¿Por qué tantos estadounidenses deciden no tener hijos?

Un niño se columpia en el área de juegos del parque Creekside en Dana Point, California, el 1.° de mayo de 2022. (Alisha Jucevic/The New York Times)
Un niño se columpia en el área de juegos del parque Creekside en Dana Point, California, el 1.° de mayo de 2022. (Alisha Jucevic/The New York Times)

Desde hace años, algunos conservadores han usado la menguante tasa de fertilidad de Estados Unidos como ejemplo de la erosión de los valores familiares, una catástrofe moral en cámara lenta.

El senador JD Vance, candidato republicano a la vicepresidencia, hace poco fue objeto de duras críticas por haber dicho en 2021 que las encargadas de dirigir la nación eran “señoras sin hijos y amantes de los gatos” que “odian a los estadounidenses normales que le dan prioridad a la familia por encima de estos ridículos juegos de estatus de D. C. y Nueva York”.

El año pasado, Ashley St. Clair, comentarista de Fox News, describió a las estadounidenses que no tenían hijos de la siguiente manera: “Solo quieren buscar aquello que les dé placer, beber toda la noche e ir a conciertos de Beyoncé. Buscan el placer propio en vez de la plenitud de tener una familia”.

Algunos investigadores dedicados a estudiar tendencias en la salud reproductiva observan más matices en este panorama. En su opinión, lo más probable es que la decisión de no tener hijos no sea una señal de que las estadounidenses se han vuelto más hedonistas. El hecho es que la tasa de fertilidad va a la baja en todo el mundo desarrollado.

Más bien, creen que es indicador de que algunos factores sociales de mayor influencia, como el creciente costo de los servicios de guardería, los precios cada vez más elevados de la vivienda y la falta de optimismo con respecto al futuro, han hecho menos viable tener hijos en Estados Unidos.

“No me parece que se deba a falta de compromiso con la familia”, opinó Mary Brinton, socióloga de la Universidad de Harvard especializada en el estudio de las tasas de fertilidad bajas. “Me parece que los problemas son más bien de índole social y de política pública”.

El senador JD Vance (republicano de Ohio), candidato republicano a la vicepresidencia, con su esposa, Usha Vance, durante un mitin en St. Cloud, Minnesota, el sábado 27 de julio de 2024. (Doug Mills/The New York Times)
El senador JD Vance (republicano de Ohio), candidato republicano a la vicepresidencia, con su esposa, Usha Vance, durante un mitin en St. Cloud, Minnesota, el sábado 27 de julio de 2024. (Doug Mills/The New York Times)

Hasta cierto punto, a algunos expertos como Brinton también les preocupa que las estadounidenses tengan menos hijos.

La tasa de fertilidad ha ido a la baja en general en Estados Unidos desde el final de la explosión de natalidad de mediados de la década de 1960. Ese descenso se aceleró después de 2008, una tendencia que por lo regular se le atribuye a la Gran Recesión, explicó Kenneth Johnson, demógrafo de la Universidad de Nuevo Hampshire.

Todos pensamos que tal vez solo esperarían unos años para tener hijos y que luego se compensarían los números cuando la economía y el país estuvieran en mejores condiciones”, comentó. “Pero nunca sucedió .

El año pasado, la tasa de fertilidad cayó a 1,6 alumbramientos por cada 1000 mujeres, un récord histórico que está muy por debajo de la tasa necesaria para mantener la talla de la población, 2,1 alumbramientos por cada 1000 mujeres.

Una encuesta reciente del Centro de Investigaciones Pew reveló que cada vez más adultos afirman que no es probable que tengan hijos. Incluso antes de la pandemia de COVID-19, casi la mitad de los condados estadounidenses registraron más muertes que nacimientos.

Además, la edad promedio a la que los estadounidenses se casan y comienzan a tener hijos ahora es más alta, y es muy probable que esto contribuya al descenso en la tasa de fertilidad. En 2023, la edad promedio de las mujeres que se casaron por primera vez fue de 28 años, unos seis años más que en los años ochenta.

La edad promedio a la que las mujeres dan a luz a su primer hijo también se ha elevado sustancialmente, de los 20 años durante la explosión de la natalidad a los 27 años en 2022.

