Tomás Etcheverry, un “tenista de raza” en Roland Garros: el entrenamiento para ser “el mejor de todos” y las semejanzas con Del Potro y Berdych

Tomás Etcheverry y Juan Martín del Potro, después de un entrenamiento, hace casi cuatro años, cuando el platense daba sus primeros pasos en el tour
Tomás Etcheverry y Juan Martín del Potro, después de un entrenamiento, hace casi cuatro años, cuando el platense daba sus primeros pasos en el tour - Créditos: @Instagram @tomasetcheverry123

PARÍS (Enviado especial).- Alex De Miñaur es un demonio; de hecho, así lo apodan. Australiano de 24 años, en su momento adolescente prodigio, con madre española y padre uruguayo, es uno de los jugadores más eléctricos del circuito. Apadrinado por Lleyton Hewitt, es una versión menos contundente de David Ferrer: ostenta un enérgico estilo para correr, defenderse y contraatacar. Sin embargo, no puede hacer nada ante los escopetazos del rival que tiene en la cancha 14 de Roland Garros . Tomás Etcheverry , platense de 23 años, en la mejor temporada de su vida, es una suerte de máquina arroja pelotas calibrada en modo máximo. El argentino, lejos de estar amedrentado ante la chance de llegar por primera vez a la tercera ronda de un Grand Slam, mueve sus casi dos metros como una gacela, martilla y hace daño. Llega el momento de la verdad, el reloj marca las dos horas y 45 minutos. Y Etcheverry no falla: cierra un triunfo de jerarquía: 6-3, 7-6 (7-2) y 6-3. Se arrodilla, se le humedecen los ojos. De inmediato se pone de pie, saluda a su rival. No se conforma. Va por más.

El drive de Tomás Etcheverry en Roland Garros
El drive de Tomás Etcheverry en Roland Garros - Créditos: @Julian Finney

Etcheverry ya jugó dos finales del ATP Tour en la temporada: en Santiago de Chile (perdió con el local Nicolás Jarry) y en Houston (cayó ante Frances Tiafoe). Acumula 17 victorias, tres de ellas en Grand Slams y otro puñado en Masters 1000. Tiene un tenis moderno y lo derrama como nunca antes: físico, sin especulaciones, tomando riesgos, yendo al frente. En realidad, siempre lo tuvo, pero necesitaba convencerse de sus virtudes. En definitiva, la mente es la pieza más importante del tenista y, cuando se acomoda, todo fluye mejor. Por ese camino está el jugador que es entrenado, desde julio pasado, por Walter Grinovero. Llegó al Abierto de Francia con expectativas de pisar fuerte: ya está en la tercera rueda (se aseguró un premio de 142.000 euros) y, no teme decirlo en voz alta: “el cuadro está abierto”. Su próximo rival será el croata Borna Coric, 15° preclasificado, que eliminó al cordobés Pedro Cachin. Si supera al balcánico, jugaría en los octavos de final ante el brasileño Thiago Seyboth Wild (172°; verdugo de Daniil Medvedev en la primera ronda y de Guido Pella en la segunda) o el japonés Yoshihito Nishioka (33°). ¿Y si sigue? Cuartos de final ante Tiafoe, Alexander Zverev, Grigor Dimitrov o Daniel Altmaier. Tiene razón Tommy: el cuadro está abierto.

“No soy un jugador de esos que dicen que no miran el cuadro. Para nada. Yo lo veo y no pasa nada, no me presiona más. Voy día a día, en el partido que me toque daré el cien por ciento, si se me da está bueno y si no, sé que estoy por el camino correcto. Djokovic y Alcaraz están por la parte de arriba, es una realidad. Es un Roland Garros más abierto”, apuntó Etcheverry. Y siguió: “Tengo una sensación increíble. Trabajamos duro para este torneo. Había jugado durante todo el año bien en polvo de ladrillo; siento que estoy para más. Con De Miñaur hice un gran partido casi de principio a fin. Sentía que podía. Nunca le había ganado. Siempre había perdido en nuestros tiempos de junior; como cinco veces. Acá me gusta la pelota, me gusta la cancha... Más no puedo pedir”.

El saque, uno de los mejores recursos de Tomás Etcheverry
El saque, uno de los mejores recursos de Tomás Etcheverry - Créditos: @Thibault Camus

Verdaderamente, Etcheverry, uno de los integrantes del equipo del Buenos Aires Lawn Tennis Club que logró el campeonato de primera de Interclubes de la Asociación Argentina de Tenis en diciembre último, tenía ingratos recuerdos del australiano: “En estos días lo pensaba: ‘Este chico me ganó cinco veces y todas en polvo de ladrillo, mi superficie’. Pero pasaron siete años de la última vez y somos jugadores distintos. Desde el primer día que llegué a Roland Garros me sentó bien, estoy con confianza. Alex era mi ‘papá’ de junior, por decirlo de alguna manera. Nunca le pude ganar. Es más: me acuerdo en un Grado 2 en Córdoba, que yo iba 6-1 y 4-0, pero lo perdí. Dije: ‘A este chico no le gano más’. Varios años después la historia cambió. Fue un partido impecable y esto me impulsa”.

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Resumen del partido de Etcheverry y De Miñaur

De Miñaur, consultado por LA NACION, destacó al platense: “Los dos somos jugadores muy distintos de aquellos días, pasa el tiempo, crecemos, nos ponemos más fuertes, son partidos completamente diferentes. Tomás es un gran jugador, muy potente y aquí en la tierra es un jugador muy peligroso. Lo sabía de antes de entra en la cancha, sabía que me venía una buena batalla”.

Grinovero, su conductor desde un mes antes del US Open pasado, es uno de los responsables del cambio. Él mismo dio detalles del proceso. “Es un proyecto que lo analicé y desde el momento en que lo tomé lo hice decidido: no para que sea Top 50, sino para que sea el mejor. Es un tenista de raza. Ama el tenis, disfruta de lo que hace y eso es una ventaja. Desarrollamos nuevas habilidades, como ser más agresivo con el saque y tener una mejor transición desde atrás hacia adelante. Lo vamos logrando, todavía le falta mucho”, le contó Grinovero a LA NACION, en el recorrido desde el court 14 hacia el vestuario. Se lo veía sereno, convencido: “Llegamos hasta acá porque está preparado. Jugó dos finales de ATP, jugó con Murray en un estadio central, con Tiafoe en Madrid, con Djokovic en Roma. Para nosotros, todos esos partidos fueron como ganar. Seguimos aprendiendo. Estamos muy enfocados y no nos tenemos que confundir”.

Grinovero encuentra en Etcheverry “semejanzas tenísticas” de Tomas Berdych (checo, 4° en 2015) y de Juan Martín del Potro. “Son jugadores que me dieron mucha información sobre cómo tenía que jugar Tommy. Fui formando una idea, le voy mostrando las cosas que necesito que las aprenda, las charlamos y vamos aprendiendo. Es muy receptivo. Es un tenista de raza, va a dejar la vida por conseguir sus objetivos. Nuestro objetivo no es ser top 20, top 10: queremos ser lo mejor posibles. Y si eso significa ser el mejor del mundo, a eso le apuntamos”, afirmó el conductor de un tenista que se aseguró avanzar hasta el puesto 41 una vez que se actualice el ranking, pero que va por mucho más. Recursos para ilusionarse tiene de sobra.