“Es algo muy peligroso”: la riesgosa moda que arrasa en TikTok y que puede provocar serios daños en la piel

#UV, el trend que siguen los adolescentes en los Estados Unidos
#UV, el trend que siguen los adolescentes en los Estados Unidos - Créditos: @Shutterstock

WASHINGTON.- Para cualquiera que no sea una adolescente o preadolescente en 2024, el término “índice UV” probablemente no esté en nuestra lista de prioridades.

Pero en TikTok hay casi 250.000 posteos con el hashtag #uv. En muchos casos, esos videos se refieren al índice UV, término que mide la intensidad de los rayos ultravioletas en un momento y lugar determinados. En decenas de videos en las redes sociales que datan de al menos 2022, muchos de ellos con más 100.000 “me gusta”, puede a verse a jovencitas en bikini que buscan índices UV por encima de seis para broncearse.

El problema es que el índice UV no fue inventado para lograr un pico máximo de bronceado, sino más bien para todo lo contrario: advertirnos de no exponernos al sol.

“Están buscando el pico máximo de índice UV cuando en realidad es exactamente lo contrario al objetivo que tenía ese índice originalmente”, dice Morgan Rabach, profesora adjunta de dermatología clínica de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai. “Y eso es algo muy peligroso”.

Camino al daño

El índice UV mide la exposición potencial a los rayos ultravioletas: un índice de dos o menos es considerado “bajo”, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA), mientras que de tres a cinco es “moderado” y en ese caso se recomiendan algunas precauciones, y de seis a 11 y más se consideran “altos”, “muy altos” o “extremos”. La EPA dice que estar al aire libre con un índice de rayos UV de seis o más requiere “protección contra el daño causado por el sol.”

A fines de junio, Brooke Jeffy, dermatóloga de Scottsdale, Arizona, le respondió por TikTok a un adolescente que rastreaba el índice UV. Y los comentarios que recibió, dice Jeffy, era de decenas “de chicas que aparecían y decían: ¡Es lo que estoy buscando!”

“No sé quién habrá empezado a usar este índice con fines equivocados, pero parece estar poniéndose de moda”, apunta Jeffy.

Sin embargo, los expertos coinciden en que ninguna cantidad de bronceado es segura, y que las quemaduras por sol siempre son nocivas.

“Cualquier número por encima de un índice UV de tres implica que hay que tener cuidado”, dice Rabach. “Basta con exponerse una sola vez a un índice UV de 10 u 11 para sufrir una quemadura solar grave y duplicar la probabilidad de desarrollar melanomas por el resto de tu vida”. Y los niveles de UV más altos que eso, dice Rabach, directamente plantean “un peligro extremo”.

La EPA recomienda que las personas comiencen a tomar precauciones, incluido el uso de sombrero, gafas de sol y protector solar con FPS 30 o superior, a partir de un índice 3 de UV. Por encima de 7, la EPA recomienda usar ropa que cubra todo el cuerpo y ponerse a la sombra. En la playa, las condiciones son aún más intensas, ya que la arena blanca puede “duplicar la exposición a los rayos UV”, señala la agencia.

Explicación

Escuché por primera vez el término índice UV en marzo, cuando mi hija de 12 años nos apuró durante el almuerzo para poder aprovechar un inusual índice UV de 7. Me di cuenta de que hacía un seguimiento minuto a minuto de ese índice a través de su celular, y que sus amigos hacían lo mismo. Y rápidamente descubrí lo difícil que era convencerla de lo contrario: quería broncearse, y rápido.

Así que ¿cómo hacemos para hablar con los adolescentes de este asunto?

Los expertos recomiendan acercarse a ellos con interés y curiosidad, hacerles preguntas, escuchar activamente, y aunque a veces sea difícil, tratar de no juzgarlos.

“En ese momento es importante controlar las emociones, porque si reaccionas de una manera que hace que el adolescente se sienta juzgado, van a pensar: Ok, de esto puedo no puedo hablar con ellos”, dice Harmit Singh, psiquiatra de Council Bluffs, Iowa.

A largo plazo, logran mejores resultados manteniendo abierta esa conexión y evitando descalificar la perspectiva de los adolescentes. “A nadie le gusta que lo señalen con el dedo, así que si los abordamos de una manera más amable, es mucho más probable obtener la información que buscamos y así el consejo que podemos darles será mejor recibido”, apunta Erin Belfort, psiquiatra especializado en niños y adolescentes de la ciudad de Portland, Maine.

Belfort advierte que no se trata de “una única conversación que empieza y termina”, sino de abrir una conversación y un intercambio “en constante evolución”, y agrega que una buena pregunta para hacerles a los adolescentes es si les parece que esto o aquello es saludable o no. “Eso permite saber si tienen dudas o contradicciones en sus argumentos, porque por lo general ellos mismos se cuestionan estas cosas en algún nivel. Si encontrás por dónde entrarles, es la oportunidad de pasarles algunos datos científicos concretos.”

Y si eso no funciona, algunos expertos sugieren apelar a la vanidad.

“La idea no es decirles que se van a arrugar más y que las arrugas son feas”, dice Rabach, “pero el sol causa daños visibles en la piel que nos muestran que no es sano para el cuerpo.”

Esos efectos a corto plazo pueden hacer que los adolescentes lo piensen dos veces, pero si nos enfocamos en las consecuencias a largo plazo, como el cáncer de piel, las probabilidades de éxito son menores, porque el cerebro de los adolescentes no está lo suficientemente desarrollado como para que las ramificaciones futuras los influyan o hagan cambiar de opinión.

Jeffy sugiere que los padres den el ejemplo, usando manga larga y sombrero. Y también dice que se debería desechar la abreviatura UV y que se escriba lo que realmente significa: radiación ultravioleta.

“Para que meta un poco más de miedo”, sugiere Jeffy, “porque eso de radiación ultravioleta no le suena bien a nadie.”

Finalmente, los adultos no deben perder de vista que el mayor atractivo evolutivo para los adolescentes es encajar y ser aceptados. Eso podría explicar la ironía de que los adolescentes acudan en masa a las góndolas de las perfumerías en busca de cremas antiarrugas y luego quieran exponerse al sol, que les provocará arrugas. Pero comprender esa necesidad evolutiva del adolescente también puede ayudarnos a encontrar soluciones. Tal vez se pueda aprovechar la locura por el cuidado de la piel para que los chicos usen protector solar e incorporen ese importante hábito a temprana edad.

Singh dice que otro abordaje crucial para todas esas tendencias que se viralizan en las redes es “fomentar la individualidad”, y agrega que les dice a sus pacientes adolescentes: “Cada uno de nosotros tiene que encontrar su propio camino y descubrir lo que mejor funciona para cada uno.”

Rabach coincide: “Tenemos que amar nuestra piel, sea cual sea su tono, porque ahí está la verdadera belleza.”

Por Jackie Delamatre

(Traducción de Jaime Arrambide)