Nacho Fernández Madero: la lucha de vida de Pastor, quizá la persona más querida del rugby argentino
Los jugadores del San Isidro Club estaban el sábado en pleno festejo tras la final ganada a Alumni cuando se percataron de que faltaba alguien, un campeón más. Entonces, fueron a buscar a Nacho Fernández Madero para llevarlo en andas en la vuelta olímpica. El preparador físico por excelencia del rugby argentino es un motor espiritual del SIC, el hombre que reúne al plantel unos minutos antes del ingreso a la cancha para darle durante cinco o seis minutos la energía necesaria antes de afrontar un partido. “Me daba vergüenza meterme en los festejos con todas las cámaras y la gente. Por suerte vinieron los chicos a buscarme. Mirá lo que me habría perdido”, relata.
Ignacio Fernández Madero, que en enero próximo cumplirá 63 años, es quizá la persona más querida en el rugby argentino. No es que nadie habla en contra de él, sino que todos hablan favorablemente. Nacho es la vitalidad misma; el optimismo caminando, o corriendo. Lleva 43 años entrenando en rugby. La mayor parte de ese recorrido tuvo lugar en el SIC, donde empezó en 1986 y echó el ancla. Allí, en La Zanja, jugaron sus dos hijos, Juan Ignacio y Facundo, que fue capitán de la primera.
A mediados de este año, a Nacho le diagnosticaron un cáncer. Al otro día se puso a las órdenes de los médicos y en ese mismo instante, cuando la noticia empezó a correr, todo el rugby se puso a su lado. En pleno invierno, en una mañana congelada, 250 jugadores acudieron a un entrenamiento comandado por Nacho en el SIC. Fue una muestra de apoyo conmovedora. Ahí estuvo la armada de los Pumas de Bronce, todos los planteles del SIC y más de 100 jugadores de otros clubes.
Nacho es uno de los anónimos del Bronce de Francia 2007. Fue el preparador físico de los Pumas durante el período 2000-2007, bajo la conducción de Marcelo Loffreda y Daniel Baetti. Una anécdota de todo lo que contagia Nacho. Antes del partido inaugural, contra Francia, les había hecho una apuesta a varios jugadores: si los Pumas ganaban, él se tiraba al lago que estaba enfrente al hotel, en Enghien-les-Bains. Al otro día del triunfo y antes de que la delegación partiera en micro hacia Lyon, Nacho cumplió: fue y se arrojó al agua. Atrás, lo imitaron varios de los integrantes del staff.
“Lo que los jugadores no sabían es que yo llevo 30 años bañándome en agua fría por una cuestión saludable. Así que para mí no era ningún esfuerzo”, me dice, siempre con risas. La mañana en que fue acompañado en el SIC hizo lo mismo. Luego del entrenamiento se tiró a la pileta –helada– del club. En el SIC, Nacho es el “Pastor”. “En 1986, en mi primera gira con el SIC, en Nueva Zelanda, estaba de moda el Pastor Novelli, que trabajaba en la recuperación de adictos. Entonces, como yo les insistía a los jugadores con que comieran sanamente y se fueran a dormir temprano, el Bambi Soares Gache me empezó a llamar «Pastor». Y así quedó. En el SIC soy «Pastor». La gente cree que tiene que ver con alguna virtud mía en lo pastoral, pero lejos de eso”. En realidad, Nacho es un pastor de la energía positiva.
Su carrera de preparador físico comenzó en los pocos gimnasios que existían en los ochentas. Lo llamaron para entrenar a La Salle. Estuvo cuatro años y se fue a Biei. “Al final de esa temporada me ofrecieron lo del SIC y le dije al Ruso Sanz, que era el entrenador, que prefería irme al SIC. Me dijo que aceptaba mis razones, pero si algún día dirigía a los Pumas, no me iba a llamar. Y así fue: entrenó a los Pumas y no me llamó. Pero le gané, porque después me llamaron y estuve ocho años”, recuerda. También fue el PF en San Patricio –al mismo tiempo que en el SIC–, en Regatas, en CUBA y en el seleccionado de Buenos Aires. “Participé –cuenta– 21 veces en el Campeonato Argentino. Es una lástima que no se juegue más”.
Invitado por Agustín Pichot y con permiso de sus médicos, fue al último Mundial con sus dos hijos. “Estábamos en Barcelona y la secretaria me dijo que nos invitaban al VIP en Marsella para el partido con Gales, pero que teníamos que ir con saco, así que fuimos de apuro a comprar unos a Zara. Mi último saco era de 2007. Agustín está encima de mi tema todo el tiempo; me llama todas las semanas para ver cómo va el tratamiento. Es mi gran amigo del rugby junto a Nico Fernández Miranda”.
Los sábados, Nacho se ocupa de las preintermedias. Lo hace portando la bolsa y las sondas que debe usar para su tratamiento. Va a quitárselas a FLENI y regresa para hacer lo mismo con la intermedia y la primera. Nacho Fernández Madero, el Pastor, es el inyector de fe del flamante campeón de Buenos Aires.