Cuando París se convierte en Barcelona: un aumento de temperaturas extraordinario marca récords en Europa
PARÍS/MADRID.- Un aumento desproporcionado de temperaturas en pleno invierno marca récords en buena parte de Europa, de Dinamarca a la República Checa o Bielorrusia. Técnicamente, no es una ola de calor, fenómeno que hasta ahora solo se puede dar en verano, aunque en mayo España estuvo al borde de registrar la primera en primavera. Y, en todo caso, no obliga a restricciones de agua ni mata a los más vulnerables, como en el verano de 2022 u otros anteriores. No dispara tampoco el consumo de aire acondicionado ni provoca noches de insomnio.
En ciudades como París es posible pasear con abrigo ligero a sentarse en una terraza a tomar un café, como si uno estuviese en Nápoles o Barcelona. Pero, aunque pueda parecer una bendición, no deja ser un nuevo motivo de preocupación por la crisis climática, con importantes implicaciones para el campo o los ecosistemas.
Ocho países europeos batieron el 1 de enero la marca más alta de temperatura en este mes: Liechtenstein, con 20°C; República Checa, con 19,6°C; Polonia, con 19°C; Países Bajos, con 16,9°C; Bielorrusia, con 16,4°C; Lituania, con 14,9°C; Dinamarca, con 12,6°C; Letonia, con 11,1°C, según la lista recopilada por la página Géoclimat.
Hay pocos precedentes, por el área que cubre el aumento de temperaturas y por el margen con el que se están batiendo los récords, de un episodio cálido parecido al de estos días, según los expertos. “Es el evento cálido anómalo más extremo de la historia europea”, llega a afirmar en un correo el climatólogo Maximiliano Herrera, que en su blog y su cuenta en la red social Twitter Extreme Temperatures Around The World sigue los fenómenos meteorológicos extremos por todo el mundo.
“Nadie va a morir en enero, pero en términos relativos, por primera vez en la historia Europa ha tenido un evento a la par con los más extremos de América del Norte”, añade Herrera. Otros meteorólogos son más cautos y consideran que para realizar una afirmación así hay que esperar a los estudios que analicen este episodio.
La temperatura media aumentó en Francia en 8° por encima de lo normal el 31 de diciembre. En Alemania, la estación meteorológica del aeropuerto berlinés de Tempelhof registró en la misma fecha una temperatura de 17,9 °C, casi dos grados más que el récord anterior, de 1977. En Bilbao, el termómetro alcanzó los 25,1°, siete décimas por encima del registrado hace justo un año. Y Varsovia, con 19 °C el día de Año Nuevo, batió por 5,1 grados la máxima anterior en este mes.
“Es como si en Madrid hubiésemos tenido 25°C, algo absolutamente insólito porque en la capital española el récord mensual está en 19,8°C”, contextualiza Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología de España (Aemet). “Es muy llamativo y nada normal que países que están a latitudes mucho más altas y más cercanos a una fuente de frío como es Siberia estén registrando temperaturas récords similares a las de Madrid para enero”.
Los récords, por su propia naturaleza, se baten habitualmente por décimas y rara vez, pero en las últimas décadas se está observando un vertiginoso aumento y por una mayor contundencia. Una cosa es ganar por un grado y otra, una goleada de cinco.
“Hay que hacer un análisis exhaustivo de lo ocurrido ahora”, indica Del Campo. “Pero es similar a lo que pasó en el verano de 2021 en Canadá y el noroeste de Estados Unidos, cuando se tumbaron los récords por cuatro y cinco grados”.
Masa de aire subtropical
La causa directa de este inusual aumento de temperaturas es la “entrada de una masa de aire subtropical muy cálido que subió hasta latitudes muy altas del continente europeo, impulsada por vientos de componente sur”, explica el meteorólogo español.
En cualquier caso, Del Campo no tiene “ninguna duda” de que el episodio tiene el inconfundible sello del cambio climático. “La atmósfera está dopada por los gases de efecto invernadero”, dice. “No solo están subiendo las temperaturas medias, también están cambiando los patrones atmosféricos que hacen que las olas de calor sean cada vez más potentes y frecuentes. Lo que antes era calor ahora es ola de calor, y lo que era ola de calor, ahora es ola de calor extrema”.
Jérôme Lecou, del Servicio meteorológico y climático nacional francés (Météo France), asegura que ahora se registran “episodios más largos e intensos de los que se observaban antes”. Estos fenómenos cálidos son más frecuentes; los de frío, como el vivido en Francia en diciembre, más raros y breves.
Météo France, en un informe publicado en noviembre, ya anticipó que, fuesen cuales fuesen las temperaturas en diciembre, 2022 sería el año más cálido en Francia desde que se miden las temperaturas (al igual que en España). “Los episodios estivales destacables de 2022 habrían sido altamente improbables y netamente menos intensos sin el efecto del cambio climático”, se lee en el informe.
El actual episodio cálido es más bien una ola de no-frío. Ni hace verdaderamente calor ni es molesta. Para muchos habitantes de Europa, sus efectos son más benéficos que incómodos. La temperatura es agradable. Se puede pasear por ciudades en las que, en esta época, es más aconsejable encerrarse en casa o salir muy abrigado. No obstante, aunque este aumento extraordinario de las temperaturas no asuste tanto como en verano, cuando muere gente y se propagan los incendios, estas anomalías tan grandes sí tienen graves consecuencias en la agricultura y en la biodiversidad.
“Podemos decir que las anomalías brutales vistas en las olas de calor en Francia y Benelux en 2019 y en el Reino Unido en 2021 ahora se han visto en unos 15 países. Si eso hubiera pasado en pleno verano, estaríamos hablando de 43 o 44°C en Alemania y Polonia, y 40°C en Bielorrusia, además de Holanda y Bélgica. Esto causaría cientos de muertos como mínimo”, explica Herrera.
La factura de la calefacción
En el contexto geopolítico, este episodio cálido tiene algunos efectos positivos. Hace solo unas semanas, países como Francia preparaban planes de contingencia ante posibles penurias energéticas por un invierno glacial; ahora los europeos pueden reducir por unos días el consumo de calefacción y la factura de energía. En Ucrania, el aumento de la temperatura da un pequeño respiro a una población atormentada por los bombardeos de Rusia y los cortes de energía que dejan a millones sin calefacción ni electricidad.
El problema es que el árbol de la buena temperatura oculta el bosque de los efectos perniciosos. Los más graves son para el campo o la naturaleza, pero hay otros impactos económicos: durante las vacaciones de Navidad, la mitad de las estaciones de esquí francesas han cerrado por falta de nieve. “Estamos inquietos: la materia prima ha faltado a la cita”, dijo a la agencia France Presse Jean-Luc Boch, presidente de la asociación nacional de alcaldes de estaciones de montaña.
Lo peor ha pasado, según los expertos. “El pico tuvo lugar el 31 de diciembre”, resume Lecou, de Météo France. “Pero seguiremos con temperaturas altas hasta mediados de enero”. ¿Y el resto del invierno? Responde Del Campo: “El conjunto de modelos de predicción estacional siguen apuntando a un invierno más cálido de lo normal”.
Marc Bassetts y Victoria Torres Benayas