Travieso Arce, el boxeador al que no le importaba ser castigado para dar espectáculo

Travieso Arce celebrando su victoria contra Wilfredo Vázquez Jr. en Las Vegas. (REUTERS/Steve Marcus)
Travieso Arce celebrando su victoria contra Wilfredo Vázquez Jr. en Las Vegas. (REUTERS/Steve Marcus)

Jorge Travieso Arce siempre ponía el espectáculo por encima de todo. Era un peleador de cepa. No le importaba cuánto daño pudiera recibir con tal de emocionar al público. Esa valentía le otorgó un sitio de honor en el boxeo mexicano. Quizá no era el más dotado técnicamente, pero lo compensaba con un arrojo que ya hubiera deseado el más refinado de los púgiles.

Mantuvo fidelidad a sus convicciones durante toda su carrera. Cuando su padre sufrió un accidente que lo debatió entre la vida y la muerte, el Travieso le prometió que sería campeón del mundo. Con quemaduras en todo el cuerpo, el joven peleador le dijo que tenía que luchar hasta el fin y salvarse. A cambio él le daría un cinturón. Su padre esquivó la muerte. Desde ese momento Jorge Arce supo que no existía margen de error. Era una promesa, una cuestión de honor.

No tardó en conseguirlo. Después de un fallido cruce a Estados Unidos para buscar mejores oportunidades en el ring, Arce regresó a México a cumplir con la manda. En diciembre de 1998, con solo 19 años y 22 peleas como profesional, venció al argentino Juan Domingo Córdoba para coronarse monarca mundial de peso minimosca. La deuda que adquirió con el destino quedó saldada. Pero faltaba más. Ese trono fue sólo el comienzo de una aventura repleta de gloria, fracasos y reflectores. Muchos reflectores.

El mexicano enfrentó dos veces a Hussein Hussein en 2005. En ambas ocasiones ganó por nocaut.  (REUTERS/Matthew Minard)
El mexicano enfrentó dos veces a Hussein Hussein en 2005. En ambas ocasiones ganó por nocaut. (REUTERS/Matthew Minard)

Después de una primera defensa exitosa, llegó la prueba de fuego: Michael Carbajal, una leyenda viva del boxeo en pesos pequeños. Carbajal hizo añicos al campeón. Arce jamás había enfrentado a un rival tan duro y con una mano tan pesada. Manitas de Piedra golpeaba como un titán. Arce tuvo que soportar la primera decepción de su carrera. Esa mancha fue borrada en 2002, cuando superó al coreano Choi Yo-Sam para ganar su segundo título mundial.

El giro más importante de su carrera llegó, paradójicamente, fuera del ring. Fernando Beltrán, su promotor de siempre, le consiguió un lugar en Big Brother, el reality show más popular de principios de milenio. Arce se convirtió en una celebridad total. La fama restringida del boxeo, que por ese entonces sólo se transmitía por TV de paga, no era más un impedimento para la eclosión del Travieso como figura pública.

Después de convertirse en un showman, Arce regresó al ring a encumbrar su nombre. Lo hizo a lo grande. En marzo de 2005 derrotó al australiano Hussein Hussein en una de las peleas más sangrientas de cualquier época. El mexicano se rompió la nariz durante el combate. La imagen era dramática, pero la eterna autoestima del Travieso salió al paso para propinarle una paliza a Hussein. La épica de vencer con la nariz rota lo elevó de inmediato al santuario de los héroes trágicos mexicanos.

Y los héroes trágicos tienen derrotas. Derrotas dolorosas que destruyen castillos y sueños. Christian Mijares fue el verdugo del Travieso. No sólo le arrebató el título, le pasó por encima y lo devolvió a la realidad. Esa caída era necesaria. Arce tenía que enfocar todas sus energías en el ring de nuevo. Y así lo hizo. El regreso del boxeo a la televisión no podía tener mejor exponente. Arce ya era famoso y la televisión necesitaba de figuras capaces de atraer miradas a nivel masivo.

En cada pelea, México estaba atento a sus pasos. Arce era capaz de paralizar a un país sin importar el prestigio del rival en turno o si había algún título de por medio. El Travieso fue campeón del mundo en cinco ocasiones. Es el único púgil azteca en conseguirlo, pero con una salvedad: uno de sus cinco títulos fue interino, el de peso mosca que ostentó entre 2004 y 2006.

Más allá del debate que existe al respecto, lo cierto es que Jorge Arce pertenece a un selecto grupo integrado por peleadores como Saúl Canelo Álvarez, Juan Manuel Márquez y Érik Morales. Eso sí, el Travieso siempre ha defendido su causa. Él se considera pentacampeón sin cortapisas ni asteriscos.

Nonito Donaire noqueó al Travieso en tres rounds y acabó con sus días en la élite del boxeo. (Bob Levey/Getty Images)
Nonito Donaire noqueó al Travieso en tres rounds y acabó con sus días en la élite del boxeo. (Bob Levey/Getty Images)

Los números pasan a segundo término cuando se recuerdan actuaciones como la que tuvo contra Wilfredo Vázquez Jr. El 7 de mayo de 2011, el Travieso ganó su cuarto campeonato del mundo y entró a la historia grande del boxeo mexicano. Su dramática victoria por nocaut contra el boricua en el último round hizo hervir de emoción a una nación. Ese día fue dueño de Las Vegas.

Todo peleador tiene un verdugo en su carrera. Arce perdió ochos veces durante su carrera, pero ninguna fue tan contundente como la que vivió a manos de Nonito Donaire. El filipino fulminó al Travieso en cuatro rounds y lo mandó al retiro con un nocaut de antología. Según confesó recientemente en el podcast Un Round Más aquella derrota lo llevó a la depresión.

No duró mucho el exilio. Decidió volver al ring para brindar unas cuantas peleas más. Sin embargo, el regreso triunfal estuvo empañado: José Carmona, rival de Arce en noviembre de 2013, padeció lesiones cerebrales producto de la pelea y debió retirarse para siempre de los encordados. Hoy en día se encuentra postrado en silla de ruedas. Arce se ha mantenido al pendiente de Carmona, de acuerdo con lo que contó el padre del púgil afectado a El Universal de Colombia.

Los días del Travieso en la élite llegaron a su fin con la derrota ante Donaire. Todavía peleó cuatro veces más tras su presunto retiro. Dentro del ring ya nada fue igual, pero la atención se mantenía intacta en cada emisión. Esa fue su magia. En programas de canto y baile, en La Isla o en Exatlón, siempre ha estado ahí. Reality show que no tiene al Travieso Arce no es reality show. Porque Jorge Arce siempre llevó sus ideales al límite. No le importaba ninguna restricción. Él show era suyo y siempre tenía que continuar.

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