Orbelín Pineda, el mexicano que parecía destinado a fracasar en Europa; se levantó y brilla en Grecia

Orbelín Pineda conduce el balón en el partido entre AEK y Brighton de la Europa League. (Reuters/Matthew Childs)
Orbelín Pineda conduce el balón en el partido entre AEK y Brighton de la Europa League. (Reuters/Matthew Childs)

Orbelín Pineda ha encontrado en el AEK de Atenas el protagonismo que le fue negado en el Celta de Vigo. Ha sido una travesía extraña que, aparentemente, iba a terminar muy pronto para él. Pero supo revertir un mal inicio con el equipo ibérico para convertirse en un referente del actual campeón del futbol griego, que dio una sorpresa mayúscula al vencer por 3-2 al Brighton, uno de los mejores proyectos de Inglaterra, en la jornada inaugural de la Europa League.

A la órdenes de Matías Almeyda, que sacó su mejor versión en Chivas hace ya seis años, Pineda se reubicó en el futbol europeo. Para hacerlo, contó con una dosis de humildad que no es tan común en los futbolistas mexicanos: aceptó a ir a una liga de menor nivel para encontrar la regularidad que se le negó en su estreno. No era una decisión sencilla porque Orbelín venía de ser campeón y figura con dos de los equipos más importantes del futbol mexicano: Guadalajara y Cruz Azul. Con esa reputación, lo normal sería pensar que tendría nivel no sólo para una liga de primer orden, sino también para un equipo competitivo.

Pero la realidad fue muy dura. Apenas jugó siete partidos en sus seis meses de llegada con el Celta (primer semestre del 2022). El entrenador de dicho club en ese momento, Eduardo Coudet, reconoció que él no había pedido a Pineda, que más bien era un fichaje institucional. Y esa discrepancia de visiones se vio reflejada en la nula confianza que recibió el mexicano. Canterano de Querétaro, Pineda empezó a llamar la atención desde su debut en 2014, cuando apenas tenía 18 años, y tuvo como maestros a magos del balón como Ronaldinho o Sinha.

Después, en 2016 pasó a Chivas, en donde vivió su consolidación. Almeyda confió en él a ojos cerrados, incluso cuando no mostraba su mejor versión. De a poco, Pineda se hizo dueño del mediocampo rojiblanco con esa versatilidad que lo mismo mezcla técnica con empuje y recuperación. Se trata de un jugador lúcido, que suele ser eficaz para tomar decisiones y llevar los hilos del juego, además de saber asociarse con los delanteros. En 2018 pasó a Cruz Azul y ahí vivió de todo, buenos y malos ratos, pero nada importó más que el soñado título del Clausura 2021. Entonces la sensación era unánime: tenía todo para dar el salto al Viejo Continente.

No fue como esperaba, pero Celta de Vigo no representó el final de su ruta por Europa. En Grecia recuperó la confianza y fue campeón en su primer año. Eso le mereció ser comprado de manera definitiva por su club y un llamado a Qatar 2022. Ahí su verdadera oportunidad llegó hasta el último partido, contra Arabia Saudita, que el Tri ganó con Pineda como pieza clave. La decepción fue rotunda, pero su presencia al menos ofreció una alternativa a las caras de siempre. Las altas y bajas siguen en su carrera: no pudo jugar la Champions League, pues el AEK quedó fuera en la última ronda de reclasificación.

Pero no hay mal que por bien no venga. Quizá el AEK, un equipo de recursos discretos, todavía no podía competir con la realeza europea. Fue mejor llegar a la Europa League, en donde encontrará mejores vías para ser un dolor de muelas. Ya lo fueron en la primera jornada contra el vistoso Brighton de Roberto De Zerbi. Es un primer anuncio del potencial que tienen. Y Pineda forma parte medular de esa cruzada. Encontró el lugar que buscó desde hace tantos años. No se limitó a trascender en México ni se dejó caer por seis meses de estancamiento. Hoy Orbelín Pineda es el mago de Atenas.

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