme oportunidad en un momento en el que el panorama mediático está cambiando mucho", afirmó.

Lo esperable y deseable es que esa entrada de nuevo dinero en la WNBA también beneficie a las jugadoras, cuyos salarios están lejísimos de los que cobran en la NBA.

Según el convenio de la WNBA, el salario máximo para esta temporada es de unos 250.000 dólares y en la NBA el jugador mejor pagado esta campaña fue Stephen Curry con casi 52 millones.

Pero sí se han dado algunos pasos importantes hacia la profesionalización completa como el anuncio este martes de que la WNBA, por primera vez, tendrá vuelos privados para todos los equipos durante la temporada regular, una vieja reclamación para unas jugadoras que, pese a su estatura, debían volar hasta ahora en comercial.

(c) Agencia EFE