México, el equipo soberbio que antes presumía ser el 'Gigante de Concacaf' y hoy da pena contra EEUU

México volvió a perder contra EEUU y ya es normal. (Robin Alam/ISI Photos/Getty Images)
México volvió a perder contra EEUU y ya es normal. (Robin Alam/ISI Photos/Getty Images)

México perdió el único consuelo que lo hacía sentir bien en el futbol: era el Gigante de la Concacaf. Aunque las decepciones fueran constantes e irremediables a nivel global, siempre quedaba esa certidumbre: en la región, no había nadie mejor. Y por eso el Tri se acostumbró a ver a sus rivales para abajo. En su zona de confort, se podían dar el lujo de ser prepotentes y hacer menos a los rivales. Hoy no queda ni eso.

Estados Unidos certificó su séptimo partido al hilo sin conocer la derrota contra México (el último triunfo azteca fue en septiembre de 2019 por 3-0). Fue otro 2-0 que ya ni siquiera pareció novedoso sino una muestra más de la hegemonía estadounidense. Todavía se prefiere buscar los fantasmas en casa: que Guillermo Ochoa colaboró en los goles, que Santiago Giménez debe ser titular, que Hirving Lozano ya no merece ser convocado. La realidad es clara. México no tiene muchas más opciones.

Si cada aficionado o periodista hiciera su propia lista, los nombres en discordancia serían mínimos. Y ningún cambio tendría la capacidad de modificar lo que hoy se ve de México en el campo. Hay ya una diferencia categórica entre ambos equipos. Entró Giménez y nada pudo hacer. El partido estaba ya 2-0, pero no hubiera sido diferente con él. Tampoco con Luis Ángel Malagón en lugar de Ochoa —que acaso esa decisión serviría para pensar en el futuro—.

El problema para México, cuando se habla de la comparación con Estados Unidos, es simple: los jugadores rivales son mejores. Lo son porque juegan en mejores ligas y equipos, porque todos los días tienen una competencia mayor y se miden cada semana con rivales de élite. México hoy no tiene esos jugadores y así se explica que no le pueda ganar a Estados Unidos que, sin alcanzar todavía un nivel que le sitúe como selección de mesa grande mundialmente, es sin duda el mejor equipo de la Concacaf y con amplia diferencia.

Así lo ha entendido el propio Jaime Lozano: "el mayor problema es que ellos tienen jugadores en las mejores ligas. Te da mejores contextos, una posibilidad de manera internacional. Es formar mejor y vender a edades tempranas. Es lo que lo mejor que nos puede pasar, a mi como seleccionador, pero más a la Selección Nacional”, dijo el entrenador en conferencia de prensa.

Ese problema no se arreglará pronto y tampoco hay voluntad para afrontarlo. México seguirá alimentándose, principalmente, de su liga local y con eso intentará competir. No hay grandes soluciones, en cuanto a jugadores, porque México no tiene estrellas de clase mundial. Por más que se pida la titularidad indiscutible para Santiago Giménez, se debe tomar en cuenta que no ha rendido igual que en el Feyenoord y que incluso en Europa todavía no alcanza el nivel de auténtica élite. Edson Álvarez sí lo tiene, pero en el Tri tampoco ha mostrado esa versión.

No se puede depender de rendimientos individuales ni se puede creer que las consignas en favor de ciertos jugadores servirán para revertir una tendencia indudable: Estados Unidos es más que México y ya ni siquiera está a discusión. Las épocas de soberbia se han pagado con esta racha de casi cinco años sin vencer al rival de toda la vida. México ha sido rebasado por Estados Unidos y no hay retorno. El Tri da pasos para atrás y ellos no dejan de avanzar. Ni siquiera es una carrera pareja ya. Cuánto desearía el ególatra futbol mexicano volver a la época en la que su peor problema era estar estancado. Mejor sin progreso que con retroceso.

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