A Trump le cuesta definir una estrategia sin las protecciones de la presidencia
On Tuesday, a Florida judge informed two lawyers representing former President Donald Trump, neither of them licensed in the El martes, una jueza de Florida informó a dos abogados que representan al expresidente Donald Trump, ninguno de los cuales tenía licencia en ese estado, que se habían equivocado con el papeleo de rutina para participar en una demanda presentada después de que el FBI allanara este mes la casa y club privado de Trump en Mar-a-Lago.
“Se puede encontrar una moción de muestra en el sitio web de la Corte”, les indicó la jueza en su orden.
Trump ha mostrado su bravuconería habitual y ha recaudado millones de dólares en línea provenientes de simpatizantes indignados, desde que agentes federales llegaron a la propiedad hace más de dos semanas y se llevaron cajas llenas de material, incluidos documentos altamente clasificados. Pero esta vez hay algo diferente, y el error en la presentación judicial ofreció un vistazo de la confusión e incertidumbre dentro del grupo de Trump que la investigación ha sacado a la luz.
La investigación de los documentos representa la mayor amenaza legal a la que se ha enfrentado Trump en años, y lo hace desprovisto de la infraestructura protectora y la armadura constitucional de la presidencia. Después de años de usar y despedir a múltiples abogados, ha tenido problemas para contratar nuevos y tiene un pequeño grupo de abogados de diversos grados de experiencia.
Ahora se enfrenta a un Departamento de Justicia que ya no controla, dirigido por un fiscal general estricto en el cumplimiento de las normativas, Merrick Garland, que ha llevado a cabo varias investigaciones sobre Trump de forma metódica y silenciosa.
Trump se desempeña como su propio director de comunicaciones y asesor estratégico en la búsqueda de victorias inmediatas en lo táctico, lo político y de relaciones públicas, a veces a riesgo de tropezar con errores legales sustantivos.
Un ejemplo de esto se produjo el lunes por la noche, cuando un escritor conservador aliado de Trump hizo pública una carta que los Archivos Nacionales había enviado en mayo al equipo legal de Trump. Explotada por Trump y sus aliados como evidencia de que el presidente Joe Biden había desempeñado un papel en el caso después de que este dijo que no estaba involucrado, la carta confirmó información perjudicial para el caso del expresidente, por ejemplo, que Trump había retenido más de 700 páginas de documentos clasificados, entre estos algunos en el nivel más restringido.
El martes, la jueza que maneja la solicitud del equipo legal de Trump para el nombramiento de un jefe especial para revisar los documentos incautados en Mar-a-Lago respondió con algunas preguntas mordaces. El viernes, Aileen M. Cannon, la jueza que fue designada por Trump, pidió a los abogados que respondieran si ella siquiera tenía jurisdicción para escuchar la solicitud de Trump y qué le solicitaba exactamente esta moción a la magistrada. Esto se produjo horas después de que Cannon informara a los abogados sobre el error básico en el papeleo que habían cometido. Más tarde, un portavoz de Trump mostró documentos sellados que comprobaban que su documentación había sido aceptada.
Pero, como se ha vuelto una práctica operativa estándar en el mundo de Trump, la atención central no está dirigida a los reclamos legales, ni siquiera políticos, sino al estado de ánimo del hombre en el centro de la crisis. Trump siente que las acciones de otras personas hacia él no han recibido suficiente atención, dicen algunos de sus asesores en privado, independientemente de si los hechos realmente confirman sus reclamos.
“Los demócratas han pasado siete años fabricando engaños y cacerías de brujas contra el presidente Trump y la reciente redada, innecesaria y sin precedentes, es solo otro ejemplo de eso”, dijo Taylor Budowich, portavoz de Trump.
Durante años, Trump operó a partir de un conjunto de estrategias que le enseñó en la década de 1970, Roy Cohn, el despiadado exfiscal federal y asistente del senador Joseph McCarthy, quien representó a Trump al principio de su carrera.
Este planteamiento (demonizar a los investigadores, intimidar a los aliados para evitar que se alejen, presentarse a sí mismo como perseguido y describir cada crítica como una cacería de brujas política) fue la estrategia de Trump para desacreditar la investigación sobre los posibles vínculos de su campaña de 2016 con Rusia, y en su primer juicio político.
Sin embargo, en aquel momento, tenía a los abogados de la oficina del Consejero del Presidente y del Vicepresidente ayudando a guiarlo, y un equipo de expertos legales familiarizados con Washington.
Ahora, como en los días posteriores a la pérdida de las elecciones de 2020, Trump cuenta con un equipo ad hoc de asesores con diferentes niveles de experiencia y criterio, y trata de usar su apoyo político como escudo y arma para apuntar a la gente que lo investiga.
Pero incluso cuando alimenta la indignación en los medios de comunicación que lo apoyan y trata de llamar la atención sobre Biden y el llamado Estado profundo, hasta cierto punto Trump está caminando con las extremidades fantasmas de su presidencia expirada, al afirmar que el privilegio ejecutivo todavía se aplica a él a pesar de que ya no está en el cargo e insistir en que tenía una orden amplia y permanente para desclasificar algunos documentos, la cual sus ayudantes se negaron a presentar.
Si la investigación sobre la posible conexión de Trump con Rusia fue complicada o difícil de entender para los estadounidenses, esta no lo es. La investigación de documentos se trata de cajas de papeles, almacenes, recuerdos y sellos de “secreto”, el tipo de artículos identificables que Trump ha convertido en armas para apalear a los oponentes, como el servidor de correo electrónico privado de Hillary Rodham Clinton o la computadora portátil de Hunter Biden.
La investigación de documentos también trata de si Trump o sus asociados pudieron haber obstruido la investigación, según los documentos judiciales presentados con la orden de allanamiento. Y a pesar de su determinación, Trump ha mostrado ansiedad en conversaciones privadas respecto a dónde conduce todo esto, dicen las personas que han hablado con él.
“Nunca estuvo sujeto a una investigación con esta importancia y repercusión antes de su presidencia”, dijo Tim O’Brien, biógrafo de Trump y editor ejecutivo de Bloomberg Opinion.
O’Brien señaló que cuando Trump era presidente aprendió a usar sus poderes para protegerse. “En este momento, legalmente él está en la posición más vulnerable en la que ha estado en su vida”.
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