Así fue la primera visita de Kamala Harris a América Latina como vicepresidenta

Algunos manifestantes se congregaron durante la visita de la vicepresidenta Kamala Harris a la frontera sur en Texas, en junio de 2021. (Sarahbeth Maney/The New York Times)
Algunos manifestantes se congregaron durante la visita de la vicepresidenta Kamala Harris a la frontera sur en Texas, en junio de 2021. (Sarahbeth Maney/The New York Times)

En un viaje marcado por la polémica y las críticas, Harris encabezó un esfuerzo para establecer vínculos con activistas y líderes cívicos que buscan un cambio.

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Apenas unos meses después de haber asumido el cargo, en el verano de 2021, Kamala Harris se dirigió a Guatemala en su primer viaje al extranjero como vicepresidenta, una prueba crucial de su capacidad para manejar la política exterior. Sin embargo, en menos de 24 horas, ya había provocado protestas.

En su primera rueda de prensa en Ciudad de Guatemala, en un momento en el que los cruces de la frontera sur de EE. UU. iban en aumento, Harris emitió un mensaje para los inmigrantes indocumentados que provocó la indignación inmediata de los progresistas y los defensores de la inmigración: “No vengan”.

Un día después, Harris generó una nueva oleada de titulares negativos tras una entrevista con el presentador Lester Holt, de
NBC News
, en la que eludió las preguntas sobre por qué aún no había visitado la frontera.

“Nunca he estado en Europa”, dijo Harris. “No entiendo a qué quiere llegar”.

Harris con el secretario de Seguridad Nacional Alejandro Mayorkas en la frontera sur en 2021. (Sarahbeth Maney/The New York Times)
Harris con el secretario de Seguridad Nacional Alejandro Mayorkas en la frontera sur en 2021. (Sarahbeth Maney/The New York Times)

Fue un comienzo accidentado de un viaje que llevó a Harris de Guatemala a México y puso al descubierto los puntos controvertidos de su más importante misión internacional: abordar las causas de la migración en Centroamérica en un momento en el que las llegadas a la frontera sur se encontraban en cifras récord.

Los republicanos llevan mucho tiempo atacando a Harris y calificándola de ser una “zar fronteriza” fracasada que no pudo controlar la cantidad de cruces. Sin embargo, en realidad la vicepresidenta nunca estuvo directamente a cargo de las políticas en la frontera.

Su verdadero trabajo consistía en intentar evitar que los inmigrantes abandonaran sus hogares, abordando los problemas que los hacían inhabitables, una tarea complicada desde el principio. Los ayudantes de Harris reconocieron que sería muy difícil resolver problemas como la pobreza y la corrupción endémica en unos pocos años, y temían que se le estuviera asignando a una situación sin posibilidades de éxito.

Además, se enfrentaba a una serie de líderes recalcitrantes en la región, entre ellos un presidente hondureño que acabó siendo condenado a 45 años de prisión en Estados Unidos por haber ayudado a introducir 400 toneladas de cocaína en EE. UU. y un dirigente guatemalteco que fue sancionado por el gobierno de Biden por corrupción.

“Le tocó un grupo de socios imposible”, comentó Dan Restrepo, que fue el principal asesor del presidente Barack Obama para América Latina.

Sin embargo, Restrepo señaló que la cuestión más importante tenía que ver con el hecho de que a Harris se le asignó trabajar en una región que se volvió menos crucial a medida que se hizo evidente que el auge de la migración se estaba produciendo más al sur, a través de la peligrosa selva conocida como el Tapón del Darién, por la que atraviesan migrantes de un grupo mucho más amplio de países.

“En muchos sentidos, ese viaje, en términos migratorios, fue más el fin de una era que el principio de una”, dijo Restrepo acerca de la visita de Harris a Guatemala y México. “Se le encargó lo que resultó ser un subconjunto de la migración en las Américas”.

Quizás reconociendo que los gobiernos de esos países no eran socios fiables, Harris encabezó un esfuerzo diseñado para establecer vínculos con los líderes cívicos que buscan un cambio. Durante su estancia en Guatemala, Harris se reunió con activistas indígenas y figuras que luchan contra la corrupción, en lo que los asistentes describieron como un debate reconfortante y productivo.

“Hubo un tono muy íntimo y amistoso”, comentó Álvaro Montenegro, un destacado activista contra la corrupción que estuvo presente en la reunión. “Harris dio la impresión de que quienes participamos en la sociedad civil y en la defensa de los derechos humanos éramos socios muy importantes, de que se nos valoraba”.

Harris prometió tomarse en serio sus peticiones de ayuda a las mujeres indígenas y de apoyo a la lucha contra la corrupción, según afirmaron varios asistentes. Otilia Lux, una dirigente indígena que estuvo ahí, dijo que el gobierno de EE. UU. cumplió con financiar clases de inglés para niñas indígenas y proporcionar apoyo económico a grupos de activistas.

Sin embargo, la visita no impidió que el gobierno guatemalteco persiguiera sistemáticamente a fiscales y jueces que se atrevían a combatir la corrupción desenfrenada, lo que llevó a muchos a huir del país.

Pero más tarde, el año pasado, un presidente que hizo campaña con la promesa de erradicar la corrupción ganó unas elecciones democráticas, y el gobierno estadounidense desempeñó un papel clave a la hora de facilitar el traspaso pacífico del poder, a pesar de la resistencia de muchas personas poderosas en Guatemala.

“Tomaron una serie de medidas que influyeron en el hecho de que ahora tengamos un presidente elegido democráticamente”, afirmó Montenegro.

Jody García colaboró con reportería desde Ciudad de Guatemala.

Jody García colaboró con reportería desde Ciudad de Guatemala.

c. 2024 The New York Times Company