Matthäus: el éxito precoz y la frustración en la plenitud

Berlín, 2 jul (EFE).- Lothar Matthäus es uno de los futbolistas más importantes de la historia de Alemania, su jugador con más internacionalidades, y de la Eurocopa, en la que participó en cuatro ocasiones, con un título, en el campeonato de su debut en el que tuvo una participación testimonial, y tres decepciones que en parte frustraron la plenitud del que era uno de los mejores futbolistas del momento.

Tras despuntar con el Borussia Mönchengladbach de Jupp Heynckes como un centrocampista volcánico, con 19 años fue llamado por Jupp Derwall para formar parte de la convocatoria de la entonces Alemania Occidental para la Eurocopa de Italia de 1980.

Su debut con la ‘Nationalelf’ se produciría precisamente en dicho torneo, cuando en el segundo partido de la primera fase -en aquella edición el torneo se componía de dos grupos de cuatro equipos cada uno, en el que el primero de cada cual pasaba a la final-, el equipo liderado por Karl-Heinz Rummenigge se las vio con Países Bajos en el emblemático Estadio San Paolo -actualmente Diego Armando Maradona- de Nápoles.

En un meteórico duelo resuelto por 3-2, con triplete de Klaus Allofs, ante lo que quedaba de la 'Naranja Mecánica', Matthäus saltaría al campo mediado el segundo tiempo sustituyendo al capitán del combinado germano, Bernard Dietz. Jugó 17 minutos.

Serían los únicos que disputaría en aquella competición en la que Alemania levantaría, ante Bélgica, la segunda Eurocopa de su historia y que lanzaría al estrellato a otro joven teutón: Bernd Schuster.

Su siguiente participación en el torneo continental de selecciones, en Francia 84, acabaría en fracaso.

Ya asentado como uno de los mejores jugadores del conjunto de Derwall, al que se habían incorporado futbolistas de su quinta como Rudi Völler y Andreas Brehme, Alemania partía como favorita al título al ser vigente campeona de Europa y subcampeona del mundo.

Sin embargo, se estrellaría con estrépito. Un pírrico empate a cero con Portugal en el debut, una escasa victoria 2-1 frente a Rumanía y una sorprendente derrota 1-0 ante España con el gol agónico de Antonio Maceda dejaron a la ‘Mannschaft’ eliminada a las primeras de cambio.

La edición de 1988 parecía el escenario perfecto para la redención. Nombrado ya capitán por el nuevo seleccionador, la leyenda Franz Beckenbauer, Matthäus, ya considerado como uno de los mejores interiores del mundo tras sus prolíficas temporadas en el Bayern Múnich, estaba llamado a liderar a Alemania en una Eurocopa que se jugaba en tierras germanas.

Haciendo gala de sus genuinas arrancadas e inapelable disparo, el centrocampista condujo a su selección a clasificarse con suma autoridad para semifinales, en una primera fase que se inició con un empate a uno con Italia y que acabó con sendas victorias por 2-0 ante Dinamarca y España, vengando la afrenta sufrida cuatro años antes.

No obstante, en semifinales llegó la decepción. En un abarrotado Volksparkstadion de Hamburgo, con 56.000 almas animando, Alemania Occidental lo tenía todo a favor para clasificarse para su final. El capitán lo sabía y adelantó a los locales, de penalti, en el minuto 55. Sin embargo, otra pena máxima, esta vez en favor de los neerlandeses, transformada por Koeman y un postrero tanto de Van Basten, cuando acechaba la prórroga, dieron al traste con las esperanzas de teutonas y de Matthäus.

Tras conquistar el Mundial del 90, siendo el entonces jugador del Inter de Milán, la estrella indiscutible de una Alemania ya unificada aparecía en todas las quinielas como favorita para llevarse la Eurocopa de Suecia de 1992.

Una inoportuna lesión de última hora dejó a Matthäus fuera del campeonato y lastró a una selección que terminaría sucumbiendo en la final ante la asombrosa Dinamarca de Richard Møller Nielsen, que pasó de no clasificarse para la Eurocopa a reemplazar a Yugoslavia -excluida del torneo por la Guerra de los Balcanes- y a coronarse campeona.

Después de caer en cuartos de final en el Mundial de Estados Unidos 94, la figura alemana, ya de vuelta en el Bayern, dejaría de contar para el seleccionador Berti Vogts, al tiempo que crecía su enemistad con su compañero en el Inter y Bayern Jürgen Klinsmann, que heredaría la capitanía de la ‘Nationalelf’.

Tras quedar fuera de la Eurocopa del 96 en Inglaterra, en la que los germanos se alzarían con el título, Matthäus, reconvertido ya a líbero, retornaría de manera polémica a la selección para el Mundial de Francia 98.

Su última experiencia internacional llegaría en la Eurocopa de Bélgica y Países Bajos, dos años más tarde, y, de nuevo, acabaría en una profunda decepción en un vestuario con varias guerras internas. Un empate inicial ante Rumanía dio a paso a dos derrotas contra Inglaterra y Portugal, la segunda de ellas por un contundente 3 a 0.

Fue el último partido internacional de Matthäus, quien ya había emprendido la aventura americana en el Metro Stars de Nueva York.

Un jugador legendario cuyo historial por la Eurocopa dejó un éxito precoz y una serie de decepciones encadenadas a medida que se asentaba como lo que acabaría siendo: uno de los mejores futbolistas de la historia de Alemania.

Juan Manuel Sánchez

(c) Agencia EFE