La inmigración a Estados Unidos ayuda a compensar la pérdida de población. Sin embargo, los expertos temen que, si se van contrayendo las generaciones, algunas escuelas lleguen a cerrar, el desarrollo económico se estanque y ciertos programas sociales, como la Seguridad Social, acumulen un déficit todavía más elevado.

En particular, algunos estudios sobre las razones que han causado la reducción de la fertilidad no revelan ningún cambio drástico en el deseo de tener hijos.

Muchos estadounidenses adolescentes y veinteañeros todavía dicen que quieren tener hijos, afirmó Sarah Hayford, directora del centro de investigación Institute for Population Research de la Universidad Estatal de Ohio. Subrayó que el hecho de que muchos de esos adultos no cumplan su meta quizá quiera decir que existen factores externos que les dificultan más convertirse en padres.

Algunos datos recolectados en encuestas sugieren que muchos adultos jóvenes quieren alcanzar ciertos hitos económicos antes de tener hijos, como comprar una casa, liquidar la deuda de sus préstamos estudiantiles o poder solventar cómodamente los gastos de guardería, explicó Karen Benjamin Guzzo, demógrafa familiar de la Universidad de Carolina del Norte, campus Chapel Hill.

Guzzo señaló que alcanzar esos hitos cada vez es más difícil, pues las tasas aplicadas a las hipotecas se han elevado muchísimo y el costo de las guarderías se ha disparado.

Ahora que menos mujeres deciden quedarse en casa para criar a sus hijos, la falta de políticas públicas de apoyo a las familias trabajadoras (como licencias de maternidad con goce de sueldo y servicios estables de guardería) quizá también incline a las parejas a pensar que no están preparadas para convertirse en padres, agregó Guzzo.

Otro factor que quizá también afecte la decisión de tener hijos, que en su opinión es el “máximo voto de confianza” en el futuro, es el optimismo de las personas con respecto al estado del mundo.

En este momento, indicó Guzzo, hay razones más que suficientes para que los jóvenes estadounidenses se sientan pesimistas, como el cambio climático, las instancias frecuentes de violencia con armas y la pandemia reciente.

Si acaso ha habido un cambio de actitud con respecto a la paternidad, Hayford compartió que cree que los estadounidenses más jóvenes ahora piensan más si podrán ofrecerle a un niño “la mejor experiencia posible”.

Hayford afirmó que, en algunas entrevistas que realizó con adolescentes y adultos de poco más de 20 años, los entrevistados por lo regular hicieron énfasis en la importancia de aprender a ser más pacientes y controlar su enojo para estar seguros de poder cubrir algún día las necesidades emocionales de sus hijos.

Además, algunas investigaciones sugieren que las generaciones más jóvenes tienen estándares más altos con respecto a la cantidad de dinero que se necesita para criar un hijo.

Tener hijos es un aspecto sobre el que las personas sienten que pueden decidir”, indicó Hayford. “Se resisten mucho a convertirse en padres si no son capaces de ofrecer lo que creen que necesitan los niños”.

La estrategia exacta que debemos aplicar para cambiar la trayectoria del llamado declive de la natalidad todavía es un misterio. El año pasado, el expresidente Donald Trump planteó la idea de ofrecer un “bono por tener hijos”, una prestación económica por tener un bebé para incentivar a más familias a procrear.

Casi no hay pruebas de que las políticas diseñadas para recompensar a las personas por tener hijos funcionen por sí solas, aseveró Guzzo. Los gobiernos de algunos países han intentado elevar la tasa de fertilidad con incentivos monetarios, exenciones fiscales y licencias generosas de maternidad y paternidad, con éxito moderado, en el mejor de los casos.

En opinión de Guzzo, puesto que el descenso de la fertilidad se debe a toda una variedad de problemas sociales, es más probable que algunas leyes diseñadas para resolver problemas más amplios, como los préstamos estudiantiles, la falta de vivienda asequible y las licencias por maternidad, incentiven el cambio.

“Desde nuestra perspectiva, todas las políticas son políticas familiares”, dijo.

c.2024 The New York Times Company